En quince días festejarán a Don Carnal en Sunbilla, y el siguiente día de su espectacular desfile, harán sonar los cencerros (joareak, polunpak) que colgarán a su espalda joaldunak (que llevan, que hacen sonar) de Ituren y Zubieta, en sus dos jornadas de “buena vecindad”, como las definió el maestro Julio Caro Baroja.
El carnaval ha venido, todos saben como ha sido, en este caso adelantado a las fechas “oficiales”, el domingo, lunes y martes, 19, 20 y 21 de febrero, aunque muchas localidades lo adelantan al fin de semana por cuestiones laborales.
En un tiempo, las localidades de Uitzi y Almandoz (Baztan), donde el carnaval incluso se llegó a festejar el día de la Epifanía o de la Adoración de los Reyes Magos, eran los primeros en celebrarlo. Eran muchos los mozos que trabajaban de leñadores en los bosques del Irati o en otros franceses, motivo por el que adelantaban los carnavales, de la misma forma que en la Europa central y del este (Austria, Suiza, Bulgaria...) o en Asturias, donde la popular La Vijanera de Silió ya se festejó el pasado domingo, 8 de enero. En varios de estos festejos carnavalescos, curiosamente, coinciden personajes ataviados con pieles de cordero y hacen sonar cencerros (hasta ocho de gran tamaño por persona, en la citada Vijanera asturiana), y un oso forma parte del cortejo, igual que en Ituren y Zubieta.
En Sunbilla En Baztan, dos localidades vecinas, Aniz y Berroeta, festejarán el carnaval este fin de semana, otro tanto harán en Eratsun de Malerreka, y aguas del Bidasoa más abajo, el primer carnaval “grande” se culminará el domingo, 29 de enero, con su fenomenal desfile de carrozas y comparsas. La reciente del carnaval sunbildarra tiene mucho que contar, desde que el entusiasta vecindario decidió impulsar la espectacular demostración, antes de que se construyera el túnel y se abriera la variante de la localidad. En la memoria quedan las colas kilométricas, controladas por la Policía Foral, de coches y camiones que se formaban a ambos lados del pueblo a la espera de que el desfile recorriera las calles.
Y todavía más atrás, la humilde imagen de un akordeolari intentando animar en el arkupe de la Casa Consistorial un baile en el que prácticamente todas eran mujeres, solas porque decenas de jóvenes se encontraban lejos, trabajando de pastores en los Estados Unidos o de leñadores en Francia, y los continuos destrozos que causaban los camiones en los balcones de las casas al cruzar la estrecha travesía. Todo ha cambiado para mejor en el carnaval sunbildarra, como se podrá comprobar también este año.
ITUREN Y ZUBIETA
Las fiestas de “buena vecindad” con las que ittundarras y zubitarras camuflaban su típico carnaval en tiempos de la prohibición franquista, aquellos en los que “se prohibe todo” y en los que, como decía Manuel Vázquez Montalbán “parecía que a todos nos olían los calcetines”, en una frase pero que muy afortunada, se recuerda que se adelantaron también por la misma causa de que los jóvenes debían incorporarse a su sufrida labor forestal en Francia. Antes, se reunían en la festividad de San Antón (17 de enero) en el molino existente a medio camino de las dos villas de la regata Ezkurra y fijaban las fechas de común acuerdo, hasta que decidieron celebrarlas a partir del primer domingo de enero.
En realidad, las voluminosas polunpak se hacían sonar desde la víspera de la Epifanía, cuando joaldunak marchaban hasta Doneztebe y, en una muestra de civismo y respeto dignos de mención, antes de pasar por Elgorriaga preguntaban al alcalde si debían hacerlo “ixilik edo joka” (en silencio o sonando cencerros) por si había algún vecino de cuerpo presente. Y con esto del cambio climático, uno recuerda, cerca de Zubieta, haber vivido estos carnavales con nieve hasta media canilla pero en lujosa compañía, con Julio Caro Baroja, Javier Bello Portu y el cantautor euskaldun Mikel Laboa, ni más ni menos, y otro año en Ituren a 28º de temperatura y con un sol radiante.
Vivir el carnaval, iñauteria en la lengua del país, en Ituren y su barrio de Aurtiz y en Zubieta, dejando a un lado y sin prestar la mínima atención a las “gracias” de gente que no entiende nada en ocasiones como esta ni en ninguna otra, supone sumergirse mentalmente en otro tiempo en el que regían unas costumbres que se nos escapan. Y en un entorno natural, con el Mendaur majestuoso que preside la comarca, una arquitectura civil que se mantiene casi intacta, cabe repetirse una y otra vez las mismas preguntas: ¿Por qué se ataviaban así y hacían lo que siglos después siguen haciendo estas gentes en estos pueblos?. ¿Qué creencias, qué temores y qué intenciones les movían y han llegado a nuestros días?
normalidad El carnaval discurre ahora por caminos de normalidad, bien que con el alboroto y ruidoso jolgorio que son de esperar. Muy lejos quedan los tiempos oscuros (1937) cuando “velando por el honor y salvación de España luchan (nuestros hermanos) con tanto heroísmo como abnegación y entusiasmo, este Gobierno General, ha resuelto suspender en absoluto las fiestas de Carnaval”. Debemos “estar de corazón al lado de los que sufren los rigores de la guerra y de los que ofrendan su vida en defensa de nuestra santa causa de redención”. Nada menos.