Garantizar el suministro de energía para Euskadi y hacerlo a través de fuentes que sean respetuosas con el medio ambiente es uno de los debates más cruciales que se van a poner sobre la mesa de la política vasca en los próximos meses. El estallido de la guerra en Ucrania y las maniobras de Rusia cortando el suministro del gas han acelerado esta discusión y han obligado a los partidos a retratarse, un terreno resbaladizo para una EH Bildu que ha dado la sensación de improvisar un argumentario esta semana.
La coalición abertzale se ha resituado para apoyar los parques eólicos en Azpeitia, tras haber sido para muchos la mano que mece la cuna de las protestas en contra de esas instalaciones por su afección paisajística. Ha argumentado que la promotora, la noruega Statkraft, es una empresa pública, y que plantea la participación de la sociedad. Este argumento lo esgrime para negar que haya cambiado de opinión y para defender que esta empresa es algo distinto y más ético. Es cierto que Statkraft es una empresa de energías renovables, de producción eólica e hidroeléctrica pero, si de lo que se trata es de poner en valor que es pública como ha hecho EH Bildu, la fotografía completa de la política energética de Noruega dinamita todo este discurso: es el principal productor de petróleo en Europa, cerca de un tercio de su PIB proviene de esas ganancias, y también lidera la tabla europea en producción de gas.
Esta empresa es la pata verde de Noruega, un gigante petrolero, un país que ha basado su estrategia de explotación en esta energía que no es limpia. Por ejemplo, Iberdrola, una de las empresas denostadas por EH Bildu por el elevadísimo coste de la luz, tiene también una división eólica, y eso no la convierte en un modelo a seguir para Arnaldo Otegi.
El sector petrolero noruego alcanzó el 20,5% del PIB en 2021, y se estima que este año va a cerrar como mínimo en un tercio de la riqueza del país. Los beneficios del crudo son además los que nutren su fondo soberano, el mayor de todo Europa y el segundo del mundo, y con ellos se sufragan prestaciones como las pensiones. Noruega ha alcanzado una calidad de vida elevada gracias a esos beneficios y tiene un nivel de paro técnico, casi inexistente, pero con un modelo que tiene sus detractores y que desde el ecologismo se denuncia por su coste ambiental. Por tener, tiene también un ministro del Petróleo. Terje Aasland es el responsable de Petróleo y Energía. Es lo que EH Bildu obvia en su argumentario.
Esta apuesta se remonta al hallazgo de un yacimiento en 1969, lo que ha convertido a Noruega en el undécimo productor del mundo en volumen. La petrolera Equinor es la que sostiene al país, que está haciendo una apuesta por las renovables y por el coche eléctrico, pero sigue viviendo en esencia del hasta hace poco llamado oro negro. De él depende su riqueza. Esta no es una fotografía que provoque que otros partidos rechacen a Statkraft, pero sí llama la atención que EH Bildu no haya puesto tantos reparos cuando ha llevado muy al pie de la letra y con cierto maniqueísmo la defensa de sus posiciones en materia energética.
GANANCIAS EN GUERRA
Las ganancias por el gas y el petróleo están generando cierta incomodidad a Noruega en los últimos meses. El corte de suministro de gas por parte de Rusia está revalorizando aún más las fuentes noruegas porque convierte al país en el principal proveedor del entorno. “Hay momentos en los que no es divertido ganar dinero, y este es uno de ellos”, llegó a decir Aasland. Se ha generado un debate acerca de si Noruega debería aportar más a Ucrania o dedicar parte de esos beneficios a la solidaridad y no en esencia a su fondo de pensiones. Algunos países han llevado esta discusión directamente al barro, como Polonia, acusando a Noruega de lucrarse con este enfrentamiento bélico.
Se da la circunstancia de que EH Bildu ha sido especialmente dura con los beneficios caídos del cielo para Iberdrola y la banca por el incremento del precio de la energía y los intereses durante la guerra. Y Otegi solicitaba en el inicio del curso político que la guerra se detenga y denunciaba que algunos sectores, las “élites económicas y políticas”, se enriquecen con ella. Pero, esta semana, sobre el modelo noruego, realizó un esbozo de Statkraft que parecía presentar su labor como un empeño filantrópico, centrándose solo en la labor de esa empresa pública de energías renovables y sin mencionar la fotografía completa de Noruega. Dijo que vende energía a precio asequible y no “a precio de solomillo” como Ibedrola hace con la luz.
Aseguró que la empresa tiene un “código ético muy claro”, que es 100% pública, que beneficia a las personas, que vende a un precio asequible... En Radio Euskadi se le preguntó directamente si el modelo de Statkraft es el que le gusta a Bildu, y respondió que “todavía hay preguntas sin respuesta” porque el proceso está en una fase incipiente y se debe medir el viento durante un año antes de seguir adelante, pero desgranó después este argumentario sobre el código ético y los precios.
Statkraft es propietaria del 4% de E.ON, una potente empresa de gas natural y de electricidad de Europa. En cuanto a la condición de empresa pública, también el Ente Vasco de la Energía lo es, pero EH Bildu ha mantenido una actitud crítica ante él y se ha opuesto, por ejemplo, a que explore gas en Subijana. La coalición aboga por el abandono progresivo de los combustibles fósiles, no solo el carbón y el petróleo, con vistas a 2050. El PNV ha mantenido una mano tendida para alcanzar un pacto energético y sobre las energías alternativas, pero le había pedido aclarar su posición con las eólicas ante las protestas.
Las claves
Statkraft. Es una empresa 100% pública propiedad de Noruega. Es, a su vez, propietaria de un 4% de E.ON, que produce gas y electricidad. EH Bildu ha defendido su proyecto de parque eólico en Azpeitia porque la empresa es pública, va a implicar a los ciudadanos y la energía se venderá a precio asequible.
La estrategia de Noruega. Noruega es la propietaria de Statkraft, que es una empresa de energías renovables, pero el país basa su riqueza en la explotación del petróleo y del gas. Los beneficios van a parar al fondo soberano, que paga, entre otras cuestiones, las pensiones. Noruega es la principal productora de petróleo de Europa y la undécima del mundo, y lidera la tabla europea también con el gas. Su ministro de la Energía es también ministro de Petróleo, un cargo orgánico que da una medida del peso que tiene esa industria en el nivel de vida. El ministro Aasland se ha mostrado incómodo estos días con las ganancias de Noruega por su papel central ahora que Rusia ha cerrado el grifo del gas.