No hay tregua para el sector primario de Navarra, golpeado desde finales de año por las riadas, el alza de los carburantes, las estreches clásicas de la cadena alimentaria y, ahora, por un calor extremo y una sequía que ya puede calificarse de pertinaz. Lo ha sentido el cereal, con rendimientos irregulares y algo inferiores a los habituales, y lo sienten también otros cultivos.
Es el caso de los girasoles, que han regresado al paisaje de Navarra como consecuencia en parte de la guerra en Ucrania. Cultivo tradicional de secano y rotación, ha sido sembrado sobre todo en la Cuenca de Pamplona, Pirineos y Tierra Estella. “Está sufriendo mucho con la sequía y el cultivo está en floración, pero las expectativas no son buenas. El porte vegetativo es muy limitado y, la formación de los capítulos no se espera que sea buena”, explican desde el Departamento de Desarrollo Rural en el boletín agrario de la última semana.