No le gustan las etiquetas. Ni siquiera hablar de jazz. Para él, es improvisación e interacción, género abierto que aglutina muchas músicas y que cobra todo su sentido en el vivo. “Ahí es donde se multiplican las emociones”, dice Javier Colina, músico invitado en el concierto que el proyecto navarro Kaleidoscope Trío y Rita Payés ofrecerán en Civivox San Jorge este sábado 28 de enero a partir de las 19.30 horas, en el marco del programa UrtarriJAZZ.
¿Cómo va a ser el concierto de esta tarde-noche? ¿O no se sabe hasta que empiece, por lo que hay en el jazz de improvisación y diálogo vivo?
Va a ser un repertorio variado, primero de instrumental que hacen el trío Kaleidoscope y Rita Payés, y luego yo participo como invitado en temas que tienen que ver más con el folclore y esas cosas. Para mí es muy especial porque normalmente toco el contrabajo, pero en este concierto toco otras cosas.
Como el acordeón, el instrumento con el que empezó de niño.
Sí, habrá acordeón, y también tocaré un cuatro venezolano. La forma de tocar cambia para cada circunstancia, y este contexto me permite tocar el acordeón sin muchos alardes, haciendo melodías nada más, muy sencillito y muy musical todo.
Tocan en el marco de un programa, UrtarriJAZZ, que se marca el reto de acercar este género musical a todos los públicos. Son necesarias iniciativas así para que el jazz no se quede en una música minoritaria; para que no sea, como apuntaba en una entrevista, “una música para listos”.
Exactamente. La palabra jazz aglutina muchas cosas. Ten en cuenta que nosotros vamos a tocar música de Venezuela, también música más africana, música brasileña, o sea que desde hace muchos años el jazz ya no es una cosa americana o afroamericana de Estados Unidos sino que ya a cualquier música improvisada se le llama jazz, o un género abierto. La etiqueta no dice mucho. Y como decías, esto no es para que les guste a los más entendidos o más eruditos, sino que es música para todo el mundo. No tiene nada que ver con la erudición, y lo van a comprobar el sábado. Les gustará o no les gustará, pero no es una cosa para entendidos, ni debe serlo, creo yo.
No se trata tanto de entender sino de estar abierto a dejarse llevar y sentir esa música.
Claro. Y es que este concierto seguro que no tiene nada que ver con la música que se hace dentro de lo que se entiende por jazz más puro, pero nada que ver. Lo que tenemos en común es la improvisación y la interacción, pero el contexto musical de la raíz no tiene nada que ver. Ni en los festivales de jazz tienen absolutamente nada que ver unas músicas con otras; sí la manera de hacerlas, más que el contenido en sí.
“ La cultura existe quiera uno o no, pero valorar el arte es de gente civilizada, influye mucho en un país; y ahí estamos... ”
¿Se va facilitando en España este tipo de actuaciones, de arte improvisado en salas, bares o en la calle?
En bares es difícil, porque las iniciativas privadas son muy complicadas... En fin, se va teniendo oportunidad de escuchar otras músicas que antes no se escuchaban. Es muy difícil meterte en un mercado, hay mucha gente haciendo muchos proyectos. Poco a poco van surgiendo sitios para tocar, pero la verdad es que en la calle no mucho. Siempre es todo programado, no espontáneo.
¿El jazz se salva en un mundo de ‘hits’ en el que prácticamente ya no se escuchan los discos enteros?
Bueno, eso depende de cada uno, del que escucha y del interés que tenga por cada proyecto. Yo creo que hay proyectos muy consolidados, por ejemplo en el repertorio que llevamos hoy, te puedo asegurar que no hay ningún tema de entre todo el listado del menú que tenemos que esté metido ahí como entre plato y plato o para rellenar, no; está todo bien estudiado, el repertorio tiene su propio ritmo. Entonces, dependiendo de cómo te plantees un disco, yo por ejemplo muchas veces lo planteo como una grabación de lo que hay, entonces más o menos tiene una lógica, cronológicamente también; el repertorio tiene un ritmo. Si eres capaz de hacer eso, pues la gente a lo mejor te escucha todo el disco; si no, pues no.
¿Sigue encontrando en el jazz, como el primer día, ese terreno de libertad en el que nadie le dice lo que tiene que hacer? Porque contar con eso es un tesoro muy preciado en un mundo en el que nos quieren a todos uniformados...
Hombre, pues imagínate. Que yo pueda salir al escenario y tocar lo que quiera... Porque realmente es así. O sea, podemos cambiar el repertorio mañana, digamos que hay una confianza en eso, y por eso a uno lo llaman, por esa capacidad de accionar. No sé si lo llamaría libertad, pero está claro que no hay guiones y todo se basa en cierta libertad musical. Y eso hoy en día en cualquier cosa no se suele permitir. Todo está programado, todo está hecho, y encontrar una música donde te permitan, para empezar, que toques lo que quieras cuando te subes a un escenario, cuando en otros sitios te piden el programa, qué es lo que vas a tocar... Esto es un tesoro muy grande que hay que saber valorar y guardar; hay que conquistarlo, que no es fácil.
¿Estamos lejos de otros países como Francia, donde se valora más?
Bueno, hay países donde el arte se valora más que aquí porque influye mucho en la cultura, y otros donde se valora menos. Quizá lo valoren más precisamente porque no tienen ese mundo artístico, libre y cultural de nacimiento, pero eso tampoco quiere decir que los resultados sean mejores ni que un país mejore o empeore su cultura por esas razones. La cultura existe quiera uno o no; aunque la verdad es que valorar el arte es de gente civilizada; y ahí estamos...
¿Hay riesgo en la improvisación en vivo? ¿O es más un disfrute?
