La realidad supera a la ficción y existen cientos de ejemplos de ello. Al igual que en el mito de Medusa, esa diosa griega procedente del inframundo que convertía en piedra a todo aquel que se atrevía a mirarle a los ojos, existe un lago africano, al norte de Tanzania, que petrifica a todo aquel que osa adentrarse en sus aguas.
Se trata del lago Natron, un lago salado de la región de Arusha, en el norte de Tanzania, no muy lejos de la frontera con Kenia. Este lago salado endorreico, debe su nombre a la composición predominante en sus aguas: el natrón. Este mineral aparece de forma natural en los lagos ricos en carbonato de sodio, que proviene de las cenizas del cercano volcán Ol Doinyo Lengai, acumulándose en sus márgenes o bien como un precipitado en el fondo del lago durante las épocas de frío; aunque también puede encontrarse como eflorescencia en lavas.
El lago petrificado de Tanzania, como se le conoce comúnmente, tiene una superficie aproximada de 600-800 km², una longitud máxima de 57 kilómetros de largo y 22 kilómetros de ancho. Pese a estas dimensiones, su nivel de agua es muy poco profundo y apenas llega a los 3 metros de profundidad.
Además de ello, la principal particularidad de este lago cuya temperatura suele estar por encima de los 60ºC, es lo que hace con los animales que mueren de manera natural o accidental en él. Sus aguas son tan altas en carbonato de sodio que momifica a los animales que caen en sus aguas. Esto hace que los cadáveres parezcan estatuas petrificadas.
¿Por qué petrifica a los animales?
Con un PH alcalino de entre 9 y 10,5, el lago petrificado de Tanzania provoca que toda criatura viviente reciba una quemadura grave en la piel y los ojos, o en el peor de los casos que muera después de entrar en contacto con sus aguas.
Las únicas especies vivas que son capaces de vivir en el lago son las algas de color rojizo y los peces alcolapia alcalica, adaptados a sus duras condiciones. También puede observarse a bandadas de flamencos enanos, los cuales están capacitados a consumir las algas luego de filtrar las aguas alcalinas con su pico.
Con frecuencia, las aves migratorias se estrellan contra la superficie del lago. Esto se debe a que las aguas son altamente reflectantes y químicamente densas, por lo que actúan como un cristal, engañando a las aves para que piensen que están volando a través de un espacio vacío.