La especial fórmula de tendido de los dos viaductos que sobrevolarán Bolintxu requiere el uso de potentes grúas capaces de mover hasta 800 toneladas de peso, motobombas que lanzan cientos de metros cúbicos de hormigón por segundo y cabezas tractoras para mover piezas de hasta 137 toneladas. Compleja maquinaria que está operativa tras elaborar un proyecto al detalle que incluso tiene un gemelo digital elaborado con el proceso informático denominado BIM.
Pero todo ello no serviría para nada sin el componente humano que maneja esa maquinaria o los diseñadores el proceso constructivo. Pedro Rivas valora cómo "los gruistas están en contacto con sus compañeros en tierra a base de walkie talkies dando instrucciones en directo en una coordinación casi artesanal". A pocos metros dos empleados impregnan de grasa una de las piezas macho de la gran bisagra para facilitar que encaje en la pieza hembra anclada al suelo. Rivas comenta cómo los grandes cilindros que unen esas pestañas "se meten a mano ya que tienen muy poca holgura" y aunque antes en fábrica se han hecho pruebas "un cambio de temperatura puede afectar a su encaje".
Otros operarios clave son los soldadores que se tienen que meter por una estrecha ventana dentro de las grandes dovelas para unir las varillas de hierro que dan cuerpo al hormigón. "No deja de ser un profesional quemando electrodo en una ubicación muy difícil, un trabajo duro, sin robots", valora Rivas. Asimismo, destaca el conocimiento generado entre las empresas con las que trabaja Interbiak. "La constructora de las piezas nos ha dado un valor añadido tremendo porque ha estado muy implicada con el proyectista que ha supuesto intercambiar opiniones y, por ejemplo, el reforzamiento de las dovelas".
La Supersur salva así Bolintxu