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El forense de Tudela que salvó a un vecino en una cafetería: "Cuando llegué, estaba en parada y con los dedos pude tocar los restos de comida y quitarle el bolo"

Javier Ibáñez recuerda la urgencia vital a la que se enfrentó, ya que el hombre de 75 años atragantado pasó varios minutos sin respirar
La cafetería de Tudela, a la izquierda, donde ocurrió la reanimación.
La cafetería de Tudela, a la izquierda, donde ocurrió la reanimación.

"Hacía muchos años que no me enfrentaba a una situación así y había probabilidad de que esta persona no sobreviviera. Por eso sentí una gran satisfacción. Pero he de recordar que compañeros intensivistas o de Urgencias de los hospitales realizan estas maniobras a diario y así se salvan muchas vidas". Quién protagoniza el párrafo inicial, y quien a su vez se resta mérito e importancia respecto a la actuación en la que salvó la vida a un hombre que se atragantaba en una cafetería, es el médico forense de los juzgados de Tudela, Javier Ibáñez, natural de Cortes de 64 años y que lleva 17 trabajando en el Palacio de Justicia de la capital ribera.

Ibáñez le retiró un bolo alimenticio de la eplígotis a ese vecino de Tudela de 75 años después de que unos clientes le practicaran la maniobra de Heimlich y resultara infructuosa en un principio. La situación generada era de urgencia vital y Javier así recuerda su acción. "Me encontraba pasando consulta en el juzgado y me llamó de urgencia una compañera psicóloga. Yo tenía mucha faena aquí, tenía a cinco personas esperando fuera, pero la compañera estaba muy apurada y me dijo que esa persona se estaba atragantando. Les pedí a las personas que esperaran y salí corriendo a la cafetería Tres Delicias (Ibáñez confundió el local en primera instancia al hablar con este medio), que está cerca del juzgado, a unos 300 metros. Llegué al bar, no tenía material adecuado para situaciones así, y el hombre se encontraba ya sin respiración, había entrada en parada cardiorrespiratoria".

Una maniobra manual de vida o muerte

Una vez que observó el estado del paciente, el médico le colocó en posición decúbito lateral. Le retiró la dentadura y manualmente trató de alcanzar el origen de la oclusión. Llegó con los dedos a tocar unos restos alimenticios atascados en la epligotis, el cartílago que entre el esófago y la faringe distribuye el aire a los pulmones y los alimentos al estómago. "Tenía un bolo alimenticio de un tamaño notable. Es importante saber qué tocas en ese momento, si es comida, si es músculo, y noté que podían ser restos de comida. Se lo saqué con la punta de los dedos, seguro que le hice daño en la faringe y, al segundo golpe, ya volvió a respirar. Se encontraba ciertamente aturdido y era lógico porque pasó al menos tres minutos en parada".

Ibáñez le extrajo del conducto una masa sólida, larga, de 5-6 centímetros y que ya había adoptado una forma cilíndrica. El almuerzo se le había atragantado a este hombre de 75 años, que se encontraba en el local con su hija. Ibáñez recuerda que para todas las personas, y más para las mayores, "es muy importante masticar bien y que lo que comas esté bien fragmentado. Tenemos que darle la importancia que se merece a la deglución".

Pese a haber practicado finalmente una reanimación propia de un especialista, Ibáñez recuerda que la maniobra de Heimlich que le habían practicado a este hombre siempre es recomendable si se realiza bien. "Lo importante en una situación así es quitar la bola de comida del lugar en el que se encuentra atascada. Es necesario hacerle la maniobra aunque también hay que tener suerte de que, durante la misma, la persona pueda echar fuera el bolo. En esta ocasión, al menos estuvimos a tiempo de poder sacárselo".

2023-01-19T12:04:04+01:00
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