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“El hecho de que no haya una llegada en alto pura, abre más la Itzulia”

Ion Izagirre aterriza muy motivado a una Itzulia en la que echa de menos un final en montaña y una crono
“El hecho de que no haya una llegada en alto pura, abre más la Itzulia”

Después de la preparación en la altura del Teide junto a su compañero de equipo Jonathan Lastra, Ion Izagirre aterriza muy motivado a una Itzulia en la que echa de menos un final en montaña y una crono.

¿Cómo llega a la Itzulia?

—Llego con muchas ganas, como siempre. Es la carrera de casa y para mí, correr delante de los tuyos siempre es una gran motivación. Además, en los últimos años es una carrera que se me ha dado bien.

En esta edición no se acaba en la subida a Arrate, donde ganó el pasado año y le sirvió para ser segundo en la general. Tampoco habrá crono en el recorrido de la Itzulia.

—Sí, pero aun así, la última es una etapa muy dura, explosiva y corta. Sí es verdad que echo de menos que haya una crono o un final en alto, que es lo que le falta este año a la Itzulia. La etapa de Villabona se acaba en un alto, pero no es un puerto como tal. Tanto ese repecho como los tramos anteriores son complicados, con continuos sube y baja por carreteras estrechas entre caseríos, pero el final es un gran repecho. No es un puerto como tal. De todos modos, habrá que estar atentos para entrar bien colocados y veremos qué pasa con el tiempo, porque esa etapa puede cambiar completamente si llueve. La subida en sí es durísima. Los últimos 500 metros son tremendamente duros (con rampas del 26%). En esa clase de subidas es difícil que se hagan diferencias. En el recorrido me falta una crono o una llegada como la de Arrate.

La dureza está garantizada. La Itzulia es una cadena de clásicas.

—Sí. Salvo la etapa de Labastida, la primera, que es la más sencilla sobre el papel, todas tienen algo. En la llegada a Leitza hay que estar muy atento, porque el camino a meta no es sencillo. Luego está el rampón de Villabona y dos etapas ratoneras como las de Santurtzi y Amorebieta. Si a eso le sumas la última etapa, es una carrera que invita a hacer movimientos. El hecho de que no haya una llegada en alto pura, salvo el repecho de Villabona, abre más la carrera.

Entre los rivales destaca Jonas Vingegaard, campeón del Tour.

—Está claro que es un gran corredor, pero probablemente este no sea el mejor recorrido para un ciclista como él, que puede romperte en una subida dura, en un puerto. Además de Vingegaard, hay otros rivales que no hay que olvidar. No solo está él. El Bahrain cuenta con Landa y Pello, está el UAE, el Ineos con Felipe Martínez, que ganó el pasado año, y también estará Gaudu, segundo en la París-Niza. Hay muchos equipos que traen a grandes corredores para dar guerra y yo me incluyo ahí. Llevo varios años estando delante y es una carrera que me viene bien. Me gusta y me preparo para ello. Las sensaciones son buenas y espero que todo vaya bien. El objetivo es estar en el podio. Viendo el recorrido de este año, creo que todo va a estar muy igualado y que va a ser cosa de pocos segundos. Esperemos estar ahí. La Itzulia se decidirá el último día.

Usted coincidió con Vingegaard en O gran Camiño. Fue quién más se acercó al danés hasta que se fue al suelo. ¿Qué impresión le causó?

—La verdad es que ganó como quiso. Yo hice todo lo que pude pero la caída me dejó sin opciones. Afortunadamente me recuperé bien y no trastocó mis planes. La París-Niza no me salió bien, pero espero hacer una buena Itzulia y estar delante.

La Itzulia es una carrera que se le da de maravilla.

—Sí. La verdad es que en los últimos años se me ha dado muy bien. Conoces todas las carreteras, estás en casa y estás motivado. Eso también cuenta para rendir bien. Eso hace que vayas muy metido en carrera y bien colocado para estar atento ante cualquier cosa que pase.

Usted que conoce tan bien esta carrera, ¿cuáles cree que son los momentos claves?

—En la Itzulia, con este tipo de recorrido, con carreteras estrechas, y más en caso de lluvia, hay que estar siempre atento porque la carrera se te puede ir en cualquier momento. Además, la última etapa, que es corta, dura y explosiva da para movimientos tácticos. Lo importante es llegar con opciones a la etapa de Eibar.

De un tiempo a esta parte estamos asistiendo a un ciclismo muy agresivo, con constantes ataques. ¿A usted le gusta esta forma de correr?

—Bueno, cuando tienes piernas, te va bien. Si tienes las piernas de Pogacar o Van Aert, por ejemplo, todo está bien. Te da igual ir a palos o no. Es cierto que para el espectador este tipo de ciclismo es espectacular, pero yo no tengo esa explosividad y tengo que regular mis esfuerzos de otro modo. Yo sé cuáles son mis limitaciones y cómo tengo que correr.

Debe ser desesperante competir con ciclistas tan arrolladores.

—Sí, es un poco desesperante. Lo malo es que me estoy acostumbrando a ver como entre cinco y seis ciclistas lo ganan casi todo. La verdad es que cuando miras los resultados siempre ves a los mismos. Por algo es. Son bastante superiores, además en distintos terrenos. Más allá de esos cinco o seis que todos sabemos, los demás estamos 2, 3 o 4 escalones por debajo de ellos. Están muy lejos de nosotros. Cuando las carreras se ponen duras es increíble la fuerza que tienen y lo agresivos que son, además lo hacen en diferente tipos de carrera y en distintas épocas de la temporada. Por la tele es fácil verlo, pero cuando lo sufres en carne propia es algo impresionante. Que en el WorldTour, con el nivel que hay, hagan esas cosas, es increíble.

En julio espera el Tour, que sale de Euskadi. Tendrá ganas de correrlo.

—Al principio del año hablamos con el mánager y los directores y la idea era que había que hacer el Tour. Sabemos que no tenemos un equipo para la general, así que buscaremos etapas. Para mí, poder estar en la carrera más importante del año y más saliendo de casa, es un gran aliciente.

02/04/2023