Que los animales son grandes amigos del ser humano es un hecho que se ha reafirmado aún más, si cabe, a lo largo de la pandemia. Y es que perros, gatos, conejos y todo tipo de criaturas se convirtieron, si aún no lo eran, en un compañero de viaje para muchas familias y personas, a las que ayudaron a sobrellevar el encierro con su inestimable compañía. Pero los beneficios y bondades de estar rodeados de estos amigos de cuatro patas se conocen desde hace siglos, desde que se produjera la domesticación de perros y gatos.
Y, en la actualidad, de las ventajas que tiene rodearse de animales saben sobradamente la psicóloga Josune Azpiroz y la técnico en Intervención Asistida con Animales Alba Casasola. Ambas, aunque por separado, tienen un mismo objetivo: a través de sus asociaciones comparten su amor por los animales con quienes lo necesitan, y en escuelas, residencias de mayores, etc.
En el año 2011 en Alsasua nació Biak Bat, una entidad sin ánimo de lucro fundada por Iosu Méndez y Josune Azpiroz y dedicada a las Intervenciones Asistidas con Animales, con el fin de atender a las necesidades psicosociales y educativas existentes “desde su compromiso social y convicción del gran apoyo que los animales pueden aportar a las personas con necesidades específicas”. Y algo más tarde, en 2020, vio la luz en Urrunaga la asociación Astoburua Elkartea, una iniciativa emprendedora y novedosa especializada en asnoterapia, o lo que es lo mismo, terapias con asnos, de la mano de Alba Casasola.
Pero, ¿qué son las intervenciones asistidas con animales? Se trata del conjunto de intervenciones realizadas en ámbitos de diferente índole (terapéutico, sanitario, educacional, ocupacional, lúdico, etc.) destinado a un colectivo social (personas enfermas, infancia, tercera edad, personas en riesgo de exclusión…) en las que participa un animal como elemento diferenciador, porque recuerda Casasola que estas intervenciones las hacen los mismos profesionales. “Los animales aportan todo este elemento motivador, como la naturaleza, pero no es una categoría especial de intervención”.
Y para hacer realidad el sueño de combinar sus dos pasiones, los animales y ayudar a las personas, el esfuerzo y el trabajo duro han sido claves para ambas. Azpiroz recuerda que ella es psicóloga, y su compañero educador canino. “Él ha crecido siempre rodeado de animales, y en mi caso ha sido un poco a la inversa. Yo siempre digo que hay gente que nace con ese amor y con ese vínculo con los animales, y otros que nos hacemos con el tiempo y con las vivencias”.
Al fin y al cabo, el amor por los animales es una de las claves de estas actividades, estar en compañía de perros, gatos, burros, y junto a ellos compartir momentos de tranquilidad y cariño, algo que en otros países de Europa también está más extendido. Pero, ¿a nivel socioeducativo y psicosocial qué beneficios aportan estas intervenciones? Esta psicóloga reconoce que le facilita mucho el trabajo, porque trabaja con menores con autismo, con diferentes necesidades, diversidad funcional, etc. Y en estos casos, así como en el de niños y niñas de infancias con violencia de género, asegura que la presencia de los animales son grandes aliados en las sesiones. “Como profesional me facilita, y a través del vínculo que se crea en las sesiones, esa es la base del trabajo. Esa persona y ese animal establecen un vínculo o una relación a través del cual yo voy a ir construyendo el trabajo que quiero hacer para los objetivos que he establecido previamente”. Y es que ese vínculo entre persona y animal ayuda a que el proceso sea más rápido, que la vivencia sea más positiva...
