Podía haber sido una noche histórica para el cine con sello alavés. Ya solo estar con siete nominaciones en la gala de los Goya celebrada en Sevilla es, de hecho, un triunfo para Irati, Cuerdas y Mikel Bustamente en particular y para el trabajo que se viene haciendo en el territorio en torno al audiovisual en general. Hay jornadas que son mágicas aunque no tengan igual el final de película que se hubiera deseado. Pero seguro que llegarán otros días con más alegrías.
Estaba previsto que la gala de la trigésimo séptima edición comenzase de otra manera, pero el fallecimiento el viernes de Carlos Saura, a quien se iba a dar el Goya de Honor de este año, cambió todos los planes. Dos de sus hijos y su actual compañera recogieron el reconocimiento, pero, sobre todo, recibieron una de las ovaciones más largas y sentidas que se recuerdan en estos premios.
A partir de ese momento se vivió una noche que, como siempre a excepción de la entrega de premios de la pandemia, fue excesivamente larga y pesada. Es complicado entender cómo una entidad como la Academia de Cine, que se dedica al espectáculo, no sabe montar uno que sea emocionante, interesante y adecuado en su duración.
En el caso de las posibilidades alavesas no comenzó bien la noche puesto que los efectos especiales realizados por Jon Serrano y David Herras para Irati se quedaron sin un reconocimiento más que merecido. Tampoco pudo ser el Goya a Mikel Bustamante por su papel en Cinco lobitos, un premio al mejor actor revelación que recayó en Telmo Irureta (La consagración de la primavera) que reivindicó no solo la inclusión en la cultura o en la sociedad en general, sino también en la sexualidad. “También follamos” fue su grito, muy aplaudido, por cierto.
Con Modelo 77 lanzada, tampoco hubo suerte en el caso de Nerea Torrijos, nominada por Irati al mejor diseño de vestuario. Sucedió lo mismo con la canción original, que Joaquín Sabina y Leiva (Sintiéndolo mucho) ganaron frente a Paul Urkijo, Aránzazu Calleja y Maite Arroitajauregi. Ellas tampoco pudieron hacerse con el Goya a la mejor música original, que fue para As bestas. Tampoco Urkijo pudo llevarse el de guion adaptado.
Una de las grandes decepciones de la noche fue la de Cuerdas. El cortometraje de Estibaliz Urresola estaba en todas las quinielas como el gran favorito a mejor trabajo en la categoría de ficción, un reconocimiento que al final fue para Arquitectura Emocional 1959.
Por lo demás, la noche discurrió más o menos como estaba esperado, incluyendo el más que merecido Goya a mejor actriz revelación a Laura Galán por su papel en Cerdita. As Bestas y Modelo 77 se fueron pisando los pasos a lo largo de toda la noche con reconocimientos más que esperados para, por ejemplo, Luis Zahera como mejor actor de reparto, aunque también Cinco lobitos tuvo sus momentos de alegría, por ejemplo, con Susi Sánchez, reconocida como mejor actriz de reparto, pero sobre todo con el triunfo de Alauda Ruiz de Azúa en la categoría de dirección novel.
Así sucedió en una gala en la que tuvo que ser Fernando Esteso el que se acordarse de Agustí Villaronga, también fallecido hace poco, en la que se homenajeó a Lola Flores, en la que se lanzaron mensajes a favor de la Sanidad Pública, y en la que todo fue demasiado largo.