El ¿chollo? de Chayo

Nadie es profeta en su tierra. Y mucho menos si has nacido en el seno de una familia con reconocimiento y solera. Quien les escribe estas sinceras líneas siempre ha sentido cariño (y cierta pena) por Chayo Mohedano, la hija mayor de Amador y Rosa Benito, sobrina de la universal Rocío Jurado, y prima, primísima, de la coetánea Rocío Carrasco. Su sueño, siguiendo la estela de la mejor cantante en castellano de la historia, ha sido simplemente cantar. Sin imitaciones, sin deseos de grandeza, sin Puntos de partida, pero con un toque personal y una bonita voz que, en otras circunstancias, hubiese cruzado con fuerza (sin duda) la pasarela de cualquier edición de Operación Triunfo. Y lo digo con total admiración y respeto por el mejor formato musical de todos los tiempos.

Rosa Benito y Chayo Mohedano, en la foto que compartieron en las redes.

El caso es que la carrera de Chayo se topó desde el principio con palos en la rueda. Con esas odiosas comparaciones que sufren quienes nacen a la sombra de grandes artistas. Algo parecido a lo que siempre han padecido (siendo muy grandes cantantes) los hermanos y hermanas de Michael Jackson, el propio Agustín Pantoja, o con todo lo icono que es (y ha sido) Liza Minnelli. Pero claro, por muy grande y excepcional que te muestres sobre los escenarios, tu madre siempre será Judy Garland, el mayor mito del cine de todos los tiempos. Y eso que Liza, con el paso de los años, encontró su propio camino.

Pues bien, mientras en España sigue Rocío Carrasco en el centro de la polémica tras afirmar que ni se habla ni quiere retomar relación alguna con ninguno de los miembros de su familia materna (incluida su prima Chayo), la primogénita de los Mohedano-Benito se ha marchado a Nueva York. A triunfar en la ciudad de los rascacielos, donde según la revista Diez Minutos tiene previstos varios bolos. “Cada paso cuenta. Lo importante es avanzar sin dejar muertos en el camino. Que disparen, que no me alcanza”, ha publicado estas semanas en sus redes sociales.