La Catedral Metropolitana de Atenas ha acogido el funeral por el que fuera rey de Grecia, Constantino, hermano de Sofía, que falleció la semana pasada a los 82 años. Las exequias han servido para reunir tres años después a prácticamente todos los miembros de la familia real española. Los reyes eméritos han llegado a la catedral acompañados de sus dos hijas y sus nietos, mientras que Felipe VI y Letizia lo han hecho después y han ocupado un lugar distinto al del resto de su familia ya que el protocolo reserva la primera fila solo a monarcas en activo.
El rey emérito Juan Carlos I llegó junto a la reina Sofía, y apoyado en todo momento en su bastón. Junto a ellos, estaban las infantas Elena y Cristina.
La familia de Felipe VI no se sentó junta debido al protocolo, pero la de hoy era la primera ocasión en la que aparecían todos en público desde el funeral de doña Pilar de Borbón en 2020. Además, era la primera vez que Felipe VI y don Juan Carlos coincidieron en público desde el funeral por la reina Isabel de Inglaterra, en septiembre pasado.
En la ceremonia, detrás de la familia directa, se sentaron la reina Sofía y el rey emérito Juan Carlos I, la princesa Irene, y otros miembros de la familia, en su mayoría nietos del finado. En la tercera fila, otros familiares y las infantas.
En primera fila por el lado izquierdo, estaban sentados los miembros de realezas o principados en activo y por orden de proclamación: Felipe VI y Letizia; de Bélgica, Felipe y Matilde; Países Bajos, Guillermo Alejandro y Máxima; de Suecia, Carlos Gustavo y Silvia; y de Dinamarca, Margarita, cuñada del fallecido.
Los primeros en llegar a la catedral fueron los tres hijos varones de Constantino, Pablo, Nicolás y Felipe, que estuvieron junto al ataúd mientras iban entrando los invitados.
Los ciudadanos que se habían congregado junto al templo recibieron a la reina emérita coreado gritos de "Sofía, Sofía". Los reyes eméritos llegaron acompañados de las infantas Elena y Cristina, y de los hijos de ambas.
Flanqueando a ambos lados el ataúd se encontraban los allegados y monarcas: en primera fila, la familia directa del difunto, es decir, su esposa, Ana María de Dinamarca, así como sus hijos, los citados Pablo, Nicolás, Felipe, así como Alexia y Teodora, y sus respectivas parejas.
Entre los miembros de las monarquías y principados que asistieron a esta ceremonia estaban además, el Gran Duque Enrique de Luxemburgo, Alberto de Mónaco, Margarita de Liechtenstein, el príncipe heredero de Noruega, Haakon, con su esposa Mette Marit, así como la princesa Märtha Louise, la princesa Ana de Inglaterra, y, desde fuera de Europa, la reina Noor de Jordania y la princesa Raiyah.
El ataúd había sido expuesto desde las seis de la mañana hasta las diez y media hora local (04.00-08.30 GMT) en la capilla contigua de Ayios Eleftherios, para dar oportunidad a los ciudadanos a dar su último adiós, una concesión que hizo el Gobierno a los familiares del fallecido, ya que en principio no estaba prevista ninguna exhibición en público.
El Gobierno griego había prohibido que se le concedieran a Constantino los honores de jefe de Estado, habida cuenta de que la monarquía fue abolida en Grecia en 1974 en un referéndum que apoyó el 69,2 % de la población.
Delante del ataúd cubierto con la bandera griega y una corona de flores estaban exhibidas todas las condecoraciones que recibió el exrey a lo largo de su vida, incluida la Orden del Toisón de Oro, una de las órdenes de caballería más antiguas y prestigiosas de Europa.
Las exequias estuvieron oficiadas por el arzobispo de Atenas y primado de la Iglesia Ortodoxa de Grecia, Jerónimo II, quien flanqueado por todo el Santo Sínodo (conferencia episcopal) ofreció una liturgia propia de un hombre privado.
Al final, el hijo mayor, Pablo de Grecia, pronunció unas palabras de recuerdo que aprovechó para recordar la participación de Constantino en los Juegos Olímpicos de Roma, y honrar su "patriotismo" en momentos difíciles para Grecia, como lo fue el golpe de Estado en 1967, cuando -dijo- el entonces rey intento de organizar un contragolpe que fracasó y le obligó a abandonar el país, para no convertirse "en la causa de un nuevo derramamiento de sangre quedándote en Grecia". "Siempre fiel al legado de tu padre, aceptaste respetuosamente la decisión del pueblo griego", apostilló en alusión al referéndum.
Al término de la misa, los invitados se trasladaron al cementerio en las antiguas fincas reales de Tatoi, donde yacen los padres de Constantino, el rey Pablo y la reina Federica de Hannover, así como otros miembros de la familia real helena.
Allí, el entorno más estrecho rezó un responso por el difunto en una pequeña capilla situada en la finca antes de unirse al resto de asistentes para dar sepultura al exrey.