El desafío mundial de Pogacar

En Suiza todos los caminos conducen a Tadej Pogacar, el fenómeno esloveno que todo lo quiere, la gran estrella, la luminaria más poderosa del firmamento. El Mundial de fondo en carretera de este domingo, 274 kilómetros y 4.500 metros de desnivel acumulado (siete giros a un trazado de 27 kilómetros), espera cincelar su nombre en piedra. Las victorias incontestables en el Tour y en el Giro y un nivel nunca antes visto en Pogacar sitúan al esloveno varios peldaños por encima del resto. Es el hombre a batir en Zúrich.

De algún modo, Pogacar corre contra el mundo, pero, sobre todo, frente a su propia figura. Nadie hay como él. “Sabemos que en las carreras en las que participa Tadej es casi imposible ganarle si todo le va bien y no comete un error o tiene un problema. Es inalcanzable”, sugiere Pello Bilbao. Sabe de lo que habla. El de Gernika fue el que más se le acercó en el G P Montreal, donde el esloveno ensayó el Mundial con un ataque lejano que le validó una coreografía de alegría y exhibicionismo para festejar la victoria. En Canadá venció por aplastamiento, que es su estilo.

Hombre libre, desatado, un gigante a pedales. Pogacar, que se mide a la historia desde esa pose de muchacho travieso, pizpireto y juguetón, desea igualar la campaña mágica de Eddy Merckx en 1974 y la de Stephen Roche en 1987, que se pintaron en amarillo, en rosa y en arcoíris. Otro hito que lograr por el ambicioso y hambriento esloveno, el pequeño Caníbal. Un hombre a la victoria pegado.

Aunque no alcanza el grado de obsesión, los que conocen a Pogacar destacan que la conquista del Mundial es una misión para él. No solo un logro más que almacenar en su Fort Knox de títulos y laureles. Pogacar quiere transcender. A diferencia de las otras victorias, el Mundial posee el encanto que concede el vestir de manera única durante todo el curso a su poseedor. Un aura que todos anhelan.

Ocurre que en una carrera que se espera exigente, con cotas Kyburg (1,2 km con promedio del 12% y máximas del 16%), el Zürichbergstrasse (1,1 km, media del 8% y máxima del 15%) y el Witikon (2,3 km al 5,7% y máximas del 9%), la candidatura del esloveno parece imbatible. Además de su poder intimidatorio, el esloveno acude con una selección apabullante y con los roles muy definidos a pesar de la ausencia de Mohoric, que no disputará la carrera por una caída. Pogacar, al que todos temen, es la máxima figura del Mundial. Criatura mitológica.

El resto de rivales

A partir de ahí, a su lado estará Primoz Roglic, otro gran ciclista que no parece que se supeditará a los designios del genio esloveno y buscará una rendija aunque compartan selección. En Bélgica la apuesta será Remco Evenepoel, campeón en 2022 tras una escapada sideral y al que el recorrido le concede elevadas dosis de pelea por la gloria. Además, tras el doble oro en París en crono y ruta y el arcoíris contrarreloj del pasado domingo, el belga accede con el punto de forma exacto y la confianza reforzada después de su rendimiento.

En los Países Bajos, Van der Poel, campeón del Mundo en Glasgow, ha aligerado su cuerpo para poder combatir con Pogacar y Evenepoel cuando aparezcan las cotas.

Mathieu van der Poel. Efe

En Francia la apuesta será Alaphilippe, doble campeón del Mundo. Suiza, el país anfitrión, cuenta con Marc Hirschi como estandarte. El helvético está en un gran estado de forma.

El australiano Michael Matthews o el eritreo Biniam Girmay son otros perfiles que pueden entrar en la ruleta si la carrera no salta por los aires con el zarandeo del esloveno, un dinamitero de mecha corta.

Remco Evenepoel. Efe

En ese hábitat, entre los opositores al cetro, Pello Bilbao parece la mejor de las opciones vascas. “Estar en esta condición me da mucha moral de cara al Mundial. Creo en mis opciones. En una carrera como el Mundial, en la que se llegan con las fuerzas justas porque es una carrera agónica en la parte final, creo que puedo tener buenas opciones para pelear entre los diez mejores”, expuso a este periódico después de ser segundo en Montreal.

Pello Bilbao. Bahrain / Sprint Cycling

Alex Aranburu, que fue segundo por un suspiro en Valonia, es otra opción. El de Ezkio rindió de manera notable en las clásicas de Canadá y no es descartable que se asome delante. Mikel Landa, que completó un gran Tour (fue quinto) y una buena Vuelta, es el otro nombre de la presencia vasca de una carrera que confluye en el astro esloveno. El desafío Mundial de Pogacar.