"Lo que antes valía, ahora no vale". Los conceptos categóricos en el fútbol son fugaces porque la fecha de caducidad la ponen los resultados y están sometidos a revisión. Hay quien muere con la misma idea y quien sobrevive con la permanente adaptación. Hay quien construye su plan en torno al dominio del balón y quien edifica el juego sobre la consistencia del equipo. Están los del discurso del método y los del partido a partido. Los Guardiola y los Bordalás. Y Jagoba Arrasate. La frase que encabeza el comentario es de él; la pronunció el viernes interrogado por el posible cambio de sistema y por la reubicación de jugadores. Porque el sistema se había resquebrajado en los dos últimos partidos y los futbolistas habían entrado en esa amnesia temporal tan propia de este Osasuna. En estos casos en los que el equipo se sale de la ruta, la labor de guía del entrenador es determinante; la toma de decisiones expone su conocimiento de la plantilla, no solo a nivel técnico y físico sino también emocional. Hay que saber jugar también con las sensaciones. Y las más recientes descubrían a un Javi Martínez con ganas de balón, a un Budimir sin chispa y a un Chimy Ávila que no pone reparos en desprenderse de sus galones de comandante y asumir el rol de soldado raso. Así que el técnico volvió al 4-4-2 y a recolocar al argentino allí donde ha ganado fama y lesiones. En realidad era un volver a lo que antes valía€ Pero aquí hay que tomar en consideración el factor de oportunidad y el momento requería juego directo y balones al área del adversario, pocas complicaciones para un equipo que no era reconocible en su propio estadio. Y ante un Villarreal que tendría el balón en propiedad.
Ya digo que los conceptos son fugaces. Algunos tienen un corto recorrido. A Arrasate los cambios le funcionaron a medias durante la primera parte: se defendía con orden, elaboraba alguna ocasión de gol a balón parado y sufría para tapar la banda por la que atacaba Estupiñán a un desubicado Javi Martínez. El peor síntoma era que Osasuna se iba hundiendo poco a poco, recostándose contra su portería, encomendándose a Sergio Herrera. Fue entonces cuando el entrenador volvió a lo que antes valía, la fórmula del 4-1-4-1 con Chimy en la banda. Y con Javi Martínez donde mejor lee el fútbol, en el centro del tablero. Ahí se fraguó el gol de la victoria, el que devolvía a El Sadar la imagen del viejo estilo, lo que nunca caduca, la interpretación del juego a toda velocidad, aprovechando el factor sorpresa, a un tipo que acaricia el balón con el pie y a otro con piel de camaleón pero corazón de ariete. Una acción de unos pocos segundos que en la memoria de los aficionados refrescó la imagen de otro Osasuna, de otro tiempo, de otro fútbol. Y eso vale mucho; de hecho, aquí ha servido siempre.
Por dar vueltas a los conceptos, Arrasate terminó el partido con una defensa de tres centrales y amurallando a conciencia el centro del campo. Una especie de labor de introspección en todo lo que ha aplicado a Osasuna en estos cuatro años de permanencia en el banquillo. Es lo que nos ha traído hasta aquí. Lo que vale de verdad.
EL CONFIDENCIAL
Ampliación de contrato para Iker Benito
Siguiendo la estrategia planteada con otros jugadores descollantes de la cantera, la dirección deportiva sopesaría la ampliación y mejora de contrato de Iker Benito. Su relación con el club expira en 2023 y la cláusula es de 3 millones mientras pertenezca a la plantilla del Promesas y alcanzaría los 10 si antes de la fecha ingresa en el cuadro profesional.