Política

Lakua reconoce al médico que se empeñó en “humanizar la guerra”

Alfredo Espinosa, consejero de Sanidad del Gobierno vasco del lehendakari Aguirre, fue fusilado por los sublevados en 1937
El hijo de Alfredo Espinosa Gómez recibe el reconocimiento de manos de Pradales.
El hijo de Alfredo Espinosa Gómez recibe el reconocimiento de manos de Pradales. / Irekia

En tiempos convulsos, figuras como la de Alfredo Espinosa Orive, consejero de Sanidad del primer Gobierno vasco, brillan con más fuerza. Preocupado más por el bienestar del resto de personas que por el suyo propio, su “tesón, valentía, dignidad, compromiso y sentido del deber en circunstancias dramáticas nos puso el listón muy alto”. Así lo ha afirmado el lehendakari Imanol Pradales en el acto en el que su Ejecutivo ha reconocido como víctimas del franquismo, en virtud de la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Euskadi, a Espinosa, a su mujer Francisca Gómez y a sus hijos Alfredo y María Victoria.

En una biografía de película con final dramático, este médico que fue elegido concejal en Bilbao en 1931 y gobernador de Burgos y Logroño en 1933, se empeñó en primera persona en la defensa de la legalidad republicana tras el golpe de Estado del 18 de julio de 1936. El 7 de octubre de ese año fue nombrado consejero de Sanidad del Ejecutivo del lehendakari José Antonio Aguirre, y en un periodo muy corto y con todo en contra, se volcó en un concepto que se repitió ayer , “humanizar la guerra”. Así, fundó la Cruz Roja de Euskadi y atendió las condiciones de la población civil y de los presos del bando contrario.

Alfredo Espinosa Orive junto a su mujer.

Alfredo Espinosa Orive junto a su mujer. Irekia

Dos instantes de una biografía rebosante de hitos dan buena cuenta de su compromiso con los demás: El 11 de junio de 1937 partió hacia Francia en el buque Warrior con 160 niños del Sanatorio de Gorliz para ponerles a salvo. Lejos de permanecer allí, una vez tuvo conocimiento de que Bilbao había caído en manos de los sublevados, quiso regresar para reunirse en Santander con sus compañeros de gabinete. Sin embargo, fue traicionado y su avioneta aterrizó en la playa de Zarautz, donde fue apresado junto al resto de ocupantes del aparato. Sufrió interrogatorios, cárcel, un consejo de guerra y fue condenado a muerte.

Antes de ser fusilado junto al comandante José Aguirre y sus cuerpos inhumados en un cementerio de Gasteiz, Espinosa escribió cuatro cartas, y la que dirigió al lehendakari Aguirre ha quedado para la posteridad como un ejemplo en favor de los derechos humanos y la legalidad republicana. Como tal ha sido recuperada en ocasiones especiales por el propio Aguirre en el Congreso Mundial Vasco celebrado en París en septiembre de 1956, y por el lehendakari Juan José Ibarretxe en el 70 aniversario de la constitución del primer Gobierno vasco. Imanol Pradales ha hecho esta tarde lo propio y ha destacado el párrafo final: “Cuando la historia nos juzgue a todos, sabrán que nosotros hicimos lo indecible por evitar la muerte a los presos y por conservar el respeto absoluto a toda idea opuesta a la nuestra”.

Tambores de guerra

El encargado de recibir el reconocimiento a Alfredo Espinosa ha sido su hijo del mismo nombre, acompañado de sus cuatro hijos y los dos de su hermana María Victoria, ya fallecida. La amplia representación institucional ha incluido a la presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejeria, la de las Juntas de Bizkaia, Ana Otadui, la consejera de Justicia y Derechos Humanos, María Jesús San José, el consejero de Salud, Alberto Martínez, la vicelehendakari primera y consejera de Cultura, Ibone Bengoetxea, representantes de los grupos parlamentarios, los miembros del Consejo de Dirección de Gogora, el director del instituto de la memoria, Alberto Alonso, y el director de Derechos Humanos y Atención a Víctimas, Jagoba Álvarez.

En una breve y emotiva intervención, Espinosa hijo ha afirmado que durante la Guerra Civil tenía dos años, por lo que “puedo decir poco”, pero la posguerra “me la he tragado entera”. Ha recordado los “años de tranquilidad” con su madre y hermana en el exilio en Bélgica, “hasta que nos pilló la Segunda Guerra Mundial”. El avión en el que regresaron “tenía la parte superior descubierta y nos ametrallaron los alemanes”. Una vez tomaron tierra vieron el “horror de la pobreza, los mutilados y la falta de libertad” pero frente a los “tambores de guerra” actuales ha llamado a tomar ejemplo de “una sociedad que consiguió sobrevivir sin odio”.

2025-04-02T16:47:24+02:00
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