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El color del Carnaval llena Vitoria

Fiesta
El color del Carnaval llena Vitoria
El color del Carnaval llena Vitoria

A las seis en punto de la tarde la ilusión por el Carnaval y su colorido volvió a desfilar por las calles de Vitoria. Lo empezó a hacer al ritmo de la pegadiza canción Dance Monkey con la que la asociación de madres y padres de alumnos del colegio Urkide tras su carroza Circus, empezaron a hacer unas simpáticas y sincronizadas coreografías que no daban pie al error fruto de las ganas que todos ellos han puesto por hacerlas lo mejor posible. Y no eran los únicos porque esa alegría y marcha contagiosa también se repitió en los integrantes de las otras 22 comparsas, formados por hippies, elfos, animales marinos y hasta el escurridizo personaje de ¿Dónde está Wally? demostrando que en este 2022 no había tiempo que perder tras los dos años de parón por las restricciones de la pandemia por coronavirus.

Pero esta vez pudo ser y ni la lluvia aguó la fiesta, aunque, eso sí, para garantizar la seguridad de los asistentes, el recorrido, de 1,9 kilómetros, era nuevo, al partir de José Mardones con la avenida Santiago, en vez desde el centro cívico Iparralde, evitando pasar por el centro para esquivar las temidas aglomeraciones. Pese a estos cambios, la expectación estuvo asegurada entre los asistentes que, evitando las multitudes de otros años, tampoco perdían ojo de la marcha a ambos lados de la calzada. Este era el caso de las madres, padres, abuelos, niños de corta edad y de otros a punto de entrar en la adolescencia, que volvían a resucitar a los Carnavales de Gasteiz, aplaudiendo a las comparsas a su paso y hasta entonando melodías tan populares, como el mítico We will rock you (The Queen), evidenciando así que estas fiestas son una de las más queridas y esperadas de la ciudad, junto a la bajada de Celedón y a las cabalgatas de Olentzero y Reyes Magos.

Algunos de estos espectadores iban también ataviados para la ocasión, tal fue el caso de superhéroes, caballeros medievales, dragones y personajes de Disney y de Pixar, y muchos de los que iban de paisano, no se olvidaban de su mascarilla, puesto que sigue siendo obligatoria cuando hay elevadas concentraciones de gente.

Espíritu festivo en el centro

Desde primeras horas de la tarde, la capital alavesa recobraba este espíritu festivo, con cuadrillas vestidas al unísono, tomando potes en terrazas sin sillas libres, aprovechando los rayos de sol que lucían a las 13.00 horas, con familias y amigos que disfrutaban del vermú antes de acudir a los restaurantes donde habían reservado mesa.

De esta forma, el ambiente carnavalero volvía a inundar el centro y sus barrios aledaños. En San Martín, por ejemplo, media hora después, una vampiresa rociaba con spray verde el pelo de su pequeño Joker.

A la altura de Madre Vedruna, una familia de indios y su padre, un vaquero de gran altura, ponían rumbo al Ensanche. Ellas, con plumas rojas a la cabeza, y él con una gran escopeta, de juguete, por supuesto.

A las 13.40 horas, más cowboys, junto a un ejército de vikingos y hasta toreros, fruto de esas mezclas imposibles que solo se ven en Carnaval, se subían a un autocar aparcado frente a Marias.

En el semáforo de al lado, un simpático gallo empujaba el carrito de su polluelo con prisas, seguido por su esposa gallina.

Domadores de circos, bufones y ángeles, estos últimos en plena adolescencia, enfilaban la ciudad por la Catedral nueva. Al igual que una amatxu y sus dos ninjas vestidos de negro, mientras uno de sus txikis ejercitaba sus brincos en la escalinata de una de las puertas de este templo.

En la calle Prado

En una repleta terraza del O'Connors, tomaba asiento la familia al completo del monstruo de las galletas, sin olvidarse de Elmo, y a su vera, otro clan de superhéroes: el de Batman, Batwoman y su Batbebé metido en su particular Batmóvil.

En la del Txapela, cuatro simpáticos pulpos azules empezaron a soltar unas buenas carcajadas tras la exhibición de uno de ellos a la hora de mover sus tentáculos, después de un enérgico giro de cabeza, al más puro estilo Rafaella.

Ya en la Virgen Blanca, seguían las curiosas escenas de los festejos por Don Carnal, entre gigantes pompas de jabón, coloridos payasos y cuadrillas de unicornios. En sus terrazas, también repletas, muchos hippies, y hasta Mario Bros con su esposa Luigi, pero sin el bigote, eso sí, de éste.

Rigoberta Bandini

Por Postas, desfilaba una niña Maléfica con un tocado que para sí lo quisiera Angelina Jolie, y unas asiáticas se cobijaban del sol con unas preciosas sombrillas de papel.

La Plaza Nueva estaba a tope de punkies con pelucas ochenteras, avispas, minions y piratas.

Por Dato, desfilaba un hombre ataviado con la famosa teta del Ay Mamá de Rigoberta Bandini, mientras su acompañante le retrataba. No menos curioso era el preso sacando dinero del cajero del BBVA.

Más allá, un grupo de amigos disfrazados de cirujanos junto a un mecánico del equipo Telefónica de Fórmula 1, caja de herramientas en mano, pasaba también por Dato.

Ya en El Arca, El Caminante seguía vestido de Elfo. Y en San Prudencio los porteadores continuaban con el levantamiento de vidrio, esta vez a manos de espantapájaros, además de más gallinas. En la Kutxi, antes de las 19.00 horas, no cabía ni un alma más. Y cuando el sol cayó, todos pudieron volver a bailar con la batucada de Kumbalayé de las 22.00 horas, de la Virgen Blanca que partió en kalejira hacia el Ensanche. Hoy, otra vez, las 23 comparsas volverán a desfilar con el mismo recorrido, pero esta vez, a las 12.00.

2022-02-28T08:58:01+01:00
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