Política

El enigma sin resolver del ‘monte de las calaveras’

Fotografía del cuarto batallón de la CNT Sacco y Vanzzeti, tomada en el transcurso de la Guerra Civil. | FOTO: CNT

A pesar de que el periodismo contribuya a difundir la memoria histórica, los verdaderos hacedores de hallar verdad desaparecida y silenciada bajo tierra son aquellas asociaciones que con, a primera vista, pequeños descubrimientos, de pronto, abren todo un hallazgo humano al mundo. Es el caso, de la aparición gracias al zorno-tzarra Alberto J. Sampedro Ixile –de la plausible agrupación Euskal Prospekzio Taldea– de una hebilla de cinturón del Gobierno Provisional de Euzkadi junto unos cartuchos de fusil Máuser asociados a unos restos humanos. El hallazgo obtenido “durante una prospección de rutina” fue notificado al Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos Gogora, así como al departamento de Antropología de la Sociedad de Ciencias Aranzadi.

Hebilla y mandíbula. | FOTO: M. SARAVIA

Lo curioso de este hecho es que justo cinco años después aún no se ha podido confirmar que los restos humanos, como se estima por el número de identificación que portaba el combatiente republicano, sean de Nicolás Obregón Abad. El soldado era miembro de la 2º Compañía del 4º Batallón de la CNT Sacco y Vanzetti. Acabó muerto en combate en junio de 1937 en la crestería del monte Urkulu, que formaba parte del sector Gaztelumendi del Cinturón de Hierro.

Sampedro lamenta que “no se han localizado familiares. La pista se acaba perdiendo en un pueblo de Burgos”, pormenoriza y va más allá al solicitar colaboración ciudadana, es decir, si alguien pudiera aportar algún dato para encontrar a sus familiares. Desde Gogora, detallan el mismo dato. “Los intentos por encontrar a familiares de Nicolás Obregón han sido infructuosos y ha sido, por lo tanto, imposible una confirmación genética de la identidad de los restos”. Los restos fueron depositados en el Columbario de la Dignidad de Elgoibar en 2018.

A comienzos de junio de 1937 la zona estaba defendida por el batallón Prieto o UGT 2. La mañana del día 11 de junio se inició el ataque de las tropas sublevadas del 8º batallón América de la I Brigada Navarra. Por otro lado, los atacantes del Tercio Montejurra y 2º Bandera de Falange tomaron el flanco derecho del monte Urkulu, al tiempo que la aviación fascista bombardeaba la zona de Gaztelumendi. Durante la noche del día 12 de junio, se produjo un contraataque de las fuerzas republicanas protagonizado por la XII Brigada Vasca, en las que se incluían los batallones Abellaneda (PNV), Celta (CNT) y Sacco y Vanzetti (CNT), además de la II Brigada Asturiana. Estos ataques lograron alcanzar las cimas aledañas, pero no consiguieron mantenerlas. “Todas estas acciones provocaron numerosas víctimas en la zona de Urkulu y el espacio entre el Alto de Aretxabalgane y Gaztelumendi”, valoran en Gogora.

‘Monte de las claveras’

Iskander Barrena, del grupo Karraderan de Larrabetzu, recogió el testimonio de un vecino que recordaba que en Urkulu vio “el cuerpo de un gudari muerto apoyado contra un árbol que tenía una pistola”. Este lugar era conocido como “el monte de las calaveras”, porque era habitual hallar restos humanos, particularmente cuando se llevaron a cabo trabajos forestales. En Urkulu se han localizado, por el momento, tres enterramientos superficiales. La exhumación fue llevada a cabo por miembros de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y de Euskal Prospekzio Taldea el día 4 de febrero de 2017.

El lugar donde se encontró la placa de cinturón se hallaba en un rellano de la pendiente rocosa de la ladera del monte Urkulu. Se procedió a limpiar de maleza y de hojas toda la ladera situada por encima hasta dejar al descubierto la tierra superficial. A escasa profundidad se recuperaron correas de cinturón y fragmentos de una cartuchera, en el área próxima al primer hallazgo.

En la pared de rocas de la pendiente se localizaron varios restos humanos en una pequeña repisa. Se trataba de un húmero derecho, la parte acromial de una escápula izquierda, dos fragmentos de un fémur derecho y diáfisis de tibia, además de la mitad izquierda de mandíbula que se había recuperado en el momento del hallazgo del enterramiento. Junto estos se encontró una placa de identificación de forma ovalada, con el número 28.616 grabado.

La limpieza de la placa corrió a cargo de Sampedro, Ganuza, y el presidente de Euskal Prospekzio Taldea, Iñaki Rebolledo. Interpretaron que el cuerpo del asesinado se fue deslizando por la pendiente en el proceso de descomposición y que algunas de las partes quedaron retenidas entre las rocas, mientras otras pudieran haber resbalado o descendido hasta la plataforma situada bajo la pared.

“La placa de identificación de latón ovalada de 335 milímetros de eje mayor y 200 de eje menor tiene dos perforaciones para los remaches en los dos extremos que permitían su sujeción a la muñeca mediante una tira de cuero remachada”, matizan. El número: 28.616. Miembros de Euskal Prospekzio Taldea, como Kepa Ganuza, realizaron la búsqueda de este número en la relación de nóminas de los meses de octubre y noviembre de 1936 para conocer el nombre del combatiente a quien correspondía. Así, se descubrió que pertenecía al cabo Nicolás Obregón Abad, de la 2º Compañía del 4º Batallón de la CNT o Sacco y Vanzetti, que estaba integrado en la 12º Brigada Vasca comandada por Carmelo Domenech, adscrita a la 1º División del Ejército vasco. “Estamos a la espera de poder tener más evidencias. Agradeceríamos si alguien pudiera aportar alguna información más sobre la familia o el miliciano exhumado: Nicolás Obregón Abad”, concluyen.

31/10/2022