BBVA Research, el servicio de estudios de la entidad, ha publicado esta semana su Observatorio Regional, en el que mejora las previsiones de crecimiento para este año, aunque rebaja las de 2024.
El informe eleva siete décimas, hasta el 2%, la previsión de crecimiento para este año en comparación con el Observatorio del mes de abril y estima un dato del 2,6% para 2024 tanto para Euskadi como para Navarra. ¿Qué fortalezas y qué problemas ven en las economías de ambos territorios?
–Se puede resumir en un crecimiento del turismo y de la producción industrial, aunque también en una caída del consumo doméstico. En lo que respecta al turismo, se ve que hay un modelo alternativo al turismo de playa, con un crecimiento de destinos que habitualmente no eran tan fuertes, como Euskadi. Las pernoctaciones están un 15% por encima de antes de la pandemia y es la comunidad donde más han subido. Ha habido mucho tirón de visitantes de otras comunidades. Ya sea por el elevado coste del transporte al extranjero o porque los turistas piensan en reducir el gasto a realizar, se refuerza el turismo interno y Euskadi se beneficia de ello. Todo eso está permitiendo una recuperación mejor de la que pensábamos. Y la industria nos viene sorprendiendo relativamente bien, sobre todo lo que no tiene que ver con automoción ni con bienes intensivos en el uso de energía. Pensábamos que las cosas iban a ir peor, porque estimábamos que el impacto del coste de la energía iba a ser particularmente sensible en la industria vasca, pero la industria manufacturera y la de bienes intermedios se está recuperando y está mejor de lo que creíamos. En Navarra los parámetros son similares, con una industria beneficiada por los mismos viento de cola pero aquejada de los mismos problemas.
¿Esos problemas tienen que ver con la entrada de Alemania en recesión técnica y la desaceleración económica en otros países?
–La recesión que se ha dado en Alemania se produce precisamente porque la industria no va bien. Si bien tenemos un PIB vasco por encima del de 2019, el índice de producción industrial aún está por debajo del de ese año. La crisis en Alemania puede obedecer a razones energéticas o por falta de suministros desde China. Y estos problemas en la industria alemana son particularmente negativos para la industria vasca. Por otro lado, a pesar de esto, las familias alemanas continúan gastando, con salarios que crecen a ritmos del 6% y el 7%, lo que beneficia a sectores como el turismo. En Navarra el contexto es el mismo. Puede haber ciertas diferencias por la exposición a las que puedan verse sometidas ciertas marcas en el sector de la automoción, pero la composición sectorial es relativamente similar.
El empleo resiste gracias al efecto rebote provocado tras la pandemia. ¿Se van a poder mantener los ritmos de creación de puestos de trabajoen el futuro?
–Hay que tener en cuenta que se prevé un agotamiento del trabajo en el sector de los servicios y eso llevará a una desaceleración en el empleo. Mucho del crecimiento del empleo en Euskadi y Navarra va a venir causado por industrias que ahora están trabajando a menor capacidad y con menos turnos. Es muy probable que, más que un crecimiento del empleo, veamos aumentos de las horas trabajadas. Además, el sector que crece es el de los servicios, y buena parte de esa subida se explica por la inmigración. Esta fuerza laboral tiene la capacidad para llegar, adaptarse y trabajar en ese sector. Cuando venga la recuperación de la industria, la duda es si vamos a tener la posibilidad de atraer inmigración que tenga la capacidad de trabajar ahí. Esto es más dificíl porque requiere de un capital humano con formación más especializada.
El Observatorio Regional constata un “impacto menor de lo esperado” de los fondos Next Generation. ¿Qué está ocurriendo y cómo se puede garantizar que estos fondos también lleguen a las pymes?
–Hemos visto que existe una cantidad muy importante de dinero para proyectos que se está licitando, pero luego el impacto en inversión es relativamente limitado. Hay mucha licitación, pero poca inversión. Puede ser que las empresas no estén necesitando invertir mucho para cumplir con sus objetivos, aunque otra razón tiene que ver con licitaciones que quedan vacías porque los precios que se requieren quedan fuera de mercado por la inflación. También puede ocurrir que, con el aumento de tipos de interés, a las empresas no les salga rentable hacer estas inversiones. Y, por último, otro motivo es que estos fondos europeos se estén concentrando en grandes empresas y en sectores muy específicos sin un poder tractor relevante en la economía.
La Unión Europea debate unas nuevas reglas fiscales para hacer frente al problema del déficit público. ¿Hasta qué punto es preocupante para la economía la deuda de los Estados?
–Por el momento no constituye un problema, porque se ha hecho un esfuerzo por financiar esa deuda y por extender el plazo de vencimiento aprovechando el entorno de tipos de interés bajos. Muy poca deuda va a vencer en los próximos dos o tres años, y la mayoría está asegurada a tipos de entre el 1% y el 2%. A corto plazo, el riesgo es reducido. No obstante, puede aumentar si no hay acuerdo sobre las reglas fiscales. Ahora mismo hay una negociación dura en Europa sobre este tema. Para el objetivo de la consolidación fiscal también puede suponer un problema la deuda de las comunidades. Las diferencias entre territorios son muy grandes y por ejemplo, la deuda de la Comunitat Valenciana es 30 puntos superior a la de Euskadi. Ahí puede haber tensiones y eso es algo con lo que tendrá que lidiar el futuro Gobierno, que deberá ser claro acerca de como y cuando piensa hacer ajustes y resolver el problema de la financiación autonómica.
¿Existe el riesgo de que las subidas de tipos de interés que está aplicando el BCE dañen el crecimiento económico?
–Sí, ya lo estamos viendo. En España el 70% de las hipotecas son a tipo variable, y más de la mitad se actualizan cada seis meses. Esta caída del consumo en los últimos meses tiene que ver con este aumento de la carga financiera de los hogares. Los tipos aún no están logrando contener la demanda en Alemania, donde los salarios crecen más de lo que lo hacen en España, y es muy probable que, aunque aquí vemos que la inflación está cayendo, lo que el Banco Central Europeo considera es que a nivel comunitario la demanda crece con los salarios, lo que puede desembocar en una política monetaria muy restrictiva para la posición de la economía española, que apenas está recuperando los niveles previos a la pandemia.