El estado de felicidad está declarado en el Buesa Arena. Tras varias campañas en las que el Baskonia había sido un equipo poco reconocible y desconectado de la grada con resultados discretos más allá del título liguero conseguido en 2020 en la burbuja de Valencia, el cuento de hadas de esta temporada no tiene fecha de caducidad.
A medida que pasan las semanas, la cotización azulgrana sigue creciendo en todos los frentes. Nadie pone freno ya a la ambición de un equipo llamado a pelear por los títulos si mantiene este nivel.
Con independencia de cómo acabe la campaña, la ilusión que se percibe en el entorno constituye la mejor noticia que puede extraer el club de esta memorable tacada de victorias. Este Baskonia engancha, es ahora mismo el equipo de moda en todos los frentes y la mayoría de sus jugadores se están revalorizando hasta límites insospechados, un hecho que puede redundar en una lluvia de ofertas encima de la mesa de trabajo de Josean Querejeta durante el próximo verano.
Si no lo han hecho ya, todos los rivales deberían tomarse muy en serio a un equipo que aúna talento, vértigo, disciplina táctica, solidaridad defensiva y, sobre todo, una pegada descomunal. Esto último, sin duda, encarnado en ese jugador de videojuego llamado Markus Howard, que acapara hoy en día todos los flashes a nivel mediático tras las exhibiciones anotadoras que está protagonizando.
El pequeño escolta norteamericano, del que en la NBA han renegado hasta la fecha por su escasa estatura, constituye la punta del iceberg de un equipo que, sin embargo, no depende de una pieza en concreto y es capaz de sobreponerse al puntual mal día de alguno de sus integrantes.
De momento, son ya once victorias consecutivas para un Baskonia que ya amenaza el récord histórico que posee el club, cifrado en 17 y conseguido en dos ocasiones, tal y como refleja la web baskonistas.com. Las dos mejores rachas entre ACB y Euroliga datan de las temporadas 2008-09 y 2012-13. La primera llegó con Dusko Ivanovic en el banquillo y la segunda con Zan Tabak.
Romper moldes
Todo hace indicar que esta dinámica tan positiva puede seguir estirándose durante algún tiempo pese a que, corto plazo, el calendario depara tres salidas consecutivas ante el Alba, Bayern y Partizan. Lo cierto es que este Baskonia de Joan Peñarroya, un equipo no solo ganador sino también cautivador debido a su propuesta tan atractiva con dígitos anotadores altísimos en cada partido, está rompiendo moldes.
El técnico catalán está siendo el arquitecto y responsable en la sombra de los éxitos azulgranas. Ha instaurado una forma de trabajar y manejar la plantilla a la que nadie estaba acostumbrado en Vitoria. Su filosofía nada tiene que ver con la de otros técnicos de la escuela balcánica que dejaron su sello en el Buesa Arena. Si bien hay jerarquías dentro del grupo, todos los jugadores se sienten útiles.
Suceda lo que suceda en la última jornada de la primera vuelta de la Euroliga en Berlín, el equipo vitoriano llegará al ecuador del torneo con el número de victorias más alto desde el cambio de formato experimentado por la competición. El récord hasta ahora data de la temporada 2016-17, con Sito Alonso en el banquillo, cuando el Baskonia sumó 10.
En los últimos tiempos desde que la Euroliga ha apostado por un apasionante sistema de todos contra todos, el Baskonia tan solo había sido capaz de encadenar en una ocasión seis triunfos seguidos como en la actualidad. Fue en el ejercicio 2017-18 bajo la dirección técnica de Pedro Martínez.
En definitiva, unos números de ensueño para un Baskonia que tiene motivos más que suficientes para soñar con un 2023 a lo grande. Primero por haber recuperado la química entre el equipo y una afición cada vez más deseosa de acudir en masa al Buesa Arena y, sobre todo, porque una plantilla a la que Joan Peñarroya está consiguiendo sacar el máximo jugo posible exhibe a diario un envidiable nivel de competitividad.