El futuro bosque de La Chula en Gallarta acoge la plantación de 60 retoños de árboles autóctonos

La naturaleza va ganando enteros en los terrenos más entropizados de los límites urbanos de Gallarta gracias a la tozudez de cientos de familias que a lo largo de los últimos 20 años han participado de manera regular a través de acciones municipales y de organizaciones locales en la recuperación de los bosques atlánticos que dominaban buena parte del municipio y que sucumbieron ante el avance de la minería y la posterior industrialización. Un ejemplo de esta ilusión por recuperar los biotopos boscosos, que no solo aportan belleza y riqueza ambiental al ser humano sino que favorecen la recuperación de la biodiversidad faunística silvestre –como ya puede observarse con los trinos que se escuchan en los bosquetes creados con este mismo empuje en el parque Alberto Ezkurdia–, se dio ayer domingo en la parte baja de la cuesta de La Chula, en la subida hacia el polígono industrial de El Campillo.

Allí cerca de 70 personas plantaron 60 árboles autóctonos propios del ecotipo de la zona como robles, arces, abedules, manzanos silvestres y arraclanes, un tipo de arbusto de talla media (6-8 metros) y con una corteza que tiene propiedades medicinales como purgante y para tratar el estreñimiento,

La actividad, organizada por el Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento abantoarra, contó con la participación de la asociación ecologista local Kima Berdeak y la plataforma Plural anitzak –impulsora de prácticas similares en Las Balsas de Ortuella– bajo la supervisión de la empresa Talaia y la colaboración de varias girotaldes que, amén de supervisar el evento y hacer de enlace con los otros dos escenarios de la jornada ambientalista –el Museo de la Minería y la Ekoetxea Meatzaldea–, se animaron a plantar un manzano silvestre. “Es la primera vez que veníamos a un acto como este y la verdad es que nos ha venido muy bien plantar el árbol porque así al menos hemos colaborado también en esta bonita iniciativa popular y además hemos entrado un poco en calor porque hace bastante frío”, comentaron Yara Robledo, Isabel Fernández y Ángela Mesa.

Día frío y ventoso

Y no era para menos ya que la temperatura ayer domingo en la zona de plantación –expuesta al fuerte viento del noroeste– superaba por poco los 0 grados y procuraba una sensación térmica heladora a la que parecían ajenos únicamente los cerca de 30 niños y niñas que se animaron a tirar de pala y azadillo como Aday Pérez y Sara Ruiz, alumnos del colegio público El Casal, que posaban orgullosos tras plantar un retoño de roble y confesaron sin rubor que “somos novios”. Tampoco pasaron frío las gemelas Eneritz y Nagore Herrera, alumnas del colegio Buenos Aires que celebraban su primera participación en estas plantaciones populares. “Nos lo estamos pasando muy bien, es muy divertido”, aseguraron estas niñas ante la atenta mirada de su amatxu quien destacó que “lo único malo del día es el viento pero yo prefiero un día así a uno de mucho calor porque este tiempo es lo mejor para trabajar la jardinería”. La mujer no dudó en pedir a la organización otro plantón para poblar el futuro bosquete de La Chula que comienza en las cercanías de la rotonda del parque Gallarta Zaharra y se extiende hasta los pabellones del polígono industrial sobre un superficie de más de 30.000 metros cuadrados.

“Si no hubiera habido una intervención humana tan importante en esta zona, aquí nos encontraríamos con una vegetación clímax que correspondería con un bosque atlántico. Por ello, las actuaciones que se están desarrollando desde hace años pretenden reintroducir las especies características de este tipo de ecosistema boscoso. Cuanta más variedad se mete tanto de árboles como de arbustos, pues mucho mejor porque eso conlleva que se incremente la biodiversidad que es lo que se pretende”, subrayó Antonio Mateo, técnico de la empresa Talaia, dedicada a la interpretación del paisaje y a la recuperación de ecosistemas. “Hemos plantado manzanos silvestres porque sus frutos vienen muy bien para los pajaritos porque se tarta también de lograr también una recolonización faunística”, destacó.

La jornada familiar se completó con un taller de pintacaras además de un saludable hamaiketako a base de brochetas de fruta cubiertas de chocolate caliente que se sirvió en la cantina del Museo de la Minería. De allí los y las más pequeñas acudieron a la Ekoetxea Meatzaldea a ver una obra de teatro donde un pequeño ratón les enseñó la importancia de cuidar los montes y bosques como el que está surgiendo en la cuesta de La Chula.