Hombre, es un riesgo dentro de que lo peor que podría pasar es que no te llamen más, pero bueno... La verdad es que tú eres improvisador y lo dejas en mano de tus conocimientos y de cada circunstancia y de cada momento. No todas las circunstancias ni los momentos son iguales y uno, claro, tampoco toca igual siempre. En ese sentido, sí que uno está un poco en un campo abierto. Tú sales ahí, tienes toda tu libertad pero tienes que hacer algo con ella. Quiero decir, si a ti te marcan el camino y te dicen tienes que ir por aquí, por allí y por allá, pues bueno, ya sabes más o menos qué hacer. Pero para nosotros no es así, y eso por una parte es un disfrute para la creación y por otra parte es un riesgo, que no se te ocurra nada... normalmente vamos preparados, pero puede pasar también.
“ En mi casa suena música de Venezuela, Brasil, africana, clásica... de todo el mundo; suena muy buena música en general, porque si no se apaga ”
¿Cómo ve el movimiento en torno al jazz en su tierra natal, Navarra?
Bueno, es que hablar de jazz... digamos que aglutina muchas músicas muy diferentes. Todo lo que no es pop ni rock ni clásico, a ese proceso de música que se basa en la improvisación se le llama jazz, pero es que son muchas cosas... Y en cuanto a apoyo...Mira, ahora mismo estoy tocando con Jesús Mañeru, estellica, y con Pintxo de Barañáin; yo sé que se hacen muchas cosas, tengo amigos que me mandan muchos trabajos que hacen con la Big Band... Lo que no sé es cómo se traduce todo ese potencial en situaciones y en posibilidades de tocar aquí y allá, pero potencial humano sí que lo hay, eso lo sé. En cuanto a espacios e iniciativas, imagino que públicas habrá, y privadas pocas.
En los últimos años ha ahondado en diversos proyectos en músicas africanas y brasileñas. ¿Por dónde bucea ahora o qué le apetece explorar?
El último trabajo que ya grabamos y que vamos a publicar es un proyecto casi todo de música brasileña, pero no es por exploración. Claro que uno estudia porque es músico y se interesa, pero luego también uno se encuentra la música en la vida, y por circunstancias te encuentras ahondando más en unas músicas que en otras, igual porque has conocido a un músico que te ha inspirado o por lo que sea... Yo he estado trabajando con amigos en Sao Paulo, la música brasileña es riquísima y aquí no es tan conocida, aunque todo el mundo la entiende muy bien como si fuera propia. Y es un proyecto que hicimos con Antonio Serrano, con Albert Sanz, con el que comparto muchos trabajos, luego vino el gran percusionista Israel Suárez Piraña, y también se unió Silvia Pérez Cruz que se encontraba por aquí cuando tocamos y grabamos. Le hemos llamado un rodigio musical de temas brasileños de compositores de distintas épocas y distintas latitudes dentro de Brasil.
¿Qué música suena en su casa?
Aquí suena de todo. Música de Venezuela, de Brasil, de muchas partes del mundo. Aquí suena muy buena música en general, porque si no se apaga (ríe). Suenan muchos discos enteros y de todo, música africana, gnawa, clásica también... De todas las músicas se sacan cosas muy buenas.
“ Improvisando estás en un campo abierto, es disfrute y riesgo; tienes toda tu libertad en el escenario pero tienes que hacer algo con ella ”
¿Alguna propuesta musical que le haya sorprendido últimamente?
Pues mira, ayer mismo descubrí unos temas que son novedades para mí. Dos o tres canciones que no conocía de José Antonio Méndez, cantante y compositor cubano de los años 60, del movimiento Filin, y al que recomiendo escuchar; tiene un bolero muy famoso, La gloria eres tú. Y como pasa cuando descubro algo, esas canciones se repiten en casa una y otra y otra vez, las veces que haga falta.
En un tiempo en que se tiende cada vez más al individualismo, también en parte por las tecnologías, el jazz parece que preserva esa comunicación entre seres humanos, entre músicos y músicas, en este caso. Y con el público, claro.
Esa es la clave, el directo. Si de la música lo que nos gustan son las emociones, claro que en los discos se oyen y se transmiten, pero la música en directo es la que más emociones puede provocar. Al compartir esas emociones con el público, pues claro, todo eso se multiplica. Y el hecho de la reunión, de que haya mucha gente con ese deseo y que compartan esas emociones, sea la música que sea, porque a uno le sirve una y a otro otra. Y lo bonito es eso, que haya mucha gente admirando y disfrutando de la belleza de lo que está haciendo una gente en un escenario. Eso no se da en otros ámbitos, no hay tantos momentos en la vida en los que se puedan hacer cosas todos a la vez. Ahora, con tanto streaming y tanta distancia... Y si se dan las emociones, se dan, y si no se dan pues es culpa de los músicos y uno no vuelve al concierto. Pero la música en directo es un arte importantísima. Es una cosa vital, como el pan. Y compartir eso al mismo tiempo es una celebración.
LA CITA DE ESTE SÁBADO
Contenido. Concierto de UrtarriJAZZ 2023 dirigido a todos los públicos. Melodías que transitan por caminos entre el jazz, el folclore colombiano, las nanas cubanas, las zambas argentinas y temas de composición propia.
Intérpretes. Kaleidoscope Trío, proyecto de los navarros Miguel Pintxo Villar (saxo) y Jesús Mañeru (percusión) junto al colombiano Juan Pablo Balcázar (contrabajo). Rita Payés (voz y trombón). Y, como invitado, Javier Colina (acordeón y cuatro venezolano).
Lugar y hora. Civivox San Jorge, 19.30 horas.
Entrada. 6 euros, con inscripción previa.