“Comeré en la sociedad Kabi Alai y terminaré el día con mis compañeros del Kabila, aunque luego tenga que tomar bicarbonato...”, comenta con humor Antxon Elosegui. Este jueves será él quien se asome al balcón del ayuntamiento de Tolosa, abarrotado de gente a las doce del mediodía, para lanzar el txupinazo festivo para anunciar “con emoción y sentimiento” el inicio del Inauteriak más famoso de Euskal Herria.
El tolosarra, artífice de mil y una iniciativas culturales y sociales en Tolosa, se muestra feliz por tener el privilegio de encender este año la llama del Carnaval, tal y como lo ha querido la sociedad Kabi Alai al nombrarlo Inauterizale Kuttuna. “El pueblo de Tolosa se está portando muy bien conmigo, porque estos últimos años estoy recibiendo muchos homenajes, pero creo que hay mucha gente que puede recibir también este reconocimiento”, admite.
Hablar con Antxon Elosegui de Carnaval es hablar de sentimiento y de emociones, considerar la fiesta como un bien inmaterial que debe conservarse para que las nuevas generaciones puedan disfrutar de él. “Mi ilusión es y siempre ha sido cuidar el Carnaval como patrimonio de Tolosa. El Inauteriak está en el ADN de un tolosarra; escuchar Galtzaundi, Isabelita o Pastelero sensibiliza a la gente, y me parece que sería positivo que la actitud de concordia que se tiene durante el Carnaval se trasladara a todo el año”, reflexiona.
A sus 91 años, el Inauterizale Kuttuna 2023 vivirá la fiesta con las limitaciones de la edad, pero sin ninguna intención de quedarse en casa: “Si tú tienes la fuerza interna que te conecta con tu pueblo, con tus costumbres, automáticamente, participas. Pretendo seguir participando en el Inauteriak mientras pueda”, razona.
Para Antxon Elosegui los cimientos del Inauteriak son “la música, los toros y el ingenio” y, aunque lo endulza con humor, se reconoce preocupado por la deriva actual del Inauteriak: “Los tiempos cambian, y eso es normal, pero no podemos cambiar las cosas, porque perdemos identidad. La invasión de un tipo de música a la música que llamo yo sentimental, va en detrimento del Inauteriak. El Carnaval está en un momento importante, que puede coger un camino u otro. Yo siempre digo que el Inauteriak debe ser una organización desorganizada, pero bien dirigida. No quiero criticar, y a veces me cabreo, pero creo que se pueden hacer cosas para favorecer el entendimiento de todos”.
El Inauteriak ha sido “el motor de la vida” de mucha gente en momentos muy difíciles, por eso defiende Elosegui que debe ser un patrimonio a salvaguardar. “En la posguerra la gente tenía situaciones económicas y familiares muy complicadas, pero a pesar de todo se sacaron adelante los carnavales como Fiestas de Primavera. En todos los sitios estaban prohibidos, pero en Tolosa se celebraron, éramos jóvenes y teníamos la sangre caliente, y yo mismo estuve en inspección, como delegado de la txaranga Kabila”, rememora.
El ingenio es uno de los ingredientes intrínsecos del Carnaval. Elosegui recuerda parodias legendarias que han quedado para la historia: como el gargantúa del Kabila, obra de Juanito Lope; las mujeres y el lavadero que montó el Arco-Iris, el circo del Gure-Kaiola, y recuerda también las originales propuestas de Iñaki Goikoetxea, que subieron el “nivel” del Iñauteriak. “Lo importante es divertirte tú y hacer que se divierta a la gente, eso es el Carnaval de Tolosa”, concluye Elosegui.