El pasado viernes hablábamos de que a una vecina de Mutriku se le había vetado la participación en las fiestas por ser ertzaina, y el fin de semana nos deja una agresión a un ertzaina fuera de servicio en Vitoria. Por segunda vez en menos de una semana nos encontramos con estos actos de hostigamiento, llegando a cruzar la peligrosa raya de la violencia física. Pero esto tiene que acabar. Estas actitudes son sectarias y no representan a nadie, más que a una minoría que siempre gusta de hacer mucho ruido para ganar notoriedad. Esto nos lleva a épocas pasadas, épocas a las que la mayoría de la sociedad vasca no quiere volver. La violencia en cualquiera de sus formas no es de recibo, y el señalamiento a cualquier sector de la población, a cualquier persona, sea cual sea su profesión, tampoco. Esto tiene que terminar.
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El editorial
"Por segunda vez en menos de una semana, asistimos al hostigamiento a agentes de la Ertzaintza en su vida privada. En este caso, además, cruzando la peligrosa raya de la violencia física"
"El hostigamiento a la Ertzaintza tiene que terminar"