La Gioconda, uno de las pinturas más celebres del mundo, cuelga del Louvre, el gran museo de París. Obra maestra imprescindible del genio Leonardo da Vinci, de la Mona Lisa destaca la técnica con la que fue concebida.
Su enigmática sonrisa, un misterio que pervive maravilloso, nace del sfumato, una técnica pictórica que se obtiene por aumentar varias capas de pintura extremadamente delicadas, proporcionando a la composición unos contornos imprecisos, así como un aspecto de antigüedad y lejanía. En la París-Niza, una de las pinacotecas del ciclismo, colgaron varios retratos.
El de Matteo Jorgenson, nítido y feliz, mostraba al campeón, bien dibujada la sonrisa, cincelada. El busto del vencedor. Trazo firme, sin especulaciones. Repleto de determinación.
En la galería de rostros de la carrera francesa, convertida en una tempestad, se adivinó la imagen borrosa, desdibujada, de Primoz Roglic, como si el tamiz de la competición le hubiera aplicado el sfumato.
Una mueca de dolor le atravesó la cara, cicatrizada por el frío, que le horadó hasta el tuétano el día de cierre. Quedó congelado Roglic, un ciclista excelso.
Padeció el rigor del invierno cruel que agujereó la Carrera del Sol, convertida en un tormento. Un mal comienzo. El esloveno, un ciclista mayúsculo, concluyó la prueba aterido, camuflado en el anonimato, un lugar inesperado para una de las grandes estrellas del ciclismo.
Lejos de su mejor versión
Fue décimo en la general, lejos de lo que se supone por calidad, capacidad y currículo. En un escaparate en el que se analizan bajo el microscopio las prestaciones de los mas grandes, que no entienden la competición con otro lenguaje que no sea el de la victoria o las exhibiciones, las dudas crecieron alrededor de Roglic a modo de una enredadera.
Sin embargo, en su equipo consideran que están en el buen camino en un proceso de aprendizaje mutuo que necesita tiempo. “En términos generales de la carrera, el resultado no es, por supuesto, el que buscábamos, pero nos vamos a casa con un quinto puesto en la general de Aleks (Vlasov), además de una victoria de etapa (del propio Vlasov). Hay mucho que aprender dentro del equipo para el futuro y trabajaremos junto a Primoz para realizar mejoras, pero estamos seguros de que estamos en el camino correcto”, explicó Patxi Vila, director del Bora, en declaraciones difundidas por su equipo.
Roglic no fue él, no al menos el que se conoce, alterado su rendimiento no sólo por el frío que le mordió el espíritu y le dejó sin respuesta en el cierre de la París-Niza. Piel de mudanza la del esloveno, que lidera el Bora después de su extraordinario periodo en el Jumbo (ahora Visma). Roglic está en plena digestión y asimilación de la llegada al Bora.
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“Esta fue mi primera carrera con un equipo nuevo, con nuevos compañeros y una nueva estructura. Debemos aprender cómo trabajar juntos mejor. Creo que lo hicimos bastante bien esta semana y es una buena base para progresar. Por supuesto, siempre hay cosas en las que podemos trabajar y seguro que vamos a intentar mejorar en las próximas carreras”, radiografió el esloveno a la conclusión de la carrera.
Mejoría imprescindible
Roglic y el Bora deben aún mezclar y empastar mejor para elevar el rendimiento de un competidor formidable. El proceso de conocimiento y adaptación aún no es del todo satisfactorio. En un ciclismo caníbal, que galopa tan rápido que el futuro es ayer, alcanzar velocidad de crucero se antoja imprescindible para el esloveno.
Nadie espera a nadie. Roglic se mostró en la cuarta etapa con un ataque en Mount Brouilly que años atrás –en 2021 fue el mejor de la París-Niza– le hubiese servido para coronarse en la carrera. Ese día finalizó séptimo.
Cada año se corre más rápido. Roglic aún no está en esos parámetros. Necesita acoplarse y progresar, al igual que su equipo, que todavía no se ha amolado del todo al esloveno. Se precisa cierta paciencia para que todas las piezas se ensamblen con eficacia. De momento, el puzzle está incompleto.
Nada que ver con su pasado reciente en el Jumbo, una estructura que sentía como su casa y en la que la simbiosis era perfecta y la comunicación fluida. El conocimiento mutuo era perfecto. Una relación afinada al milímetro. El proceso de reconversión exige cierto tiempo y el mejor perfil de Roglic está por llegar.
15 victorias en 2023
Es evidente que ambas partes no lograron complementarse del todo en el debut del esloveno, donde imperaron los tonos grises frente al festín de colores brillantes con el que dio comienzo al pasado curso, donde totalizó 15 victorias. Unas cifras sólo al alcance de las grandes estrellas.
Por eso, el contraste del amanecer de Roglic, campeón del Giro y de tres Vueltas entre otros logros, en 2024 respecto al almanaque de 2023 es muy acentuado.
Roglic conquistó sus primeras cuatro competiciones del pasado año. Enlazó las victorias de la Tirrreno-Adriático, la Volta a Catalunya, el Giro de Italia y la Vuelta Burgos. En el resto de la temporada sólo se bajó del podio en los Tres Valles Varesinos (4º).
Cerró el cajón en la Vuelta, donde se impuso en dos etapas, venció el Giro dell’Emilia y acabó la campaña con la tercera plaza en Il Lombardia, donde los caminos de Roglic y el Jumbo se separaron. El esloveno de la amplia sonrisa en el retrovisor del pretérito posa ahora con una mueca tras el sfumato de un inicio inesperado en el Bora. Difuminado Roglic.
El Euskaltel-Euskadi compite en la Nokere-Koerse
Con cinco victorias en lo que va de temporada, Tim Merlier es el gran favorito para lograr el triplete en la Nokere-Koerse, clásica belga de 188 kilómetros. En la salida estarán especialistas como Jasper Philipsen (Alpecin), Arvid de Kleijn (Tudor), Fabio Jakobsen (DSM), Álvaro Hodeg (UAE), Milan Menten (Lotto) y Pascal Ackermann (Israel) dispuestos a pelear con Merlier.
El Euskaltel-Euskadi formará para la carrera belga con Jon Aberasturi, Xabier Berasategi, Xabier Cañellas, López de Abetxuko, Gotzon Martín, Unai Zubeldia y Xabier Isasa. Aberasturi y López de Abetxuko, los hombres rápidos del equipo, son las apuestas para la velocidad. La Milán-Turín es la otra carrera de un día que se disputa este miércoles. Se espera una resolución al esprint en la prueba italiana, de 177 kilómetros