La reacción del conjunto de la población ante la pandemia de covid fue un “reflejo de la sociedad que tenemos: egoísmo, individualismo y un sálvese quien pueda... salió lo peor”, según el análisis del doctor en Psicología, Julen Alba Muñoz, una vez transcurridos tres años desde el inicio del confinamiento.
En una entrevista, este psicólogo, que trabaja tanto en el ámbito público como el privado, recuerda que “inicialmente, se habló de una ciudadanía unida para afrontar el covid, pero las personas arrasaban en los centros comerciales con productos que no necesitaban y ante el déficit de mascarillas, si podían, compraban un montón, aunque no fueran a usar todas”.
“De cara a la galería se aplaudía a los sanitarios, pero luego, por si acaso, llenabas el depósito de gasolina de los tres coches que tienes y te comprabas todos los productos del supermercado”, detalla.
Todo este “absurdo y despropósito” procede de una “educación de base cuyos pilares son muy complicados de cambiar; son el reflejo de la sociedad y lo que siempre va a suceder: cada uno mira lo suyo”.
La explicación es el “miedo, la ansiedad por no saber lo que va a pasar”, según resalta, y explica que, con la pandemia, “se metió un ansiógeno gigantesco en la sociedad y acentuó esa ansiedad, el estrés, la depresión, y principalmente el miedo y la incertidumbre”.
Cambios sociales
A tres años vista, ese miedo ha transformado en “hipocondríaca” a parte de la población, porque “por educación no estamos preparados para los cambios bruscos, como los que supuso la pandemia en la vida de las personas, ni tampoco para ver más allá del círculo en el que nos movemos”. “La pandemia y el confinamiento significaron un cambio brutal; das por hecho que todo va a funcionar con normalidad y de un día para otro, no te dejan salir de casa, con lo que esto conlleva... pero el covid como tal sólo provocó hipocondría, el resto de problemas que han aumentado, como la ansiedad o depresión, existían y afloraron con la pandemia”, detalla. Además, durante la misma se divulgaban informaciones contradictorias sobre uso de mascarillas, lavado de manos... y se establecieron horarios en medios de transporte o todo tipo de locales que “acotaban la vida y la libertad”. Esta situación afectó “muchísimo” a la juventud en un momento en el que están descubriendo amistades y relaciones sociales, pero también al resto de la población: “A todos nos robaron años de nuestra vida”, puntualiza.
Otro sector de la población “muy afectado” fue la gente mayor, que sintió la soledad “e incluso, el abandono, y también se suman a estos colectivos las personas que viven solas, o las víctimas de maltrato que tuvieron que convivir con el agresor 24 horas al día, o las personas que recibían terapia psicológica presencial y pasaron al modo on line, lo que “puede ser útil en ocasiones, pero no de cara a una eficacia al 100%, al eliminar los gestos, las emociones, lo veo superficial”.
La respuesta social a este contexto, una vez finalizado el confinamiento y suavizadas las consecuencias del covid, ha llenado las consultas privadas de los psicólogos.
“Desde el sistema público no se da abasto; se veía que ocurriría tarde o temprano, porque los recursos psicológicos son escasos frente a la demanda que existe actualmente, y la covid solo ha hecho reventar la tubería y acentuar o acelerar los problemas”, manifiesta