Expertos Ópticos-Optometristas advierten que los cambios hormonales propios del embarazo suelen provocar sequedad ocular, cambio de graduación, visión borrosa e hinchazón en los párpados, “síntomas que desaparecerán tras el parto”.
Durante la gestación el cuerpo de la mujer retiene más agua y aumenta su volumen sanguíneo y su presión arterial. Por ello, advierten, es posible que la visión sea ligeramente borrosa en alguna temporada, y que los ojos se resequen o se irriten con mayor frecuencia.
Además, la retención de líquidos hace que se hinchen los párpados y puede cambiar la forma de la córnea, lo que afecta al uso de las lentes de contacto. Muchas mujeres experimentan también un aumento de la miopía.
“Algunas mujeres notan que su visión empeora durante el embarazo. En la mayoría de los casos, está pérdida de visión responde a los cambios hormonales típicos de este periodo y sus efectos suelen desaparecer después de dar a luz”, aseguran los especialistas , pero también advierte de que, “en ocasiones, la visión borrosa puede ser síntoma de un problema subyacente, por lo que es importante prestarle atención”.
Algunas mujeres sufren diabetes durante la gestación, lo que desencadena también la visión borrosa. La diabetes gestacional desaparece poco después de dar a luz, pero se debe controlar minuciosamente, ya que es un grave problema para la salud. Del mismo modo, la anemia y la hipertensión arterial durante el embarazo se manifiestan con visión borrosa, acompañada de dolores de cabeza.
“Para paliar la sequedad ocular, con sensación de cuerpo extraño, quemazón, picor o incluso, lagrimeo excesivo, el óptico-optometrista es el profesional indicado para proporcionar las gotas idóneas que alivien estos síntomas, evitando algunas soluciones con ingredientes activos no recomendables durante el embarazo”, manifiestan estos expertos.
La hinchazón alrededor de los ojos también es común en el embarazo; aunque no es nada grave, puede ser incómoda e interferir en la visión periférica. Para reducir la inflamación, se recomienda aplicar compresas sobre los ojos cerrados o salpicar agua fría en la cara, beber mucha agua y limitar el sodio y la cafeína en la dieta
A partir de la semana 32, debido a la progresiva retención de líquido en la córnea y el cristalino, puede producirse un aumento de la miopía. En la mayoría de los casos, este cambio en la visión no requiere el uso de gafas o el aumento de la graduación previa, ya que revertirá a los dos meses de dar a luz.
Del mismo modo, las embarazadas hipermétropes a veces experimentan dificultades para leer, o incluso, para la visión lejana, si desarrollan el síndrome de insuficiencia de acomodación transitoria, que se puede prolongar hasta el final de la lactancia.
Algunas mujeres sufren también incomodidad al llevar sus lentes de contacto como consecuencia de los cambios en la forma de la córnea. Además, la hinchazón puede originar edema, lo que incrementa la irritación. Ante estas molestias, lo recomendable es alternar su uso con el de las gafas. Y si no se utilizan previamente, la gestación no es el mejor momento para empezar a usar lentillas.
Tal y como recuerdan, una de las peores complicaciones del embarazo es la preeclampsia, una presión arterial demasiado alta que deriva en visión borrosa o hace que se vean puntos, una sensación común, pero que, en niveles excesivos, aumenta el riesgo de problemas más graves, como el desprendimiento de retina.
De hecho, esos puntos en la visión podrían ser escotomas. De esta forma, la preeclampsia puede detectarse a tiempo estando alerta ante algunos problemas de visión, como visión doble, pérdida transitoria de la visión, ver nuevas ‘moscas volantes’ (líneas, puntos, pecas) en el campo visual, ver destellos de luz o tener sensibilidad a la luz.