La jerarquía de Roglic y Pogacar provoca el cambio de planes de varios equipos para encarar la carrera francesa.
cuando en la pasada década el Sky y su heredero, el Ineos, impuso la dictadura en el Tour de Francia, quienes se mantenían en la oposición soñaban con que algún día aquel tren descarrilara y por algún casual se colaran en el trono de París por estar cerca del lugar del accidente. Sucedió en 2014, cuando Chris Froome tuvo que retirarse tras varias caídas. Aquel Tour lo venció Vincenzo Nibali. El patrón de las victorias de la estructura británica siempre fue el mismo: asfixia paulatina de los rivales y acelerón definitiva del líder y posterior defensa de la conquista con marcha marcial. Wiggins, Froome, cuatro veces, Thomas y Bernal acudieron al mismo sistema. Aquello supuso siete victorias en una década. Eso era así hasta el pasado año, cuando estalló el modelo del Ineos. Roglic y Pogacar eran inmunes. Finalmente, el joven esloveno derrotó a su compatriota, que tras la caída a los infiernos en La Planche des Belles Filles asumió el error que cometió el Jumbo, su equipo, de llevar a rueda a su enemigo íntimo.
Con la estruendosa aparición de Pogacar, el modelo del treno parece desfasado. El joven esloveno superó a todos sin la cama elástica de un superequipo. Roglic prefiere el arrope de su formación, también Pogacar, pero ambos saben gestionar su superioridad frente al resto. Eso les coloca en un lugar privilegiado, en la atalaya. Saben que en el cara a cara resistirles es un reto mayúsculo. Su superioridad ha provocado el cambio de registro en muchos de sus adversarios. El Ineos corregirá su libreto para el Tour. Ha anunciado que se atará al riesgo y a la aventura como método para tratar de horadar a los eslovenos jugando con las bazas de Thomas, Carapaz, Porte y, tal vez, Geoghegan. En realidad, es el único equipo que parece tener determinación para voltear a Pogacar y Roglic. Bahrain y Astana, dos formaciones que en el Tour siempre han tenido como misión lucir en la general, han decidido apostar por cazar etapas. De algún modo es el reconocimiento a la jerarquía de los dos eslovenos.
Nairo Quintana, que siempre soñó con conquistar el Tour, incluso cuando reinó Froome, comentó que perderá tiempo conscientemente para tener libertad y buscar la dicha a través de los triunfos de etapa. El colombiano se ha tachado de la general. Michael Woods será el líder del Israel, donde Froome, a un viaje lunar de lo que fue, actuará de capitán de ruta. El canadiense tampoco parece capacitado para incomodar a Pogacar y Roglic, dos rocas. Aunque se trata de un ciclista de gran calidad, Simon Yates, podio en el Giro, no da la impresión de ser muy fiable para encarar a los eslovenos durante tres semanas.
Alaphilippe, la esperanza
El campeón del Mundo, Julian Alaphilippe, la gran esperanza gala, es una incógnita, si bien la primera semana le puede servir para lucir el amarillo antes de la crono. En el Movistar, Enric Mas, quinto en 2020, y Miguel Ángel López son las apuestas para la general. El colombiano sube muy bien, pero las cronos le penalizan en exceso y en la carrera francesa se han de encarar 57 kilómetros bajo el yugo de las manecillas del reloj. Rigoberto Urán, segundo en el Tour de 2017, sí se maneja bien en las cronos y sabe sufrir en la montaña, pero sus prestaciones están por debajo de Pogacar y Roglic, el monstruo de dos cabezas que asusta al resto.