1984-1985, 2015-2016 y 2020-2021. Son las tres Supercopas que figuran en las vitrinas del Athletic. Ha obtenido a lo largo de la historia la mitad del botín en sus participaciones, ya que la que mañana arranca es la séptima vez que los leones persiguen su cuarto título de la competición. El primero de este curso, que muchos menosprecian pero no deja de ser un título que sería el cuarto que acompaña a las 25 Copas y 8 Ligas que engrandecen el palmarés del club.
Ganar la Supercopa no acarrea sacar la Gabarra, eso es lo que reza la tradición merced a una ley no escrita no entendida por un amplio sector de la afición, pero el conjunto rojiblanco no ha ido a la tierra de los jeques de vacaciones. El plan es el mismo que hace tres años, cuando solo el Real Madrid le privó de alzarlo en el estadio King Fahd de Riad. Para esta ocasión el escenario es otro, aunque también en Arabia y en un faraónico coliseo, el que lleva el nombre de otro Rey, de nombre Abdullah, que acoge nueve mil localidades más para llegar hasta las 62.242. Cuesta pensar que el domingo las gradas podrían llenarse en ausencia de los merengues y el FC Barcelona, primer rival de la escuadra bilbaína.
Antes de la semifinal del jueves entre el vigente campeón de Europa y el Mallorca de Jagoba Arrasate llegue el jueves, 24 horas antes, a las ocho de la tarde de mañana -hora de Euskadi- Athletic y Barça se emplazan a orillas del Mar Rojo, en Jeddah, una megaurbe de casi cinco millones de habitantes, para pelear por el primer billete que concede plaza en la final del domingo.
Curiosamente las dos veces que el club zurigorri ha comparecido con el formato actual de cuatro clubes presentes, con los dos primeros tanto de Liga como de Copa, se ha logrado llegar a la final. En la primera, en enero de 2021, aquella de la pandemia con Marcelino García Toral recién aterrizado en la capital vizcaína. Fue llegar y besar el santo del técnico asturiano con los triunfos en La Rosaleda malagueña sobre el Real Madrid (2-1, con doblete de Raúl García) y en La Cartuja de Sevilla sobre el Barcelona. Además de tocar la trompeta para celebrarlo como merecía, Asier Villalibre firmó una de las dianas del 3-2 que acompañaba la hecha por Óscar de Marcos mientras Iñaki Williams provocaba el delirio athleticzale con el gol que, recién comenzada la prórroga, otorgaba la tercera Supercopa que cogía camino hacia Bilbao.
No fue el caso de la siguiente, ya en feudo arábigo. El Athletic alcanzaba de nuevo la final al doblegar (2-1) al Atlético de Madrid gracias a los tantos de Yeray Álvarez y Nico Williams que hicieron estéril el de Joao Félix, pero el Madrid se llevó al premio gordo con un 2-0 protagonizado por Modric y, de penalti, Benzema.
Esa fue la tercera vez en la que se ha quedado a las puertas de alzar el trofeo. El Barça impidió el éxito en el ejercicio 1983-1984 al perder en San Mamés por 1-3, tanto de Manolo Sarabia, y en la vuelta se rozó la proeza de igualar la eliminatoria con los muchos suplentes que Javier Clemente dispuso sobre el césped del Camp Nou. Se rozó el milagro con la solitaria diana de Endika Guarrotxena. Y ya en la 2009-2010, con Joaquín Caparrós al frente del banquillo tampoco pudo ser ante los culés, que se impusieron en ambos choques, por 1-2, con gol de De Marcos, y 3-0.
Las otras dos Supercopas festejadas datan de la temporada 1984-1985, cuando, con Clemente, se fue campeón al hacer doblete, y la 2015-2016 con un tal Ernesto Valverde como responsable del vestuario bilbaíno. El 14 de agosto de 2015 siempre quedará con letras de oro en la centenaria historia del club con un sonoro y merecido 4-0 con un gol de Mikel San José desde el centro del campo. Aritz Aduriz y su hat-trick redondearon un marcador imposible para los catalanes, ya que en la vuelta se registró un empate a uno con otro tanto del ariete donostiarra.