Antonio Martín Marugán, el interventor del Alvia siniestrado el 24 de julio de 2013 en Santiago, ha contado este miércoles en el juicio que en el momento en que llamó al maquinista y acusado, Francisco José Garzón Amo, justo antes del accidente, no sabía si estaban en una recta o pasando por una curva.
"Yo en ese momento no sabía a ciencia cierta en qué punto kilométrico estaba", ha dicho al fiscal Mario Piñeiro, y consultado por el motivo que le llevó a telefonear para facilitar la bajada de una familia en Pontedeume (A Coruña) por el andén más cercano a la estación cuando esto iba a suceder más de una hora después, ha contestado este revisor jubilado que en Compostela tenía otras "gestiones que realizar" y en ese momento no estaba con ninguna.
En todo caso, ha dejado caer que si las consecuencias las "previese", ese hecho, esa "fatal coincidencia", no se habría producido.
Martín Marugán ha explicado además que él no negó la existencia de esa comunicación, con un sucinto: "No negué, no lo dije". Comentario que con posterioridad ha ampliado en su comparecencia como testigo: "Fue cuando me lo dijeron (una sobrina) cuando mi mente recordó".
Ha explicado además que Renfe no les daba instrucciones sobre los momentos idóneos para llamar, siempre que fuese un acto de servicio, y ha remarcado que de conocer lo que ocurriría a continuación, él no habría procedido de tal modo. "Era el más interesado, porque iba en el tren", ha espetado.
Si el conductor le contestó, ha especificado, fue porque "no se vio presionado en ese momento de ningún peligro". Pese a ello, ha afirmado Martín Marugán que podría haberle telefoneado Garzón Amo a continuación y no en ese instante, porque hay un registro, así que quedaría constancia de la llamada.
Acerca de la duración de ese diálogo, de 100 segundos, ha afirmado que no fue un "telegrama", porque le explicó a Garzón lo que había, si era posible facilitarles la bajada, y la respuesta que obtuvo fue que sí.
Ha añadido Marugán que podría haber hecho tal gestión con el centro de mando, pero también con el chófer, sería posible con ambos, así que decidió dirigirse a este último directamente.
Martín Marugán se ha esforzado en hacer ver que en ningún momento rechazó la existencia de esta llamada: "No tuve ninguna instrucción por parte de nadie, ni interés, ni di o no di, ni niega o no niega. No lo tuve por parte de nadie".
De su falta de memoria al respecto, ha dudado que si no se lo hubiesen dicho, hubiese rememorado por sí mismo tal hecho: "Igual si no me lo dicen, igual después me venía un flash".
En su testimonio, Marugán, agente de acompañamiento en activo en esa etapa, ha corroborado que escuchó el aviso de megafonía de que el convoy estaba llegando a Compostela, pero en ese viaje "como cualquier otro", sin nada "anormal", no fue consciente de la velocidad inadecuada ni de que iban a pasar por A Grandeira.
"Yo esa curva ni sabía que existía. Hasta el momento de lo que ocurrió no sabía ni que existía", ha relatado. Antes, en su misión de controlar la marcha, ha ahondado en que no había nada raro y ha precisado que iba atento, no "durmiendo" ni distraído con el móvil.
Este trabajador ha manifestado que, tras el descarrilamiento, se bajó del tren por sus propios medios y que la visión era "esperpéntica". No obstante, ha matizado que tuvo una sensación de "absoluto silencio", cuando no era así.
"No sé si será la mente que se autoprotege o qué. Cuando salí ya vi los coches caídos y pensé que el accidente tenía que ser muy grave. Afortunadamente no perdí el conocimiento".
Andrés Cortabitarte, responsable en su día de la seguridad en la circulación de Adif, y procesado por la tragedia ferroviaria junto a Garzón Amo, no está en la sala de vistas. Tampoco el maquinista. Pueden decidir libremente no acudir porque ambos están exonerados.
A ambos se les imputan 80 fallecimientos por imprudencia grave profesional, 145 lesiones por el mismo motivo, y un delito de daños.