Dos serían los factores objetivos que contribuyen a que el derbi de mañana en Anoeta posea una significación muy particular: el recuerdo aún fresco de lo sucedido el 3 de abril en la final de Copa, así como la condición de líder de la categoría que en la actualidad ostenta el conjunto local. Cabría agregar un tercer aspecto a considerar, que más que apoyarse en un hecho tangible está conectado a las sensaciones que se viven en el seno del Athletic gracias a un rendimiento ascendente en sus últimos compromisos. Con estas premisas parece razonable anticipar que estamos en vísperas de un partido grande, que se anuncia disputado, con una fuerte carga emocional y una expectativa que si en principio otorga cierta ventaja a la Real, que también cuenta a su favor con el factor campo, concede asimismo un buen porcentaje de posibilidades al Athletic.
Unas semanas atrás quizá existían motivos de mayor enjundia para que el favoritismo se inclinase de forma rotunda del lado guipuzcoano, pero el modo en que el Athletic ha gestionado sus citas recientes ha servido para compensar el pronóstico, siquiera parcialmente. Es evidente que la apreciación se apoya en la mejoría experimentada por los hombres que dirige Marcelino porque los que Imanol tiene a sus órdenes mantienen un comportamiento muy similar desde el comienzo de la temporada. De lo que no hay duda es que se trata de conjuntos muy competitivos, lo prueba el dato de que solo han cedido una derrota hasta la fecha en liga, aunque debe precisarse que la Real ha disputado un partido más y tampoco ha perdido en los tres encuentros que lleva en la Europa League.
La trayectoria de la Real se atiene a la inercia de los dos cursos previos, en ambos conquistó plaza continental y se superó a sí misma en todos las estadísticas. Año tras año ha ido escalando en la tabla, ha marcado más goles y recibido menos. En el vigente ha pisado el acelerador y encabeza la categoría. Se diría que está rentabilizando como nunca el trabajo desplegado en Zubieta por un entrenador que ha persuadido a propios y extraños de que su método es garantía de éxito. La respuesta de la afición está en consonancia con la marcha del equipo. El seguidor txuriurdin recibe estímulos constantes de sus ídolos y corresponde creando un clima que convierte Anoeta en una olla a presión.
Es fácil lograr la identificación con un estilo de juego que aboga por el buen trato a la pelota e imposible que esa comunión no se produzca si encima la fórmula es rentable y alcanza un reflejo tan contundente en los marcadores. Sucede que el equipo no solo vive de lucirse en sus posesiones y de ser incisivo arriba. Es innegable que hablamos de un bloque sólido en la contención, agresivo como el que más si ha de serlo. En definitiva, muy completo, equilibrado. Y si hubiese que destacar a la Real por un aspecto concreto, este sería su extraordinaria versatilidad táctica y el modo en que está implicada la plantilla, pues Imanol no deja de mezclar futbolistas mediante un generoso reparto de minutos en el que participa con asiduidad el personal procedente del filial.
LA PIZARRA
Antes de un partido supone un riesgo anticipar cuál será la disposición de la Real en el campo. Para Imanol no es un problema apostar por una defensa de tres centrales o la clásica de cuatro, tampoco se corta sobre la marcha y varía el dibujo en función de las necesidades que detecta o del marcador. Puede salir el equipo con dos centrocampistas y tres enlaces con el delantero, cambiar a un 4-3-3 donde no hay un punta de referencia o decidirse por alinear a dos arietes a la vez.
La ductilidad constituye una de las señas de identidad de la Real y una virtud; una baza que explota a fondo y provoca serios contratiempos en el adversario, al que le obliga a jugar varios partidos en uno. Ese rompecabezas se manifiesta como tal para los adversarios, que a menudo no hallan respuestas adecuadas para contrarrestarlo. Los hombres de Imanol han interiorizado perfectamente el abanico de alternativas posicionales que baraja y así se explica por ejemplo que la ausencia de Oyarzabal, la estrella, la pieza que más aporta en el último tercio del terreno, no sea una merma fatal para el equipo. O que el paulatino y natural declive de David Silva sea llevadero. Ahora el canario suele ser relevado cumplida la hora y la máquina sigue funcionando a pleno rendimiento.
Oyarzabal y Silva establecen diferencias, pero no solo ellos son determinantes. Varios jugadores han ido asumiendo una mayor cuota de responsabilidad, además de Merino, que con un perfil menos vistoso que los mencionados sería la tercera llave maestra de la estructura. Gente como Le Normand, Elustondo, Zubimendi o Isak han crecido al calor de un plan que de momento vale el liderato. En la Real aseguran que no piensan en el título y será cierto, pero están poniendo las bases para erigirse en serio opositor a los aspirantes tradicionales.
Todo el papel vendido
Posible récord de asistencia. La expectación es máxima en Donostia de cara al derbi de mañana, para el que ya no hay entradas a la venta. Todo apunta a que Anoeta, tras su remodelación, podría superar su récord de espectadores, que es de 36.730, una marca registrada en el último Real-Athletic con público, en diciembre de 2020, partido en el que ganó el conjunto txuri-urdin (2-1).