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Navarra

El carnicero de Garralda, tres décadas entre filetes

El carnicero 'Migueliko' Barberena posa tras el mostrador de la carnicería Xankoi, donde ha atendido durante 30 años.
El carnicero 'Migueliko' Barberena posa tras el mostrador de la carnicería Xankoi, donde ha atendido durante 30 años.

La carnicería Xankoi del pueblo de Garralda sigue en funcionamiento y recibiendo clientes de los valles de Aezkoa y de Erro, pero tras el mostrador se palpa un ambiente diferente: la ausencia de Mikel Barberena. Conocido por todos y todas como Miguelico, este vecino natural de Garralda de 63 años ha dejado recientemente el cargo en la carnicería municipal tras tres décadas a su servicio. El motivo lo achaca a una operación de hernia que finalmente se dio en junio y cuya recuperación se presumía lenta, lo que le llevó a replantearse tomar una decisión respecto a una posible jubilación. "No podía cerrar tres meses porque igual el negocio se podía ir a pique, que además en verano es cuando más se trabaja. El Ayuntamiento ha hecho un esfuerzo para que el servicio no se cierre, y creo que es lo mejor para mi salud, para el pueblo y para el bien de los clientes", afirma rotundamente.

Sin embargo, Miguelico se ha podido marchar tranquilo ya que ha dejado la carnicería en buenas manos: una familia de cuatro miembros que cambió su carnicería Aitor-Saioa del mercado de Santo Domingo de Pamplona por este pequeño negocio rural en el Pirineo. Lo considera una suerte, por haber encontrado relevo y porque para cualquier pueblo de la montaña navarra supone una gran alegría la venida de nuevos residentes. "Estoy muy contento, les he estado enseñando cómo funciona todo y tienen experiencia como carniceros", confiesa.

COMIENZOS

Ya han pasado 30 años desde que el anterior carnicero, Latasa, anunciara su jubilación, Entonces, el Ayuntamiento lo sacó a subasta y se juntaron tres amigos de la zona, dos de Abaurrea Alta y él, de Garralda. "Sin saber casi nada, en 1991 cogimos la carnicería. Tuvimos que hacer unas prácticas rapidísimas, veníamos de la nada y no sabíamos nada", recuerda.

Los primeros años fueron muy duros: aprender, hacer clientela, organizar pedidos, llevar el matadero€ Pero pronto hicieron de este pequeño local un lugar imprescindible para el consumo de carne de los habitantes de Aezkoa y de los valles contiguos. Porque el cliente pirenaico es mayoritariamente carnívoro y en su dieta no falta la ternera, el cordero, la panceta de cerdo o la txistorra. Además, también se dedicaban a hacer venta ambulante con una camioneta de miércoles a sábado por los valles de Aezkoa y Erro, y por Orotz-Betelu. "Funcionaba muy bien, pero a los años de empezar, hacia el 98, nos asaltaron un sábado y nos robaron la camioneta con todo lo que teníamos dentro. Los seguros no nos respondieron y nos quedamos a dos velas. Así que al final la quitamos y nos quedamos con los repartos a domicilio", reconoce.

COMERCIO LOCAL

De carácter alegre y vacilón, confiesa que se ha sentido muy feliz en la carnicería especialmente por sus clientes. "Es una satisfacción personal muy buena haber dado servicio en la zona, poder vivir en tu pueblo y tener tu trabajo cerca de donde vives. Además, conoces a todos, hablas de todo, es un sitio de convivencia", expresa comparando el trato cercano de un negocio local con el de una ciudad. En parte, la clave de haberse creado ese buen ambiente en el local se la debe a sus compañeros de trabajo, con quienes ha "convivido con buena armonía" y a quienes agradece haber estado a su lado, especialmente a Carlos y a Elena. Pero no sólo abundan los buenos momentos en la carnicería, sino que, con el paso de los años se ha ido ganando la confianza de sus vecinos y disfruta tanto o más en los pedidos a domicilio. "Cuando voy a llevarles el pedido a casa, me toca subir muchas veces hasta la cocina y te dan las gracias por el servicio. En la pandemia también continuamos y la gente lo agradeció mucho. Es muy satisfactorio", apostilla.

Concienciado por la despoblación y el futuro de su pueblo, Miguelico ve con preocupación la supervivencia del comercio local en los valles pirenaicos y apela a las instituciones para que realicen acciones concretas que hagan revertir esta situación. "Desde que llevamos igual se han cerrado sólo en Garralda 15 casas y se ha muerto un montón de gente. Hay que inventarse cosas para seguir luchando", concluye, deseando larga continuidad a la nueva pareja de carniceros.

2021-08-19T18:08:04+02:00
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