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Política

El Gobierno vasco arropa a 86 víctimas de atentados de ETA sin esclarecer

La consejera de Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal.
La consejera de Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal.

El Gobierno vasco va a poner hoy viernes su granito de arena para tratar de ofrecer algo de consuelo y, sobre todo, calor humano a quienes perdieron a un familiar en un atentado de ETA sin esclarecer, es decir, en casos que no tienen un autor conocido o que no se han resuelto en su totalidad. En concreto, hoy viernes en Bilbao entregará a una veintena de esas víctimas de manera presencial los cuadernos de memoria y reconocimiento, con recortes de prensa, fotografías e información. Enviará por correo los datos al resto, hasta un total de 86 personas que forman parte de una primera remesa que abarca desde 1968 hasta 1979. Para realizar esta labor, se ha trabajado codo con codo con la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), que cifra estos casos en 300.

Estos casos se enfrentan a la barrera del tiempo y la dificultad para obtener pruebas en una época donde, además, los avances científicos no eran los actuales. Esta iniciativa no es pericial ni resuelve los casos, sino que el Gobierno vasco busca ofrecer respaldo y poner en valor la dignidad de estas familias. En la actualidad, trabaja en otros cincuenta casos.

Como cabía deducir teniendo en cuenta la época de estos primeros cuadernos, la mayor parte de las víctimas son guardias civiles (cerca de treinta), policías españoles y miembros del Ejército o de las policías municipales en menor medida; pero también aparecerán tres trabajadores de la central de Lemoiz que fue boicoteada por ETA, y más de diez personas anónimas que eran acusadas de ser confidentes o tuvieron un encontronazo casual con la organización. La única mujer es Hortensia, la novia del guardia civil Antonio Ramírez.

En estos cuadernos figuran nueve casos amnistiados. Algunos tienen proyección pública, como el caso del guardia civil José Antonio Pardines Arcay, la primera persona asesinada por ETA. Murió en un control de tráfico al dar el alto a Txabi Etxebarrieta.

Otro caso conocido sin esclarecer es la muerte del periodista José María Portell, cuando salía de su casa en Portugalete de camino a la redacción. Fue el primer periodista asesinado por ETA, en 1978. El Gobierno vasco va a rendir igualmente homenaje a casos con menor proyección pública, como el de Saturnino Sota, asesinado en 1978 en Gasteiz bajo la acusación de ser un confidente policial. Las amenazas en su caso comenzaron cuando decidió vender pan en un día de huelga. El taxista Sixto Holgado, muerto en Errenteria en 1979, fue obligado por varios miembros de ETA a conducir hasta el vertedero, lo forzaron a tenderse en el suelo y lo abatieron a disparos. El primer civil asesinado fue Fermín Monasterio Pérez, en 1969, cuando trabajaba de taxista y recogió a Mikel Etxebarria, de ETA.

guardia civil euskaldun

Benito Arroyo Gutiérrez, un guardia civil de Salamanca y de 40 años de edad, perdió la vida en Deba en 1979. Había aprendido a hablar euskera, y ETA lo acusó de ser un infiltrado dentro de la izquierda abertzale, aunque finalmente resultó que Benito se encargaba de tramitar los permisos de caza.

También se va a reconocer a Lorenzo González-Vallés Sánchez, muerto en 1979 en Donostia, mientras este general paseaba con su mujer por la playa de La Concha. A mayor distancia, se encontraba su hijo. Lo abatieron a disparos y, según declaró su hijo, su padre no era partidario de alimentar el bucle de la violencia. "Mi padre me comentó que ni la pena de muerte ni las venganzas o represalias contra los terroristas resuelven nada", zanjó ante los medios de comunicación.

Todos los casos llevan la autoría de ETA, salvo uno que corresponde al grupo G. En esta etapa también fueron asesinados el presidente de la Diputación de Bizkaia Augusto Guillermo Unceta-Barrenechea y el exteniente alcalde de Artea Esteban Beldarrain.

2021-12-18T06:28:02+01:00
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