Algunas generaciones recordarán el llamado Circo de los Muchachos que se hizo internacionalmente famoso durante los años 60 y 70. Lo que quizás muchos desconozcan es que nació como parte de un proyecto educativo, la Ciudad de los Muchachos, creado en los años 50 en Ourense por el sacerdote Jesús Silva, conocido como el Padre Silva. Esta historia aparece ahora revelada en el documental El circo de los Muchachos que estrena Prime Video.
El escenario, Benposta, un pequeño barrio en las afueras de Ourense. Y aquella ciudad independiente que acogía a chicos sin recursos elegía a sus alcaldes, tenía su moneda propia, su aduana y pasaportes propios ... Todo muy democrático en plena época franquista. En aquel entorno, bien visto tanto por la autoridad competente como por la Iglesia, surgió el conocido como Circo de los Muchachos, un proyecto educativo orientado a lo artístico que llegó a traspasar fronteras y a pisar escenarios como los del Gran Palais de París o el Madison Square Garden de Nueva York.
Sin embargo, con el paso del tiempo, se vio salpicado por distintos conflictos tanto a nivel interno, con el padre Silva más autoritario que en sus inicios en el proyecto, como externo. En el documental, según sus creadores Pepe Coira (Hierro, Rapa) y Elías León Siminiani, se ofrece “un relato de auge y caída, luces y sombras de Benposta, la ciudad, el circo y el proyecto educativo”.
Auge y caída
La cinta ofrece las diferentes caras del Circo de los Muchachos. La más positiva, con la gran influencia que tuvo para muchos de los que pasaron por allí. Y también la más oscura, con las distinciones que el padre Silva hizo entre los niños artistas y los que no lo eran, e incluso denuncias de machismo y misoginia, homofobia, malos tratos y abusos.
Elías León Siminiani, coguionista y director del proyecto, que ha trabajado durante más de un año en el mismo, afirma que “conocía la historia, pero me pareció fascinante cuando me metí más adentro a investigarla. Nos juntamos con cerca de 2.000 horas de material, porque el cura era un obseso de la imagen y de la comunicación. Por eso grababa tanto. Tenía un imaginario muy potente que se volvió goyesco hacia el final, en la decadencia”.
El director del documental considera que “Silva salvó a muchos niños que estaban en riesgo de exclusión social, les dio una educación y les dio poder tanto político como autónomo, algo que era impensable para la época”. Pero con los años todo fue cambiando, “la educación en España cambia y el proyecto cobra otro sentido totalmente diferente y empieza a perder el sentido, también porque la institución no es capaz de abrirse a los cambios y pasa a no ser un buen lugar para los chicos”.