La partida que libran los dos sectores de Eusko Alkartasuna está cada vez más cerca de llegar a su final. Pero cada episodio que suma el culebrón que viven oficialistas y críticos, como el de ayer domingo en la conclusión de la asamblea extraordinaria que encumbró a la actual secretaria general Eba Blanco sin la participación de los miembros de la facción liderada por Maiorga Ramírez, sigue mostrando a las claras la enorme brecha que separa a unos y a otros. Ya reelegida líder de la formación socialdemócrata, la propia Blanco dejó la puerta abierta a los críticos para que abandonen EA, ahondando aún más en la ruptura. “Quien quiera cacarear y deslegitimar el congreso, que lo haga, pero no a costa de este partido ni bajo sus siglas”, le espetó Blanco a un bando que organizó un congreso paralelo al de Bilbao en Gasteiz.
Poco más de 50 kilómetros separan la capital vizcaina de la alavesa, pero cada vez es más patente la distancia que separa a oficialistas y críticos de EA. El papel de la formación, gestada por el lehendakari Garaikoetxea en 1986, en el seno de EH Bildu parece un escollo insalvable. Blanco -reforzada ayer domingo con el apoyo del 92,3% de los compromisarios en el palacio Euskalduna de Bilbao- lo señaló bien a las claras. Instó al sector de Ramírez -suspendido de afiliación por cuatro años junto a Iratxe López de Aberasturi, Miren Aranoa y Mikel Goenaga- a “abandonar sus egos” y aceptar las decisiones adoptadas. Sin poner paños calientes a la herida que desangra Eusko Alkartasuna -aseguró ser “plenamente consciente” del “hartazgo que han supuesto para todos” estas desavenencias-, la secretaria general les invitó a dar por bueno el resultado del congreso. “No han querido participar. No se han querido someter a la decisión de la afiliación. Si estamos aquí no es gracias a ellos, que han intentado tumbar el congreso, sino porque una jueza determinó que tiene todas las garantías legales. Los de si la pelota no es mía la pincho pidieron ayer un proceso de diálogo irreversible y lo que hay aquí hoy -por ayer- es un Congreso irreversible”, señaló. Asimismo, Blanco no quiso adelantarse a los acontecimientos. Reconoció no saber “qué va a pasar en este partido”, pero insistió en que la nueva dirección de EA -además de Blanco estarán Maider Otamendi (Secretaría de Organización), Asier Gómez (Comunicación), Nerea Martínez (Finanzas y Acción Electoral); Iker Ruiz De Egino (Relaciones Institucionales y Régimen Jurídico); y Lorena López de Lacalle (Política Internacional)- defenderá el camino recorrido “como lo hemos hecho hasta ahora o mejor si cabe”.
Democracia interna
La valoración es radicalmente opuesta desde el bando de los críticos, que celebró un acto en Gasteiz. “No son días felices. El partido y su historia no merecen el bochornoso espectáculo que la falta de democracia interna está proyectando a la sociedad”, indicaron, para a renglón seguido añadir que EA no merece ser “el único (partido) en el que sus afiliados no puedan elegir directamente a su secretario general”, incidió la concejala de EH Bildu en Leioa Eguzkiñe Agirre. Y situó el germen que ha desembocado en la pugna interna. “No es de recibo que EA recurra a la expulsión de compañeros de partido y, una y otra vez en sus comunicados oficiales, nos califique como la mafia de Maiorga al grupo humano que queremos recuperar la personalidad propia de EA en la coalición EH Bildu”.
Lamentando que en cinco años EA no haya hecho “una sola propuesta política a la sociedad”, Agirre apuntó que la dirección de Blanco “se ha limitado a tener colocadas determinadas personas en las instituciones como si solo con eso se justificase nuestra existencia”. Además de asegurar que durante el congreso de este fin de semana no se ha debatido “ni una sola enmienda” y de que se ha hecho un claro seguidismo de “la dirección marcada por la izquierda abertzale” en el seno de EH Bildu, vaticinaron que ocurrirá “lo mismo que ocurrió en el congreso de febrero”; es decir, que un juez abográ por anular las decisiones. Por último, volvieron a reclamar “dejar a un lado los personalismos y los afanes desmedidos de poder y puestos liberados con sueldo”, para canalizar las vías de solución a un conflicto que amenaza con hacer saltar por los aires los cimientos de EA.