Astoburua elkartea nació también, precisamente, para dar buena muestra de todas las virtudes que tiene la compañía de los burros. Antes de nacer este proyecto, algunas personas que ahora conforman el equipo realizaron varias formaciones de intervenciones asistidas con animales, y en una de ellas descubrieron a los burros. “A raíz de conocerlos ahí, y al vivir también en una zona rural, se daba la posibilidad de incorporar burritos a la familia, y así lo hicimos”, recuerda Casasola, que explica cómo cogieron un par de hembras de una raza de Encartaciones, y después llegó un macho que se incorporó a la familia. “La cuarta miembro llegó porque una de nuestras burrillas venía en estado de gestación”. Así fueron fundando la asociación, trabajando con personas del entorno con algún tipo de circunstancia a las que la compañía de estos animales les pudiera beneficiar, y también han hecho actividades de ocio con los menores de la zona, etc. Pero, ¿qué aporta la compañía de los equinos al bienestar de las personas? Casasola explica que los equinos en general y los burros también, a nivel físico, tienen una particularidad que es la calma. “La calma que tienen para enfrentarse a las cosas nuevas nos da muchas oportunidades a la hora de trabajar con ellos”, recuerda esta técnico, que explica que “son espejos. Según estés tú, así van a reaccionar ellos”.
Y sus virtudes son distintas en función de las distintas necesidades. En ese sentido, Casasola explica que para personas con ansiedad, por ejemplo, lo que aportan los burros es el momento de calma y bienestar. Una de las herramientas que usan, precisamente, para casos de personas con ansiedad es el hecho del cuidado de los animales, la rutina. “Intentamos generar una situación de estabilidad”. Por otra parte, en el caso de personas con depresión intentan “que las personas se sientan útiles. Estás cuidando de unos animales de una gran envergadura, y adaptarte a estos animales te hace estar en un estado de aquí y de ahora. Ahí estás generando una actividad mental que te hace decir Ostras, soy capaz de esto. Estoy cuidando de esta manada de animales de más de cien kilos cada uno”. Otro ejemplo es el caso de las personas con trastornos del espectro autista, que permite reforzar contenidos curriculares haciendo un trabajo mutidisciplinar, e incluso reforzar habilidades a nivel social y educativo.
Una familia
Porque estos animales y su compañía es un remanso de paz y un foco de aprendizaje, son parte imprescindible de la familia que se ha formado alrededor de estas asociaciones. En el caso de Biak Bat, Azpiroz asegura que ahora tienen perros, gatos y una tortuga, pero antes tenían muchos más compañeros (ovejas, caballos, gallinas, etc.). “Cada animal puede aportar muchas cosas. Los perros son más fáciles de transportar, y en general las personas ya tienen ese vínculo con ellos, y con gatos, y si ampliamos los animales podríamos incluso ampliar el espectro de los beneficios que podríamos obtener”.
Pero además de con niños, las residencias de personas mayores es otro de los lugares a los que acercan estas intervenciones con animales, consiguiendo que el día que pasan con ellos se convierta en un momento especial, lleno de felicidad y cariño. “No solo el día que vas, sino también el día anterior. Si por ejemplo ya saben que los martes vamos con los perros, el lunes ya están pensando en la ropa que se van a poner cuando vengan los perros, y las personas que trabajan con ellos nos cuentan que esos beneficios se mantienen durante todo el día”, reafirma Azpiroz, que recuerda que suelen encontrarse más sonrisas, más interacciones entre ellos, intención de interactuar con su entorno, etc. “Cuando entran los perros sonríen, empiezan a llamarlos”, explica, porque aquí ellos se convierten en cuidadores de los animales.
Aunque para que todo esto sea efectivo, esta psicóloga recuerda que es imprescindible que se regule, que haya una ratio animal/personas que pueda garantizar que haya una interacción social de calidad. Algo con lo que coincide Casasola, que señala que en todo esto “es muy importante también la parte del bienestar animal”. Al fin y al cabo, estos animales, muchos de ellos a los que se les ha dado una segunda e incluso una tercera vida, han llegado para hacerse un hueco en la mente de quienes comparten un ratito con ellos. Porque, a pesar del pequeño tamaño de muchos de ellos, su corazón es enorme.