Si algo caracteriza al cómico, escritor y locutor Arturo González-Campos, con quien hemos podido reír en El club de la comedia y a quien escuchamos ahora en el pódcast Todopoderosos junto a Javier Cansado, Rodrigo Cortés y Juan Gómez-Jurado, es que no puede vivir sin cine. Tampoco sin Marvel, y mucho menos sin humor.
Si algo destaca por curioso del libro que tenemos ahora entre las manos es su origen, Space Jam 2. ¿De no haberse estrenado esta peli, habríamos tenido que esperar para ver este libro?
Probablemente habría acabado llegando a esa conclusión, o no necesariamente yo, alguien. Pero es verdad que Space Jam 2 es la que provoca el libro, es la epifanía que me hace iluminarme para escribir el libro, la historia que yo descubro debajo de esa película de los Looney Toones.
En esa peli un algoritmo lo controla todo. Parece más propio de Black Mirror que del pato Lucas, ¿no?
Claro, lo que demuestra que hasta el cine más sencillo aparentemente puede esconder para ti, si estás suficientemente receptivo a ello y tienes una actitud proactiva ante las películas -y no pasiva como está pasando últimamente-, enseñanzas. Las películas las hacen personas que no necesariamente piensan como nosotros, lo cual es bueno.
Antes teníamos lo que nos ofrecían las cadenas convencionales, lo que estaba en cartelera o en los videoclubes. Ahora tenemos una mayor oferta, y aun así nos cuesta más elegir y vamos a nuestra zona de confort.
Porque tener mucho no significa tener bueno. Ahora mismo creo que hemos perdido un poquito la relación personal con las películas. Cuando ibas al videoclub, cogías una película y pagabas un euro por esa película. Había un intercambio económico físico. Tú sabías que esa película a ti te había costado un euro y te concedía dos días para ver esa peli. De repente tenías un compromiso personal con esa película concreta. Ahora compramos las películas a cholón, pagamos una vez al mes y tenemos no sé cuántas películas. Eso no garantiza que tu relación con cada una de las cosas que esté ahí colgada sea íntima. Al contrario, de repente se convierte en masa.
Mucho más impersonal.
Claro, ¿qué te impide, si una película te está aburriendo los diez primeros minutos, decir “cambio”? Lo mismo ocurre con la música. Ahora tenemos toda la música, aparentemente, porque luego hay un montón de discos que no están ahí. Pero ocurre un poco igual. ¿Qué te impide, si Stairway to Heaven empieza tan lentita al principio, avanzar a la siguiente, que a los treinta segundos ya se anima y te da tu dosis de dopamina? Eso es lo que estamos perdiendo, esa relación personal. Pero el mundo es el que es, y no podemos cambiarlo. Es decisión personal, tiene que ser uno mismo el que decida que para él sí es un compromiso ver esa peli concreta. Tiene que ser una decisión personal, de cada uno.
Igual que habrá quien se quede con lo que el algoritmo le ofrece o vaya más allá. Usted es de los que van más allá. ¿Cuál es la peli más extraña o sorprendente que se ha encontrado?
He visto cosas... He visto naves más allá de Orión, efectivamente (risas). Me decía un amigo, cocinero célebre: “¿Tú sabes por qué yo sé si una paella está buena? Porque he comido muchas malas” (risas). Claro, a la hora de encontrar una buena paella es porque sabes que ese arroz está en el punto perfecto, que la cantidad de azafrán es la que necesita... Pero porque has probado un montón de paellas horribles, mal hechas, a punto de ser buenas, casi perfectas, hasta que has encontrado la perfecta. Entonces, efectivamente, yo he visto cosas tremendas. Recuerdo una peli alemana llamada Mutter und Sohn, que es de las pocas veces que me he estado pensando muy en serio salirme de una sala. No ocurrió.
¿Nunca se ha ido?
No, porque insisto. Creo que hay que darle oportunidades a las películas, y no sería la primera peli que es en los veinte últimos minutos donde ocurre algo de lo que aprendo.
Este no es su primer libro de todos modos. Encontramos Yo también fui a EGB... y tampoco fue pa’ tanto. Si ese chico que fue a EGB hubiera tenido que hacer una lista de pelis, ¿distaría mucho de la de ahora?
Por supuesto. Las pelis son las mismas pero tú cambias. La alquimia se modifica, y películas que a los 14 o 15 odié o me parecieron aburridísimas, las he visto ahora con mis 55 y soy capaz de entenderlas. El que ha cambiado soy yo, las películas son las mismas. Y al revés, películas que mitificabas de alguna manera, llegas y dices: “A lo mejor esta película estaba pensada para mi yo de los catorce”. Entonces sí, la lista sería muy distinta e incluiría películas que han ido saliendo en este periodo.
Otra de sus grandes pasiones es Marvel, también DC. ¿Hay alguna batalla épica que le gustaría ver?
Hay una épica de Spiderman contra Superman, por ejemplo. Hay una épica de Superman o Batman contra Hulk. Disfruto de las batallas.