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“El liderazgo es básico para que la escuela sea inclusiva, segura y saludable”

Anna Jolonch propone repensar el liderazgo en la enseñanza en su libro 'Tiempo para el liderazgo educativo', escrito junto a Miquel Martínez
Anna Jolonch, autora del libro 'Tiempo para el liderazgo educativo'. / Markel Fernández

Anna Jolonch ha liderado investigaciones en educación, exclusión social y liderazgo en instituciones como la OCDE. El pasado lunes presentó en Bilbao su nuevo libro, "Tiempo para el liderazgo educativo", junto a Miquel Martínez, Begoña Pedrosa, consejera vasca de Educación, y Aitziber Gómez, directora del IES Eguzkitza de Irún. Jolonch compartió sus ideas para afrontar los retos actuales en la enseñanza.

¿Cuál ha sido la motivación para escribir este libro?

El libro nace de las formaciones que realizamos en LID Barcelona (Centro de Liderazgo Educativo) y en el University College de Londres. Sentíamos que faltaba una publicación que reuniera el marco conceptual y la literatura sobre liderazgo que trabajamos en las formaciones. Pero sobre todo, queríamos realizar una investigación educativa y aportar reflexiones desde nuestra perspectiva, ya que hablar de liderazgo en el ámbito educativo sigue generando ciertas reticencias.

¿Qué diferencia al liderazgo educativo de otro tipo de liderazgo?

El liderazgo educativo tiene un propósito claro: formar ciudadanos, profesionales y fomentar valores esenciales como la democracia. Las investigaciones señalan que el liderazgo educativo es el segundo factor con mayor impacto en el aprendizaje de los alumnos.

¿El líder nace o se hace?

Nosotros defendemos que el liderazgo se aprende. Es necesario capacitar a los líderes educativos y proporcionarles competencias. El libro es una apuesta por invertir en liderazgo porque sabemos que un buen líder puede mejorar hasta un 20% los resultados de aprendizaje de los alumnos.

¿Qué condiciones son necesarias para ejercer un buen liderazgo educativo?

La autonomía es clave. Los líderes necesitan capacidad de decisión en aspectos como el presupuesto, la elección de equipos docentes y las estrategias de enseñanza. Sin estas condiciones, es difícil ejercer un liderazgo efectivo. Además, la formación previa es imprescindible; no puede ser que alguien asuma la dirección de un centro sin preparación en gestión o liderazgo.

¿Qué problemas identifica en el sistema actual para seleccionar y formar líderes en educación?

En España, durante años, los directores se elegían por votación en los claustros, lo que a veces priorizaba intereses corporativos sobre la preparación. Hace falta un marco competencial claro en muchas comunidades, aunque hay excepciones, como Euskal Herria. Necesitamos criterios definidos para seleccionar, formar y evaluar a los directores, además de fomentar el liderazgo colaborativo en lugar de la cultura individualista que todavía predomina en muchos centros.

Un buen líder debe tener empatía, capacidad de comunicación y visión de futuro, además de potenciar el talento de su equipo

¿Qué virtudes debe tener un buen líder en educación?

La empatía, la capacidad de comunicación y la visión de futuro son fundamentales. Pero también es importante la compasión, entendida como el compromiso con las dificultades y retos de los demás. Un buen líder debe reconocer y potenciar el talento en su equipo, fomentar la confianza y ser un modelo para alumnos y docentes.

¿Cómo debería ser la relación entre profesores y alumnos?

Debe basarse en la confianza y la comunicación. Un buen docente también es un buen líder, capaz de motivar, escuchar y empoderar a los alumnos. Esto incluye darles voz en el proceso educativo y trabajar en equipo con otros docentes para hacer frente a los grandes desafíos de la educación actual.

¿Qué papel juega el bienestar del profesorado en la calidad de la educación?

Es crucial. La satisfacción docente no depende solo de aspectos como la reducción de alumnos por aula o las vacaciones, sino también de las oportunidades de aprendizaje y desarrollo profesional. Cuando un docente siente que no puede gestionar su aula o su relación con las familias, su frustración aumenta y, en muchos casos, abandona la profesión. Por eso es esencial ofrecerles formación continua y oportunidades para crecer.

¿Cómo debe plantearse la formación del profesorado?

La formación debe ser continua y adaptada a las necesidades de cada centro. No se trata solo de cursos puntuales, sino de planes de formación diseñados en función del contexto y los objetivos específicos. Además, es importante garantizar que todos los docentes tengan oportunidades de seguir aprendiendo, igual que los alumnos. Esto es clave para impulsar una verdadera transformación educativa.

¿Qué impacto tiene la tecnología en la educación y el liderazgo?

La tecnología ha transformado la educación, pero no puede sustituir al docente. Su rol como guía es más importante que nunca para enseñar a discernir, evaluar y utilizar la información de forma crítica. Es clave que la tecnología esté al servicio de la educación y no al revés. Además, debemos abordar las desigualdades que genera, como vimos durante la pandemia con el acceso de los estudiantes a Internet.

Nélida Zaitegui destaca la importancia de fomentar la educación socioemocional y formar alumnos críticos. ¿Cómo valora estas ideas?

Coincido completamente con ella. Es esencial formar en valores y espíritu crítico para que los alumnos puedan enfrentarse a una realidad compleja, donde distinguir la verdad es un desafío. Esto requiere trabajo en las aulas, colaboración entre docentes y un liderazgo claro.

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Zaitegui también señala que la educación no debe recaer solo en los centros, sino que las familias y la sociedad también tienen un papel clave. ¿Está de acuerdo?

Totalmente. Es esencial trabajar con las familias, integrarlas en el proyecto educativo y crear comunidad. Las familias no deben verse como un problema, sino como aliadas. Involucrarlas puede ayudar a prevenir ciertas problemáticas y a fomentar una educación más completa.

¿Cómo puede la escuela romper esos “muros” y colaborar con la sociedad?

Necesitamos entornos de aprendizaje abiertos. Colaborar con empresas y asociaciones es clave. Por ejemplo, la Formación Profesional ya trabaja mucho en esta línea, y otros centros deben seguir ese modelo. La escuela no puede hacerlo todo sola; necesita contar el apoyo de la sociedad.

¿Qué papel juega la universidad en este proceso?

Es crucial. La universidad no debería ir a los centros como un experto que dicta qué hacer, sino como colaborador. Juntos, docentes y universidad, pueden construir nuevo conocimiento y mejorar las prácticas educativas.

Un tema que preocupa bastante es el acoso escolar. ¿De qué manera deben abordarlo los centros?

El liderazgo es fundamental. Para que una escuela sea inclusiva, segura y saludable, debe tener una cultura clara que fomente el respeto y la democracia en la práctica diaria. Esto requiere un proyecto educativo sólido, donde todos estén comprometidos con los mismos objetivos.

¿Cómo valora la situación actual de la educación en el Estado?

No estaría mal descentralizar un poco más y desburocratizar el sistema educativo en España. También hace falta reconocer y empoderar a los equipos directivos, darles más autonomía y soporte.

¿Cuál es la situación de Euskal Herria? ¿Estamos mejor?

En Euskal Herria se han dado pasos valientes en esta dirección. Se han desarrollado mentorías para directores, hay formación continua, redes de apoyo y una evaluación de carácter formativo, no punitivo. Todo esto ayuda a mejorar el sistema educativo. En este sentido, Euskal Herria va por buen camino.

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02/12/2024