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“El descenso fue duro, paré dos veces porque sentía que me congelaba”

Un amigo de Josu, alpinista de Igorre y que salió ileso del alud en la Patagonia, cuenta cómo fue la bajada desde el glaciar
Josu Linaza es guía profesional de montaña y comenzó a escalar junto a su aita cuando apenas tenía 14 años. | FOTO: MENDI GUIDES

La montaña es maravillosa, también caprichosa y no está exenta de peligros, ni siquiera para expertos y preparados alpinistas como los vascos Amaia Agirre, Iker Bilbao y Josu Linaza, con una larga trayectoria en escalar paredes de montes de todo el mundo. Una avalancha de piedras y nieve les sorprendió el jueves sobre las 10.00 de la mañana tras haber alcanzado el pico Fitz Roy, en la Patagonia Argentina. Amaia, de 31 años, natural de Urnieta pero afincada en Aragón, e Iker, nacido en Durango hace 29 años, siguen todavía desaparecidos tras ser arrastrados por el alud de piedras y de nieve. El arratiarra Josu Linaza, de 30 años, tuvo suerte y pudo sortearlo. Caminando llegó al pueblo más cercano y dio la voz de alarma. Sin embargo, su recorrido, con temperaturas bajo cero, con un temporal de viento y nieve, fue “extremadamente duro y agotador”, tanto, que sintió en momentos que sus fuerzas “flaqueaban” y que su cuerpo se “congelaba y que no podía llegar”. Así se lo contaba a un amigo de la cuadrilla de Igorre: “Me ha contado que la bajada fue tremenda, muy complicada. Físicamente está bien, pero muy tocado anímicamente. Vio cómo sus amigos eran arrastrados por la nieve sin poder hacer nada para evitarlo”, comentó a este periódico el amigo de Josu, quien pudo hablar con él durante unos minutos por teléfono el viernes por la noche, tras conocer la triste noticia de lo sucedido.

Según cuenta este amigo, Josu tuvo que parar en el camino hasta en dos ocasiones, porque estaba “con hipotermia” y sentía que su cuerpo se congelaba. “Avanzar era muy difícil”, le contó. El tiempo corría en su contra. La tormenta y las bajas temperaturas a 2.000 metros de altitud no le dejaban muchas opciones. Tras perder de vista a sus dos amigos y compañeros de expedición, tuvo que enfrentarse en soledad y sin el material –arrastrado también en la avalancha–, a la montaña en toda su crudeza. En ese momento la preparación física, y sobre todo “la mental”, juegan, sin duda, un papel fundamental para conseguir hacerse más fuerte que la propia montaña y sortear así los azotes sin dejarse vencer. No fue fácil, pero Josu logró, con esa garra que caracteriza a este apasionado de la montaña desde que era un niño, sacar las pocas fuerzas que le quedaban.

Durante no sabe calcular cúanto tiempo, el de Igorre caminó por la nieve hasta alcanzar el pueblo base más cercano. Casi exhausto, con hipotermia y sin apenas aliento, tomó un teléfono para ponerse en en contacto con el presidente de la Federación vasca de Montaña, Zigor Egia, a quien le informó de lo que había sucedido. “En estos momentos hay unas familias hechas polvo y una comunidad montañera que también lo está”, afirmó el viernes por la noche Zigor Egia, en relación a la situación que ha dejado en luto a la familia montañera vasca.

ExpedicIón preparada

Josu, Iker y Amaia comparten una pasión, la montaña, y, como en otras ocasiones, habían preparado con detalle, tiempo e ilusión el ascenso al pico Fitz Roy (cerro Chaltén), situado a 3.405 metros y ubicado al oriente del campo de hielo Patagónico Sur en la frontera entre Argentina y Chile.

El jueves, Iker, Josu y Amaia madrugaron y, provistos del material necesario, iniciaron el ascenso por el montañoso al cual pertenece Fitz Roy, por la vía Afanassieff, y que conforma uno de los grandes nunataks del campo de hielo patagónico sur. Según explican los montañeros profesionales, esta montaña, a pesar de que la altura no llega a la mitad de la de los gigantes de los Andes, tiene la reputación de ser de “dificultad extrema”, ya que presenta enormes “extensiones de lajas casi verticales, pulidas y resbaladizas sobre las que baten constantemente vientos de enorme fuerza, lo que exige una máxima pericia técnica por parte del escalador. Sin embargo, a este grupo de alpinistas vascos la avalancha les sorprendió en uno de los glaciares, mientras descendían tras haber escalado el pico. “Josu me comentó que según bajaban escucharon un ruido que les alertó”, cuenta el amigo del alpinista. De repente, y sin tiempo de reacción, una avalancha de piedra y nieve húmeda pilló a Iker y Amaia de lleno, mientras que Josu, situado en una esquina, pudo protegerse y salvarse de no ser arrastrado hasta la grieta junto a sus otros dos compañeros. “Ese momento fue terrible. Todo fue rápido, no pudo hacer nada. Josu tuvo suerte, no sabe cómo, pero se protegió y no acabó sepultado por la nieve”, cuenta.

Josu Linaza continúa en la Patagonia en compañía de otros escaladores vascos a la espera de que mejore el tiempo y pueda regresar a casa. A pesar de todo lo que tuvo que sufrir y los riesgos que corrió en el duro descenso desde el glaciar en el que les sorprendió el alud de nieve, Josu se encuentra en buen estado, aunque moralmente muy tocado. “Eran sus amigos, compañeros de expedición y siente una gran impotencia por no haber podido hacer nada. La situación es dura, muy triste”, lamentó el presidente de Ganguren Mendi Taldea de Galdakao, Pedro Mari Aizarna, de la que Josu es socio desde que nació hace 30 años.

Sus padres

No han hablado aún con Josu

En Cantabria. La familia de Josu no ha podido hablar todavía con él y espera hacerlo en las próximas horas. Se encuentran en un pueblo de Cantabria donde están pasando el fin de semana, pero están al corriente de todo lo que ha ocurrido en la Patagonia y de la situación de su hijo, a través del presidente de la Federación vasca de Montaña, Zigor Egia, que mantiene desde el principio hilo directo con el alpinista. Es Egia quien mantiene informados a los aitas. Lo que les han comunicado es que el tiempo en la Patagonia Argentina es “muy malo” y que hasta que no mejore no podrán iniciar el traslado del montañero a Euskadi. Esperan ver a su hijo pronto para poder abrazarlo.

22/01/2023