La presión para no perder influencia en Europa es una travesía de largo recorrido que va a requerir el mayor número posible de provisiones y aliados. El lehendakari no solo está buscando aliados entre los territorios estatales y europeos que se ven afectados por este desplazamiento de las prioridades hacia el este europeo, sino que está convencido de que habrá que tejer complicidades a nivel interno, doméstico, en Euskadi, buscando el acompañamiento de la sociedad vasca y de sus diferentes sectores. Una especie de auzolana trasladado también a esta pelea para no perder el foco en la Unión Europea. En ese sentido, además del lobby atlántico con territorios como Galicia, Asturias, Cantabria, Nafarroa, Nueva Aquitania y Gales, el lehendakari ha trasladado este miércoles a los embajadores de Francia y Portugal que se está constituyendo una alianza en Euskadi. Este proyecto tiene una doble finalidad: no solamente tejer apoyos a nivel vasco, sino que también se sumen agentes sociales y económicos del resto de territorios implicados, de manera que se abra el abanico de esta iniciativa y no tenga únicamente un cariz institucional entre gobiernos.
Esta alianza, según explicó Lehendakaritza, contaría con los principales agentes económicos y sociales en Euskadi, como las cámaras de comercio, sindicatos, patronales, universidades, expertos y otras entidades sociales, académicas y culturales, “para trabajar conjuntamente en estas iniciativas”. Fuentes del entorno del lehendakari consultadas por este periódico prefieren no entrar en detalles sobre los posibles socios porque aún se está trabajando en esta dinámica.
Además, la intención es que se incorporen entidades del resto de comunidades autónomas y territorios que conforman el arco atlántico. La idea es, por lo tanto, expandir el acuerdo institucional para que adquiera también un cariz más social.
Del oeste hacia el este
La efervescencia en la que está sumido el Gobierno vasco en las últimas semanas se debe al desplazamiento del eje de influencia europeo hacia el este, por la próxima ampliación de la Unión Europea a raíz de la guerra en Ucrania, que coincide a su vez con la pérdida de peso del oeste por la salida de un socio estratégico: Reino Unido, tras el Brexit. Se da la circunstancia de que Gales apoyó el Brexit pero su gobierno está muy implicado en las iniciativas para no perder influencia en el continente. Francia pone el colofón a esta tormenta perfecta, porque sus reservas ante el sur de Europa por la presión migratoria que llega desde África y su rechazo a la competencia en materia energética la llevan a asumir una posición proteccionista.
En este nuevo tablero de juego están en liza las conexiones de la política energética, las plazas para recargar vehículos eléctricos, el impulso al corredor del hidrógeno, la influencia económica en general y la cobertura europea a los países del oeste en un momento en el que el número de socios del club va a crecer por el flanco de la frontera con Rusia.