LA de Mercedes-Benz es una gama con buenos principios. La marca de la estrella no se complica con denominaciones imaginativas y comienza el catálogo con las Clases A y B. Los modelos que dan acceso a la firma, a los que también recurren clientes de la casa que ya no precisan coches grandes, estrenan ajustes para mantenerse lozanos y al día de las últimas innovaciones. El restyling simultáneo procura al turismo compacto y al monoespacio de talla media una apariencia ligeramente distinta -los cambios son muy sutiles-, además de mayores dotaciones de serie y motorizaciones más eficientes.
Las novedades más reseñables son las que se producen en este apartado. Los propulsores de gasolina cuentan desde ahora con sistema de hibridación ligera a 48 voltios que los hace más austeros y limpios. Se asocian solo a transmisión automática de siete u ocho relaciones. La versión híbrida enchufable 250e incrementa ligeramente la potencia de sus dos impulsores (eléctrico y gasolina), pero no la conjunta, que se mantiene en 218 CV. También aumenta el radio de acción en modo eléctrico de esta versión, que como contrapartida pierde algo de fogosidad. Las variantes diésel (115, 150 y 190 CV) permanecen como hasta el presente. El Clase B utiliza siempre tracción delantera, mientras que el Clase A dispone también de versiones 4Matic.
A la actualización de su imagen, algo más sofisticada ahora, ambos modelos suman progresos en materia de equipamiento. Estos benefician al sistema MBUX, cada vez más intuitivo completo y manejable. También amplían las prestaciones de algunos sistemas (conectividad, aparcamiento, etc.) y los contenidos de los paquetes opcionales.