El intrincado viaje de retorno de Galarreta al Athletic

La noticia del retorno de Iñigo Ruiz de Galarreta al Athletic al término de la temporada vigente genera diversas interrogantes que solo el tiempo podrá despejar. Próximo a ingresar en la treintena, quien fuera una de las esperanzas de Lezama por calidad técnica y visión de juego, vuelve a casa casi una década después de su marcha como cedido, después de un periplo que engloba hasta siete destinos, la mayoría en Segunda División. En su actual club, el Mallorca, es donde ha alcanzado una estabilidad en todos los sentidos, le brindó la oportunidad de acceder a la élite y de comprobar que posee nivel para ello.

La llamada del Athletic, no se sabe si en una decisión de la dirección técnica o por recomendación del entrenador, sobre cuyo futuro en la entidad de momento no existe certeza alguna, en principio contribuye a ampliar una nómina de centrocampistas de por sí densa. A día de hoy, en la plantilla se contabilizan ocho hombres que a las órdenes de Valverde han ocupado alguna de las demarcaciones de la citada línea: Vesga, Dani García, Vencedor, Zarraga, Herrera, Sancet, Muniain y Raúl García. Solo dos, Zarraga y Raúl García acaban contrato en junio. El caso de Herrera no es fácil de desentrañar, por cuanto se dijo que había una opción unilateral para que continuase el año que viene. Hacerla efectiva fue el deseo manifestado en el acto de su presentación oficial tanto por él como por Jon Uriarte, pero su pobre aportación en estos meses cuestionaría el interés de la decisión.

Además, en el Eibar y en el Mirandés hay dos medios que se hallan cedidos, Nolaskoain y Prados, y no es descabellado imaginar que se acometa la promoción de algún joven que milita en el filial, siquiera de cara a la pretemporada. Se mire como se mire, es evidente el exceso de personal apto para desenvolverse en la denominada zona ancha que se registraría el verano que viene. Un atasco que obligará a realizar descartes.

Las ventajas que ofrece Ruiz de Galarreta en el plano económico resultan obvias, empezando porque, al quedar libre, el Athletic no debe desembolsar importe alguno por traspaso. Y su ficha actual en el club isleño seguro que se mueve en parámetros inferiores a los que se estilan en Bilbao. En el eibarrés pesa más la posibilidad de jugar cada quince días en San Mamés que firmar un contrato alto. Como ha reconocido en sucesivas entrevistas, vestir de rojiblanco colma sus apetencias. Máxime a estas alturas de una carrera marcada por un calvario de lesiones graves (tres roturas de rodilla) que parecían alejarle más y más de su sueño.