Un tablero de madera, decenas y decenas de clavos y más de un kilómetro de fino hilo negro son la base de los realistas retratos que realiza el artesano de Azpeitia Igor Arambarri.
Los seguidores de las teorías conspiranoicas y aquellos que tratan de buscar una explicación a enigmas, como el asesinato de JFK, la X de los GAL o, más recientemente, el origen de la Covid 19 o los chemtrails, que denuncian la utilización de las estelas de los aviones para alterar el medio ambiente y controlar a la humanidad, tienen como una de sus premisas identificar a quien está detrás, a aquel que mueve los hilos para que todas esas cosas sucedan.
Intrincada red
En este reportaje no se va a dar respuesta a esas cuestiones, pero al que sí vamos a conocer es a Igor Arambarri, un vecino de Azpeitia que mueve los hilos, en el sentido literal de la expresión, de una forma verdaderamente espectacular, convirtiendo en retratos realistas lo que en esencia no es más que una intrincada red de finas cuerdas.
A corta distancia, su obra puede parecer una maraña caótica de hilos negros cruzados sobre un tablero de madera. Pero basta dar unos pocos pasos hacia atrás para que, de repente, una imagen nítida y expresiva surja ante los ojos del espectador.
“No hay trucos, solo hilos colocados con precisión matemática, siguiendo un patrón calculado y generado por ordenador”, explica en un alto de su trabajo en Eskuak, el servicio de quiromasajista que ofrece en el centro de estética Jone eta Maikar de Azpeitia.
Mandalas
Este artesano azpeitiarra descubrió esta técnica casi por casualidad, en plena pandemia de la Covid 19.
Su interés por la artesanía le había llevado a trabajar con piedras semipreciosas, como sigue haciendo en la actualidad, y en la fabricación de mandalas a partir de cuerdas e hilos, creando formas geométricas inspiradas en círculos simbólicos propios de la tradición budista e hinduista.
Descubrimiento fascinante
Sin embargo, cuando tuvo conocimiento de que esos hilos se podían combinar y dar forma a retratos de un gran realismo se abrieron la puertas a un nuevo mundo creativo que abrazó con verdadera pasión.
"Ver aquellos retratos tan reales realizados solo con hilo me dejó en shock. Me puse a investigar y a tratar de aprender cómo se hacían, dando inicio a un proceso de prueba y error al que dediqué muchas horas de trabajo y mucha paciencia”.
Origen matemático
Esta técnica conocida como hilorama o string art tiene su origen en una profesora de matemáticas estadounidense que explicaba conceptos sobre ángulos y curvaturas a sus alumnos por medio de hilos colocados en un tablero con clavos.
Con el tiempo, hubo quienes vieron la posibilidad de aprovechar esa estructura tan elemental de madera, clavos e hilos para hacer mandalas y composiciones geométricas.
Aplicaciones de ordenador
La verdadera revolución del string art llegó cuando se implantó el uso del ordenador para convertir las formas geométricas de aquellos mandalas en retratos realistas como los que hoy en día realiza el artesano azpeitiarra.
Tal y como explica Arambarri, el proceso empieza con la preparación del soporte. El diámetro estándar de los retratos que lleva a cabo es de 62 centímetros, lo que le obliga a formar un círculo compuesto por 250 clavos que debe colocar, uno a uno, sobre el tablero de madera. “Al principio, calculaba la posición de los clavos con la ayuda de un transportador de ángulos, pero gracias a un programa informático cree una plantilla que me permite ir adaptando el tamaño del círculo a diferentes diámetros, dependiendo de las dimensiones del retrato, lo que me ha facilitado el trabajo”.
Retoque y patrón numérico
Con todos los clavos en su sitio y numerados individualmente, el siguiente paso es preparar la imagen que quiere recrear y procesarla por medio de un programa informático con el que ajusta el brillo y el contraste para que el rostro final tenga la expresividad y, sobre todo, la intensidad en la mirada que busca.
Una vez determinados estos parámetros, el ordenador genera un patrón numérico que le indica en qué orden debe pasar el hilo por los clavos hasta obtener la imagen que persigue.
“A partir de ahí me toca seguir las indicaciones del programa. Coloco el hilo en el punto inicial, veo cuál es el segundo clavo que me indica, lo busco y lo llevo hasta allí, paso al siguiente y, así, una y otra vez hasta completar unas 2.800 pasadas.”
Igor Arambarri con los retratos de los hermanos Pou, Miren Nogales y Olatz Salvador
10 horas y 1500 metros de hilo
En la ejecución de cada obra utiliza alrededor de 1.500 metros de hilo y necesita unas 10 horas de trabajo para completarla.
Se trata de mucho tiempo pero, gracias a la experiencia que ha adquirido estos años, bastante menos que el que empleó en unos primeros retratos que pusieron a prueba su paciencia.
“Lo cierto es que el proceso de aprendizaje fue un esfuerzo de cabezonería más que de paciencia. De hecho, la paciencia la perdí muchas veces, sobre todo al principio, cuando se me rompía el hilo más a menudo o me daba cuenta de que había usado un hilo demasiado grueso y tenia que deshacer el trabajo hecho hasta entonces".
Ferias de artesanía
Ahora, con una metodología más organizada, trabaja con más fluidez, sin desesperarse. Cada treinta minutos hace un alto para descansar, dar una vuelta o hacer otras cosa, y luego vuelvo a retomar el trabajo.
Arambarri ha mostrado su trabajo en varias ferias de artesanía, en las que acostumbra a realizar contactos y a recibir encargos para nuevos retratos.
Sin trucos
En todas las ferias que ha participado se ha encontrado con el asombro de los que ven por primera vez su trabajo.“La gente piensa que es un dibujo o que hay algún truco para conseguir esa imagen tan real, pero la único que hay es hilo, mucho hilo colocado de manera precisa para lograr ese efecto.”
Así lo atestiguan los retratos de los escaladores Eneko e Iker Pou, la presentadora de televisión Miren Nogales y la música Olatz Salvador, testigos del encuentro y fruto de una labor que combina la precisión de un matemático, buenas dosis de paciencia y la capacidad creativa del artesano azpeitiarra.