No hay crónicas de los comentarios entre la cajera de un supermercado de Ohio llamada Sharon Buchanan y el comprador de un paquete de chicles de 67 céntimos de dólar sobre la situación, pero estas dos personas estrenaron el 3 de abril de 1973 el código de barras. El comprador eligió un producto con una extraña etiqueta con rayas verticales y una serie de números debajo y la cajera escaneó con una lucecita roja. Un simple pitido y la venta quedó registrada.
A día de hoy este gesto se repite 6.000 millones de veces cada jornada en todo el mundo y confirma el éxito de una idea que surgió siete años antes en una reunión de los principales directivos de la industria y distribución alimentaria. Buscaban un sistema para identificar cada uno de los productos.
La empresa IBM fue la elegida para desarrollar la idea y el ingeniero George J. Laurer acabó patentando el código de barras, un sistema de lineas verticales negras de diferente grosor, a modo de una variante de un código binario de 0 y 1, y una serie de números, que impreso en una etiqueta guardaba toda la información. Había nacido el DNI de cada objeto.
Pero esto sólo era la mitad del sistema, hacia falta un lector capaz de interpretar las barras. De crear este escáner fueron otros dos ingenieros, Jerone Swarts y Sheldon Harrison, de Symbol Technologies. Un haz de luz roja que se proyecta sobre las barras negras y los huecos en blanco. La luz es absorbida por el color negro y rebotada por el color blanco. Esta luz reflejada es recogida por el dispositivo y la convierte en una señal eléctrica que interpreta la información codificada relativa al producto. Y así quedo registrada la venta del chicle de 63 centavos.
Este sistema se expandió rápidamente por Estados Unidos y por el Mundo, a Europa llegó en 1976 vía Brusela y a nuestro país en 1981, donde el primer objeto al que se le escaneó el código de barras fue un estropajo. La BBC incluyo este invento como uno de los 50 que han creado la economía contemporánea.
De entrada ha facilitado el acto de pagar la compra. Los cajero ya no tiene que teclear cada uno de los precios, con lo que se reduce la posibilidad de cometer un error con el precio, también se reduce el tiempo de espera de los clientes en las filas de los cajeros.
Pero además, este escaneo hace que un producto físico concreto quede conectado con la información digital de la cadena de suministros, desde su origen hasta los puntos de venta, haciendo que la cadena de suministro sea más trasparente y segura. También ha hecho que el los procesos sean mas eficientes y se ahorren costes. Se ha reducido en un 80% los errores en catálogo en un 60% los recursos dedicados al intercambio de información entre empresas.
Otras ventajas de la utilizacion de estos códigos son la agilidad en etiquetar precios, un control rápido del stock de mercancías, poder hacer estadísticas comerciales, .el consumidor obtiene la lista de artículos comprado en el tique de compra, lo que permite su comprobación y eventual reclamación y permite automatizar el registro y seguimiento de los productos, entre otras.
La información del código
De entrada hay que entender que no existe un único sistema de código de barras, así, en Estados Unidos y Canadá principal se usa el sistema UPC-A (Universal Product Code) que contiene 12 dígitos, mientras que en Europa rige el EAN 13 (European Article Number). Así en EEUU, el primer dígito se refiere al tipo de producto, como alimentación o salud, los 5 siguientes indican la empresa fabricante y el resto son el producto concreto. En Europa, el caso del EAN-13 es bastante similar y solo tiene un dígito más. El primero significa el país de origen, los seis siguientes la identificación de la empresa y el resto el número de producto.
Pero estos no son los únicos sistemas, existen otros. Para compras por internet, por ejemplo, se pueden encontrar, entre otros, los Code 39, Code 128, ITF, POSTNET, o el PDF417, que está orientado únicamente a la lectura con máquinas.
Estos códigos de lineas entran en la categoría de lineales o unidimensionales, que se leen de forma horizontal. Pero con el tiempo evolucionaron a códigos bidimensionales o matriciales, que se llen tanto de forma horizontal como vertical y ofrecen una mayor cantidad de información. Los código QR o los BIDI son dos ejemplos de este tipo de código. Muchos de ellos ofrecen conexión a una URL, a una dirección web en la que se almacena información más específica. Esto ofrece una mayor transparencia al consumidor, que con los lectores en los teléfonos móviles puede acceder a un mayor y más especifica información.
La siguiente generación de estos código está en la inteligencia artificial (IA).