La tasa de inflación subyacente de la zona euro, aquella que excluye la volatilidad de los precios de las energía y de los alimentos, así como del alcohol y el tabaco, registró en abril una subida interanual del 5,6%, una décima por debajo del incremento récord observado el mes anterior, según la estimación preliminar de Eurostat.
De este modo, la tasa de inflación subyacente experimentó en abril su primer signo de moderación en términos interanuales desde junio de 2022. Lo hace después de encadenar nueve meses consecutivos sin ofrecer síntomas de desaceleración y presionando al Banco Central Europeo (BCE), que se reúne precisamente mañana jueves, a seguir endureciendo su política monetaria.
En cambio, la tasa de inflación general del euro aumentó una décima en abril en relación con marzo, hasta el 7,0%, empujada sobre todo por los incrementos de precios de los alimentos. El BCE toma como referencia el dato subyacente a la hora de fijar su estrategia de tipos de interés. La tregua de abril no va a cambiar la hoja de ruta del Banco Central, que tiene intención de subir los tipos al menos dos veces más este año. Sin embargo, es un indicio de que la política monetaria empieza a dar frutos en la contención de los precios. La inflación general había encadenado hasta abril cinco meses consecutivos de descensos gracias a la bajada de los precios de la energía. El ligero repunte del mes pasado pone el foco en la alimentación para las familias, pero el buen comportamiento de la subyacente rebaja la presión sobre el BCE.
El euro se depreció hasta los 1,0950 dólares tras la publicación de datos de la concesión de créditos y de inflación en la eurozona.