No tiene Osasuna una buena relación con el gol. La crisis más reciente nace tras el parón por el Mundial. En los siete últimos partidos de Liga, el equipo de Jagoba Arrasate solo ha marcado tres goles, aunque le han dado una alta rentabilidad porque han permitido sumar cinco puntos.
La esperanza de que Budimir comenzara a encadenar una secuencia marca de la casa no encontró prolongación en Valladolid. El croata trabajó mucho de espaldas al marco, dio continuidad a las jugadas pero no cazó el balón donde puede hacer daño. Chimy trata de salvar la distancia que, por posición en el dibujo, le separa de la portería lanzando zambombazos desde treinta metros que llegan a incomodar a los compañeros que esperan un pase. Su interpretación libre del juego de ataque puede llegar a molestar, pero esos pelotazos pasan muy cerca del objetivo o, como ayer, encuentran un poste en el trayecto imaginario a la red.
Kike García, por último, ha asumido su papel de secundario aunque cuando entra en el partido no escatima en codicia y agresividad, y aun con eso no le da para marcar. Como especialistas en la faceta más complicada del fútbol, de ellos se espera que resuelvan un partido como el de ayer, que conforme pasaban los minutos anunciaba una victoria por la mínima de uno de los dos contendientes, pero que en el caso de Osasuna no encontró una bota o una cabeza que con un toque sutil o enérgico atrapara los tres puntos.
Tampoco lo halló entre los jugadores que llegan de segunda línea o en la innata habilidad de los centrales para meter la testa en jugadas a balón parado. Lo intentó Aridane, a quien solo le faltó marcar para redondear uno de sus mejores partidos con la camiseta roja. Con una defensa atípica fruto de las bajas por múltiples lesiones, el canario se erigió en líder para discutir su continuidad en el club tras el 30 de junio, rebatir a quienes le censuramos por su pachorra cuando tiene que sacar el balón, y para recordar que en el reciente gol en el partido con el Atlético de Madrid al menos hay cinco fallos encadenados pero solo se le señala como culpable a él. Es curioso lo de Aridane; me refiero a sus resurrecciones deportivas: cuando suma varias jornadas como suplente parece que está amortizado, pero regresa para demostrar que le queda tanta cuerda como pelo.
Quizá Braulio Vázquez se ha precipitado y en lugar de cerrar el fichaje de un central tenía que haber atado a un delantero. Pero encontrar buenos delanteros y a precio asequible es muy difícil. Tampoco salen a paladas en la cantera. En Tajonar surgen centrocampistas en serie (el último, el debutante Iker Muñoz, y antes Pablo Ibáñez y antes Moncayola), pero creo recordar que desde que Martín hizo debutar a Javi Martínez Tabernero (2015-16) y el paso de Barbero desde el Promesas, no ha habido más recurso que fichar, pagar y esperar. Como escribió Eduardo Galeano, “el gol es el orgasmo del fútbol. Como el orgasmo, el gol es cada vez menos frecuente en la vida moderna”. A Osasuna, que lleva unas semanas jugando bien solo a ratos, le falta gol en esos instantes en los que manda en el campo y se puede decidir un partido. Cuestión de rachas. Y de circunstancias.
Confidencial
Cyle Larin y la camiseta de Osasuna de Jutglá. Es posible que el canadiense del Valladolid Cyle Larin ya hubiera visto antes de cerca una camiseta de Osasuna. Su compañero en el Brujas Ferrán Jutglá pidió a un conocido de Pamplona que le hiciera llegar una camiseta de Osasuna con su nombre impreso. Quería guardarla como recuerdo de su debut con el Barcelona en El Sadar.