A Ramón García Molina la vida le cambió para siempre cuando solo tenía 39 años y toda una vida por disfrutar por delante. El destino, caprichoso y en muchas ocasiones cruel como él solo, le postró en una silla de ruedas para siempre tras sufrir un derrame cerebral mientras jugaba a fútbol, la que entonces era su gran pasión. Ahora, tres décadas después, ayudado por su cuñado, que no se separa de él, fiel cuidador, ha podido recibir el cariño del que era otro de sus motores de vida: el Athletic. Como un aficionado más, García ha recibido en la tarde de este viernes al conjunto rojiblanco en su hotel de concentración en Almería.
Almeriense de nacimiento, Ramón García siempre tuvo en la figura de José Ángel Iribar, ausente en esta ocasión por tener que acudir al funeral de su amigo Josep Fuste, a un referente y un ídolo. Quizá de ahí le nació su amor por el Athletic, pues como el Txopo, él también era portero. Orgulloso, sin poder hablar, pero muy emocionado por el momento, acudió al hotel luciendo un pin de oro del conjunto rojiblanco y un banderín de hace más de 50 años.
Este sábado será uno más en el Power Horse Stadium, donde podrá ver en vivo y en directo a su Athletic, del que no se pierde ni un solo partido, siempre pegado al televisor. Dentro de sus dificultades, Ramón García ha recibido una gran inyección de energía al poder ver de cerca a los futbolistas del Athletic. Su mejor regalo.
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