Álava ardió el lunes por Maturana y Mendoza, en plena ola de calor, con temperaturas por encima de lo habitual y al inicio de la cosecha de los campos de cereal. Agricultores de los pueblos afectados y de otros de alrededor son los primeros en reaccionar, arrancar sus tractores enganchados al chiser y hacer cortafuegos en condiciones evitando así que las llamas se adentren en los bosques de la sierra de Badaia, evitando, en definitiva, males mayores.
A ellos se unen bomberos y ertzainas que, incluso, tienen que evacuar a bañistas del pantano entre el temor y el miedo. Ambos incendios se saldan con hectáreas de trigo y cereal arrasadas, cosechas perdidas, fincas ya cosechadas quemadas, monte bajo y ribazos calcinados. Por suerte, no hay que lamentar heridos al quedarse las llamas a la entrada de los pueblos. De momento, los agricultores siguen pendientes e incluso mantienen retenes para vigilar la situación, teniendo en cuenta que las previsiones meteorológicas pronostican jornadas de calor y más calor en Álava.
A echar una mano acuden agricultores llegados desde Estarrona, Hueto, Trespuentes, Mártioda, Ullibarri, Gereña, incluso la alejada Subijana de Álava. Una rápida intervención al volante de una docena de tractores que logra impedir que las llamas se adentren en la sierra de Badaia, en los pueblos de Trespuentes o en Mendoza y en Maturana, en el caso del incendio de la zona de Garaio. El día después a los incendios, las llamas están sofocadas, no así el miedo a nuevos episodios. La cosecha continúa, ya que aún falta mucho cereal por cosechar.
“Hemos sido los agricultores los que hemos dado la talla y apagado el fuego”
Asier Ortiz de Mártioda es uno de los muchos agricultores que el lunes ayudó a sofocar el incendio de Mendoza que tantos daños ha causado en los cultivos de cereal. “En el minuto uno, no pude estar porque estaba cosechando en otra localidad, pero en cuanto vimos el humo, llamamos a casa porque ya intuíamos que el fuego se había desatado por la zona de Trespuentes, Mendoza o Hueto; en cuanto nos confirmaron la situación, dejamos la cosecha y acudimos, unos veinte minutos después de ver la humareda”, rememora.
En su caso, ayudó con el tractor y una cisterna que cargó con agua cogida del río. “Para cuando llegamos ya había muchos agricultores con sus tractores echando una mano; de Mendoza, todos, pero también de pueblos de alrededor; gracias a ellos, si no el incendio llega a Trespuentes, a la sierra de Badaia o al mismo pueblo de Mendoza; llegamos antes que los Bomberos, lo sé porque cuando estaba cargando la cisterna de agua pasaban ellos por el puente, y eso que yo no estuve desde el minuto uno”, cuenta.
Explica Jon que en la parte de Garaio actuaron desde la Diputación, con un buldozer, un par de avionetas y un helicóptero; con todo, calcula que 50 hectáreas quedaron arrasadas, la mayoría sin cosechar, ya que los cerealistas acababan de iniciar la recolección; en algunas fincas se ha pedido el cien por cien del trigo y de la cebada, arrasadas al completo; fíjate para arder un campo de hierba verde.”, describe. Y en la zona más boscosa, a la entrada del parque de Garaio a la derecha, “ahí se quemaría bastante terreno” –calcula–, ya que había un foco importante que acabó con parte de la vegetación de monte bajo; “lo más afectado está entre Maturana y Mendixur”, dice.
Jon recuerda otro incendio de hace dos o tres años en la zona de Ezkerekotxa, en Iruraiz-Gauna, y un par de sustos en Dulantzi, pero “llevábamos un par de años tranquilos”, reconoce. En cualquier caso, “tan fuerte como el del lunes no recuerda otro desde hace seis o siete años en Etxabarri-Urtupiña; con todo, “éste, sobre todo de cuatro y media a siete de la tarde fue pasote; luego ya dejaron de verse llamas tan fuertes”, indica.
Además, a raíz del incendio, relata “el cristo que se montó al evacuar a los bañistas del pantano de Garaio; ahí los ertzainas no anduvieron muy finos; tenían que haber dejado la parcelaria para que saliera la gente, pero entre bomberos, coches y la humareda, hubo un poco de caos en el momento de la evacuación”, añade.
“Si no llegamos a hacer un cortafuegos en condiciones...”
Raúl Iturricha, agricultor de Mendoza, estaba en casa, precisamente reparando su averiada cosechadora cuando un vecino pasó y le alertó de lo que sucedía. “Oye, que se está quemado..., que ha prendido una cosechadora...; rápidamente enganchamos el chiser y fuimos a echar una mano”, relata ya con el fuego sofocado al completo.
Los agricultores de Mendoza fueron los primeros en llegar a la boca del incendio. “Sí, sí, también vinieron los Bomberos, pero lo cierto es que si no se llega a hacer un cortafuegos en condiciones con los tractores, poco se podría haber hecho, y el miedo que teníamos los agricultores es que las llamas se adentraran en el monte porque se hubiera complicado la situación, ya que el fuego llegó a menos de cuarenta metros y estamos a los pies de la sierra de Badaia”, sitúa Raúl Iturricha. Por la dirección del viento, “corría más peligro Trespuentes que Mendoza, que quedaba a un lado; con todo, el fuego se quedó a apenas cincuenta metros de la primera casa del pueblo; si hubiera soplado viento del sureste, habríamos tenido más problemas”, puntualiza.
Sus fincas tampoco se libraron de las llamas. “Daños ha habido, no muchos, pensaba que iba a haber más; al final, no creo que sean más de diez-doce hectáreas porque también ha afectado a fincas ya cosechadas y a monte bajo; la actuación fue buena y rápida, de no intervenir pronto se habría quemado mucho más terreno; lo primordial fueron los cortafuegos”, destaca.
A las seis y media de la tarde, Raúl ya estaba en casa, con el chiser recogido y el fuego extinguido. Sin embargo, para él y otros cerealistas, la cosecha acaba de empezar, ya que todavía falta por recolectar más del 60% del cereal y la ola de calor no se extingue en Álava.
En episodios extremos de calor como el actual, los agricultores siempre están alerta, incluso en ocasiones se plantean parar la cosecha, al menos durante las horas centrales del día, de dos del mediodía a seis de la tarde, pero al mismo tiempo temen no acabar la campaña en condiciones.
“Claro que te planteas parar, lo que ocurre es que el clima de Álava es como es y, aquí, cosechas cuatro días seguidos y al quinto hace mal tiempo; la gente piensa que el agricultor se monta en la cosechadora y ya está, que no tiene miedo; sin embargo, llevamos extintores y ponemos todos los medios a nuestro alcance, pero cuando pasa algo de esta magnitud es incontrolable”, lamenta.
“Juegas con dos grandes miedos: al tiempo y al fuego”. Tampoco descarta que a futuro se adopten medidas para cosechas con temperaturas tan elevadas. “En Rioja ya se ha tomado alguna al respecto, y ya sabes como reza el refrán: Cuando las barbas de tu vecino veas quemar, pon las tuyas a remojar”.