Los actos que acompañan en los últimos años a las previas de los derbis, con euskal dantzas y los clásicos Gozategi amenizando la espera de los asistentes a Anoeta dio paso a un choque intenso, al menos en su primera hora de juego, que se saldó, como viene siendo habitual en cada visita del Athletic al campo de la Real Sociedad, con derrota para los bilbainos. Quizá va siendo hora, nunca es tarde, de cambiar los mensajes de las previas, hacer que el clásico ante los vecinos guipuzcoanos adquiera la enorme, casi vital, trascendencia que el choque tiene en Donostia. Está muy bien que en Bilbao se saboreen y se disfruten más los encuentros frente al Real Madrid, pero empezar perdiendo en intensidad ante un rival extramotivado no suele ser la mejor forma de encarar un encuentro. Además, si al cóctel se le añade una muy criticable actuación arbitral, la mezcla resulta explosiva.
Arbitraje al margen, el Athletic puso mucho de su parte para caer derrotado frente a la Real. Le condenaron sus propios errores, impropios en choques de esta relevancia que, por lo general, se deciden por pequeños detalles. Anoche, los detalles fueron enormes. Y el derbi deja muchas heridas abiertas en un tramo crucial de la temporada.
Para empezar, la apuesta inicial de Ernesto Valverde, que quiso repetir la fórmula del Benito Villamarín, con un doble pivote formado por Mikel Vesga y Dani García, no funcionó. No tuvo la fluidez suficiente el conjunto rojiblanco como para inquietar a su rival, que juega casi de memoria y no tiene reparos en frenar al contrario a base de faltas tácticas. Cierto es que ayer tampoco le hizo falta en exceso tirar de ello para frenar al Athletic, que se pegó varios tiros en el pie.
Reaccionó tarde el técnico, que aguardó hasta el minuto 58 del encuentro para mover el banquillo por primera vez. El tanto de Oihan Sancet a las puertas del descanso quizá frenó la intención de Valverde, cuya apuesta por dar entrada a Alex Berenguer en detrimento de Gorka Guruzeta en uno de esos cambios que pueden llevar la coletilla de “fácil”, no pudo tener reflejo en el juego, pues cinco minutos después Yeray fue expulsado en el penalti señalado sobre Kubo.
En ese mismo instante se acabaron las esperanzas rojiblancas de puntuar en un campo donde únicamente ha logrado una victoria en sus diez últimas visitas, con un paupérrimo bagaje de cinco derrotas y cuatro empates, además del citado triunfo, hace ya seis largos años.
El Athletic no pudo hacer buenos los dos empates logrados frente a Betis y Osasuna, dos equipos que a día de hoy están llamados a pelear con él por alcanzar puestos europeos a final de temporada, toda vez que la Real, a la que no se le intuye techo, si acaso el de los dos primeros puestos de la clasificación de la liga, se aleja en nueve puntos. Todo un mundo.