El reloj avanza y las negociaciones entre Sumar y Podemos se hallan intrincadas en un cruce de reproches y manifestaciones que no auguran el mejor de los desenlaces pese a que los barómetros señalan que acudir por separado a las urnas deja en bandeja la victoria a la derecha. A tres días de concluir el plazo para registrar las coaliciones electorales que concurrirán el próximo 23 de julio, la formación morada advierte a las marcas que se integran en el proyecto de Yolanda Díaz que “las exigencias, vetos y exclusiones torpedean la unidad”, en alusión a quienes demandan a dirigentes como Ione Belarra e Irene Montero que se aparten de la primera línea, igual que ha hecho Alberto Garzón. Por su parte, la vicepresidenta segunda reivindica que Sumar “no es solo un acuerdo entre partidos de izquierda” para confluir sino que es un “nuevo proyecto de país”, articulado desde la diversidad y pluralidad.
Podemos, que mantiene total discreción sobre las negociaciones, pone el foco en el retraso que llevan para llegar a un pacto definitivo, máxime cuando los morados están obligados por sus estatutos a refrendar con su militancia el posible consenso, señaló ayer su portavoz Pablo Fernández, quien asumió los malos resultados del 28-M que han llevado a la dimisión en cascada en varias direcciones territoriales del partido y a duras críticas de algunos de sus dirigentes. Por ejemplo, el vicepresidente en funciones de Baleares, Juan Pedro Yllanes, que entiende como un lastre que sigan en la cúpula morada Ione Belarra, Irene Montero o Pablo Echenique. Otros, como el coordinador autonómico de Podemos en Madrid, Jesús Santos, llamó al entendimiento con Sumar. En este sentido, el exsecretario general de la formación, Pablo Iglesias, admitió que Podemos ya no es el partido hegemónico del espacio y, aún reconociendo que sumar con Díaz es clave, como ponen de relieve las encuestas, pidió generosidad a la izquierda progresista y mandó un recado: “Liderar muchas veces tiene que ver más con ser generoso que con intentar humillar o hacer que alguien pase por debajo del futbolín”. “Hemos perdido una batalla pero no la guerra”, proclamó a su vez Fernández.
Mientras, la también coportavoz morada Isa Serra desgranó que toca ser “prudentes y discretos” de cara a las negociaciones, sin exponer ningún requisito concreto por su parte más allá del deseo de conseguir una coalición, para remarcar que “cada minuto en el que no se logra un acuerdo es tiempo valioso” que se pierde para convencer al electorado de izquierda de que “hay partido”, que es posible ganar al PP y Vox, y obtener una mayoría que consiga revalidar el Ejecutivo de coalición. Respecto a la figura de Montero, que no ha salido a la palestra en primera persona desde la aciaga noche electoral, la coportavoz del partido resaltó que las feministas han tenido un aliada en el Ministerio y que por ello se dirigen campañas contra la ministra de Igualdad: “Creo que cualquier voz que refuerce esas críticas, esas campañas contra el feminismo, lo único que hacen y consiguen es poner una alfombra roja a la derecha y a la extrema derecha”.
Díaz arma su equipo
En este contexto, Díaz va haciendo movimientos para ir conformando su equipo electoral, como el fichaje del exdirigente de Podemos Pablo Bustinduy –abandonó la formación en 2019– para incorporarlo a su equipo de campaña, una apuesta que han valorado al destacar “el enorme reconocimiento a su experiencia”. La también ministra quiso además recordar a Pedro Sánchez que “el futuro de España no se reduce a un debate entre dos hombres”, y prometió que Sumar aspira a dar “serenidad, sosiego y tranquilidad” a la ciudadanía, pero sobre todo “certezas”.
De momento, la única que se conoce a ciencia cierta es que el acuerdo a la izquierda del PSOE, de concretarse, puede llegar tarde.