La renovación de la fuerza laboral es indispensable para mantener el dinamismo de una economía. Desde hace unos años, cada vez son más los analistas que están alertando de los riesgos que acarrea el paulatino envejecimiento de la población trabajadora, un fenómeno que se da en toda Europa, especialmente en la occidental. Ya no únicamente por el factor cuantitativo -el número de trabajadores disponibles- sino sobre todo porque esta circunstancia dificulta los procesos de reciclaje laboral y productivo que ya han puesto en marcha administraciones y empresas. Es también la conclusión a la que llegan los investigadores del Banco de España Brindusa Anghel y Sergio Puente, que en un estudio exponen las claves de una tendencia que tiene consecuencias no solo en el plano económico, sino también dentro del social.
En el artículo El impacto del envejecimiento poblacional en los flujos de entrada y salida en el mercado de trabajo español, publicado en el último Boletín Económico que divulga el regulador bancario, Anghel y Puente subrayan que, de cara a las próximas décadas, y puesto que el envejecimiento de la población activa en España se acentuará, esto contribuirá previsiblemente a “reducir aún más el dinamismo de los flujos laborales en nuestro mercado de trabajo”. Aunque los investigadores matizan que el grado de incertidumbre es muy elevado, “este envejecimiento previsto podría dificultar, en ausencia de medidas correctoras -tanto en el ámbito puramente demográfico, como en términos de políticas de empleo y formativas-, los procesos de reasignación sectorial y ocupacional de los trabajadores necesarios para las transiciones digital y energética y para el crecimiento de la productividad”. El artículo no se detiene en esas medidas correctoras, aunque tras la finalización de la pandemia y la inmediata reactivación de los procesos de transición energética y digital, los debates que están sobre la mesa circulan acerca de la necesidad de atraer talento especializado y también en retener el que ya actúa en el entorno más cercano, tentado cada vez en mayor medida por las ventajas –teletrabajo, flexibilidad, promoción interna– de grandes empresas.
Diferencias
El análisis se detiene en el comportamiento de los trabajadores por tramos de edad. Así, los flujos laborales –tanto de entradas y salidas del empleo, como entre diferentes empleos– presentan una mayor movilidad entre los trabajadores de menor edad. Es habitual que, influidos también por la alta temporalidad que soportan nada más acceder al mercado de trabajo, los jóvenes cambien de trabajo o, lo que es peor, se queden sin él y engrosen las listas del paro. En general, en todos los países y en todos los sectores económicos, la mayor movilidad se da en los empleados jóvenes, mientras que va decayendo de manera gradual conforme avanza la edad de los trabajadores.
¿Porqué son importantes que estos flujos no estén estancados? La respuesta la dan los propios analistas: “El grado de dinamismo de estos flujos laborales es importante, entre otros factores, porque puede condicionar los procesos de reasignación del empleo entre ocupaciones, empresas y sectores y, con ello, la evolución de la productividad agregada. Todo ello, en un contexto en el que, previsiblemente, los cambios tecnológicos en curso, así como la transición ecológica, van a provocar o a hacer necesaria una profunda reasignación sectorial y ocupacional del empleo en los próximos años”.
Con esta premisa como base, los investigadores ponen de relieve que la disminución en el empleo más joven es “especialmente evidente”, con una caída del peso de los trabajadores menores de 35 años desde el 46,3% en 2005 hasta el 28,6% en 2022. Por contra, los grupos de más edad –de 45-54 años y de 55 y más años– han incrementado su peso de manera gradual en todo el período analizado, hasta suponer, en conjunto, lo que representa un 45% del empleo en 2022, (18,6% más de lo que representaban en el año 2005). Como conclusión, los investigadores del Banco de España concluyen que “es de prever que surgirán dificultades en los procesos de reciclaje laboral puestos ya en marcha por las transiciones digital y ecológica de las empresas, debido a la previsible intensificación del factor envejecimiento en el futuro próximo”.
Según los datos del análisis de la Fundación Adecco, en la actualidad el 34% de la población activa tiene más de 50 años. En solo seis años, ese porcentaje incrementará hasta el 40%. El índice de envejecimiento en el Estado alcanza en 2024, el 137%, lo que significa que hay 137 personas mayores de 64 años por cada 100 menores de 16 años. Según las proyecciones, esta cifra se disparará al 305% en 2050, marcando un hito demográfico histórico y un preocupante síntoma de envejecimiento de la población activa.
Más allá de las estrategias a desarrollar para disponer de una fuerza laboral con la formación que requerirá la economía del futuro, la inmigración aparece como uno los mecanismos que pueden ayudar a corregir esos desequilibrios de manera más inmediata. “España necesita del orden de 250.000 a 300.000 trabajadores extranjeros al año para sostener nuestro Estado de Bienestar”, asegura la ministra Elma Saiz. En este sentido, la captación de trabajadores en origen es una de las vías por las que quiere apostar el Gobierno español para resolver el problema de la mano de obra en algunos sectores, en especial la construcción y ocupaciones elementales. Se trata, no obstante, de una apuesta que los sindicatos ven con desconfianza, ya que consideran que contribuye a precarizar las condiciones del trabajador local y no da respuesta a las demandas del colectivo de desempleados. En cualquier caso, el Estado en uno de los países europeos con mayores flujos de entrada de inmigrantes en relación con su población.
Los datos
Tendencia
ENVEJECIMIENTO. En las últimas décadas el proceso de envejecimiento de la población española ha contribuido a reducir el dinamismo de las tasas de entrada y salida del empleo, así como de los movimientos directos de un empleo a otro. Los flujos laborales, tanto en términos de entradas y salidas del empleo, como en movimientos entre diferentes empleos, son más intensos para los trabajadores más jóvenes.
Acceso
EMPLEO. Según el estudio del Banco de España, desde la última crisis financiera ha aumentado ligeramente el dinamismo de las entradas al empleo de los menores de 35 años, mientras que en el caso de los trabajadores de edades más avanzadas el dinamismo de las entradas se ha mantenido relativamente estable. Este envejecimiento previsto podría dificultar los procesos de reciclaje sectorial y ocupacional de los trabajadores necesarios.
Inmigración
AUMENTO. España es uno de los países europeos con mayores flujos de entrada de inmigrantes en relación con su población. Los flujos migratorios han recobrado un fuerte dinamismo en los últimos años, tras el retroceso en la pandemia. Los trabajadores extranjeros suelen concentrarse en actividades que no requieren una formación elevada, aunque, recientemente, hay indicios de cierto desplazamiento a sectores de mayor cualificación.