eN el Amorebieta, el esfuerzo no se negocia. Esa es una de las claves de la brillante campaña del cuadro zornotzarra, que se ha plantado en la final de la fase de ascenso a Segunda División, la cual se disputará mañana sábado a las 22.00 horas frente al Badajoz en el Nuevo Vivero. De hecho, tanto el entrenador Iñigo Vélez de Mendizabal como el delantero Iñigo Orozko reconocieron en rueda de prensa tras la victoria ante el Linares que hubieran llegado a exhaustos a un hipotética prórroga que, por fortuna, no fue necesaria. "Esfuerzo increíble sin balón", "paliza" o "nos hemos vaciado" fueron algunas de las palabras con las que expresaron ese trabajo titánico. Pero los azules son mucho más que eso. Para meterse entre los ocho mejores de toda la Segunda B, integrada este curso por 102 escuadras, han sabido conjugar diversos aspectos para dar con una fórmula que les convierte en un equipo rocoso, vertical e incómodo para los rivales.
Para entender al actual Amorebieta, toca remontarse tres campañas atrás, a la 2018-19. El director deportivo, el exfutbolista zornotzarra Asier Goiria, apostó por un Vélez de Mendizabal sin apenas experiencia en los banquillos, que venía de dirigir al Aretxabaleta de la División de Honor guipuzcoana, pero al que conocía perfectamente y en el que confiaba tras haber coincidido como compañeros en el Numancia. El que fuera ariete del Athletic en la 2008-09 no comenzó de la mejor manera su etapa en Urritxe. Los resultados no acompañaron en los primeros meses, pero nunca se sintió cuestionado, como ha agradecido en numerosas ocasiones públicamente. Poco antes de concluir la primera vuelta, con los azules en descenso, optó por un cambio de sistema que dio paso a una escalada estratosférica. Un dibujo con tres centrales, dos carrileros largos, tres mediocentros y dos puntas que se ha convertido en inamovible. Pasaron de sumar solo 16 puntos en la primera mitad del campeonato a protagonizar una segunda vuelta con números de play-off.
Durante las dos campañas siguientes, el cuerpo técnico ha ido perfeccionando su sistema con futbolistas que se adaptan a la perfección al estilo. En verano fueron capaces de mantener el bloque tras la gran temporada pasada, en la que la irrupción del covid les privó de luchar hasta el final por un puesto de play-off, y solo necesitaron incorporar seis caras nuevas, lo que propició que la maquinaria carburase desde el primer día. Una de sus señas de identidad es la presión alta y en bloque para recuperar el cuero lo más cerca posible del arco rival, obligando al contrincante a rifar la pelota desde atrás. Todos se implican en dicha labor, desde los delanteros hasta el portero, pasando por los centrocampistas o por una defensa que juega adelantada para mantener junto al equipo.
Los centrales, entre los que Aitor Arregi, Aimar Sagastibeltza, Jon Irazabal y Beñat Garro suelen ser los más habituales, lucen su velocidad cuando toca correr hacia atrás y su poderío en el juego aéreo para repeler cualquier envío de sus oponentes. Siempre con la solidaridad de sus compañeros como aliada. De hecho, el mediocentro Gorka Larrucea es el jugador de la plantilla que más balones intercepta. Cuando dejan alguna grieta, cuentan con un seguro bajo palos, el experimentado Mikel Saizar, que tiene el honor de ser el futbolista que más minutos ha disputado este curso de todos los que se han colado en el play-off. Sus compañeros de puesto, los jóvenes Unai Marino y Mikel Goiria, tienen un buen referente en el que fijarse.
Al buscar las cosquillas al contrario, no se andan con rodeos. Resulta extraño ver un pase horizontal. De hecho, en varias ocasiones, solo han necesitado dos toques para hacer diana. Envío de Saizar, que cuenta con una asombrosa potencia en el golpeo, y remate a la cazuela de alguno de los atacantes. Los centros al área desde las bandas son una constante, sobre todo por medio del capitán Iker Seguín o el joven Beñat Leiza en la zurda y Aitor Aldalur o Mikel Zarrabeitia en la diestra. Según datos de Wyscout, el conjunto de Urritxe es el que más centra de todos los que se clasificaron al play-off, con una diferencia de casi cien centros sobre el segundo, el Linares, su víctima de la ronda anterior. Ello le convierte en una escuadra que siempre crea ocasiones y provoca numerosos lances a pelota parada. De los 16 equipos que entraron en fase de ascenso, el Amore es el tercero que más córners lanza.
Dichos envíos a las inmediaciones del arco rival suelen buscar la cabeza y el buen juego de espaldas de los Koldo Obieta, Iñigo Orozko u Oier Garai, de lo que se aprovechan jugadores veloces y de calidad como Iker Unzueta, Asier Etxaburu, Mikel Álvaro, Iker Bilbao o Ekaitz Molina, siempre atentos a las caídas y peinadas. En faceta realizadora, destacan Unzueta con seis dianas y Obieta, Seguín y Etxaburu, con cuatro. No obstante, el del gol es un asunto bien repartido en el equipo, como refleja el hecho de que 14 jugadores distintos hayan visto puerta. Hasta los centrales, como Aimar y Arregi, que suman tres cada uno, suponen una amenaza.
Más allá de lo futbolístico, el buen ambiente que reina en el vestuario de Urritxe es otra de las grandes claves de un Amorebieta que tiene el honor de ser el único equipo de la categoría formado solo por futbolistas euskaldunes. Como ellos mismos describen, un grupo de amigos que refleja ese compañerismo sobre el césped. El rodillo blue, denominación que ha ido ganando fuerza con el paso de las semanas, ya está en Badajoz dispuesto a culminar su gesta.