Los deportistas de alto nivel deben buscarse la vida una vez cuelgan las botas y eso es lo que ha sucedido con un exbaskonista que militó en el extinto TAU Cerámica durante algunas semanas en 2002. Carlos Arroyo, uno de los baloncestistas más importantes de la historia en Puerto Rico que se retiró en 2019, acaba de debutar como actor participando en el rodaje de la película The Greatest Beer Run Ever.
Las inquietudes artísticas de Arroyo eran conocidas por todo el mundo y, olvidado el ajetreo que implica el baloncesto del más alto nivel, el exbaskonista está dando rienda suelta a su pasión por el cine. Hasta ahora ya había protagonizado algunas incursiones en la música dentro del género urbano y ahora ha cumplido otro viejo deseo tomando parte en una película biográfica de comedia dramática de guerra estadounidense. En concreto, está dirigida y coescrita por Peter Farrelly, se basa en el libro del mismo nombre de John “Chickie” Donohue y Joanna Molloy y está protagonizada por Zac Efron, Bill Murray y Russell Crowe.
Arroyo, que encarna el papel de un sargento, ardía en deseos de convertirse en actor. “Desde pequeño, siempre tuve admiración por la actuación, tuve la oportunidad de actuar en varios comerciales de TV con las marcas que he trabajado. Es algo que creo que todos hemos soñado, pero jamás imaginé que iba a llegar hasta aquí. Honestamente aún lo pienso y no lo puedo creer. Estoy bien contento y agradecido con esta increíble oportunidad”, asegura el base, que jugó tan solo cuatro partidos a las órdenes de Dusko Ivanovic tras sustituir a Charles Byrd.
Por cierto, la de Gasteiz fue una etapa con luces y sombras, tal y como reconoció en una entrevista a este periódico en 2015. “Lo bonito que me llevé de aquella experiencia fue los compañeros que tuve en el equipo. Coincidí con jugadores argentinos como Nocioni, Scola, Oberto o Sconochini que luego han tenido una carrera extraordinaria. También me acuerdo de otra bella persona como Bennett, aunque él estaba lesionado cuando estuve allí. Me recibieron con los brazos abiertos y a día de hoy mantengo con ellos una cordial amistad”, reconoció Arroyo.
Sin embargo, el antiguo base no conserva un buen recuerdo de un Ivanovic que, a su juicio, “no fue muy amable ni comunicativo conmigo y del que realmente no me llevé una buena impresión”.